En mala hora se dañó el ascensor del departamento donde vivo, es una verdadera tortura bajar del sexto piso y más hoy que tengo que estar más temprano en la oficina. Me subo al primer taxi que veo y en un abrir y cerrar de ojos llego al trabajo.
Organizo todo para la reunión, saco copias a el informe para darle uno a cada persona, también lo paso a la computadora para que esté disponible en el proyector.
Me fijo en todos los detalles para que todo salga bien y que Armando me felicite por mi desempeño y se le olvide lo de ayer.
Ya han pasado varias horas desde que inició la reunión, todo parece marchar bien, me asomo a la puerta para preguntar si se les ofrece algo y justo en ese momento escucho a unos de los agentes preguntar que cuando tomará las riendas de esta agencia el señor Max. Me sorprendí porque no sé quién es Max pero lo que escuché luego me dejo aún peor. Armando le dijo a unos de los agentes que la inmobiliaria estaba atravesando por un mal momento, pero que saldrá adelante y que para ello iba iniciar haciendo un considerable recorte del personal.
Aquello me dejó sin aire porque aunque trabajar con Armando es un caos, ya tengo cinco años trabajando aquí, inicié recién cumplidos mis veinte años, y el sueldo no es tan malo.
Trabajar aquí ha sido una de las pocas cosas estables en mi vida, por no decir la única cosa, ya que he iniciado tres carreras en diferentes universidades y no he terminado ninguna. Lo cual me avergüenza mucho cada vez que algún familiar me pregunta que cómo va la universidad o cuando me encuentro algunos excompañeros de mis diferentes carreras y me preguntan que como me está yendo en el mundo laboral y pues yo no se que decir. En ese preciso momento quisiera salir huyendo y no tener que dar explicaciones de mi vida.
Ya han pasado varias semanas desde que escuché que el tal Max se iba hacer cargo de la inmobiliaria y sobre el recorte del personal, pero aquí todo sigue igual, no han despedido a nadie y no he escuchado ningún rumor de pasillo. Eso quiere decir que aparte de Armando y los que estuvieron en la reunión, sólo yo se que lo pasará aquí.
No he podido dormir en estas últimas semanas pensando en que yo puedo ser una de las personas que están en la lista del recorte del personal y pierda mi empleo. Suerte que tengo unos ahorros que me alcanza para sobrevivir algunos meses y ya he empezado a buscar trabajo, hay que ser proactivos en esta vida, pero todavía no he conseguido nada y eso me deprime un poco.
Cristina, una de mis odiosas compañeras, me trae unos documentos para que Armando los firme y de paso me dice que es urgente y que deje lo que estoy haciendo para que se los lleve. Respire profundo y le dije que no solo las cosas de ella son urgentes y que cuando me desocupe se los llevo a Armando.La muy prepotente tomo los documentos y entró ella misma a llevárselo. La verdad es que me encantaría que la despidieran, a ella y a sus amigas.
Para reponerme del mal rato que pase con Cristina, me pongo mis audífonos y pongo música suave porque sino entro a la oficina de Armando y la saco por las greñas, pero claro que eso no esta nada bien, pero en ese momento deseaba hacerlo.
De pronto levanté mi cara y vi acercarse a mi a un hombre, pero no a uno cualquiera, este tiene una personalidad de esas arrolladoras que cuando llegan a un lugar levantan miradas de todas las mujeres y hasta de otros hombres.
Era alto, ojos negros, cabello negro, labios grueso, tiene barba, está un poquito panzon pero eso no le quita lo sexy al contrario eso me atrae más, porque no me gustan los musculoso pero para nada.Oh por Dios me he quedado como boba viéndolo y el ya está parado frente a mi.
–Señorita, ¿me escucha?– dijo, con una voz tan varonil que me puso nerviosa.
–Disculpe señor ¿En qué puedo ayudarlo?–pregunté, mientras lo miraba fijamente.
–Le había dicho que quiero ver al señor Armando– dijo, mientras miraba su reloj apurado.
–¿Tiene alguna cita ?– pregunté, mientras me fijaba en su lunar, en el cuello.
– No, pero créame que con solo decirle mi nombre me hará pasar. Dígale que Max lo busca–respondió, mientras seguía mirando su reloj.
–Déjeme anunciarlo– dije, mientras tomaba el teléfono. Sí, señor Max puede pasar.
–¡Ah que le dije!– exclamó, con una sonrisa encantadora mientras se dirigía al despacho de Armando.
Ese hombre me ha hechizado, es que es perfecto hasta su nombre me encanta, Max, va de la mano con su atractivo definitivamente tiene cara de Max.
Un momento pero ese nombre lo he escuchado, pero claro ese tiene que ser el tal Max que escuché en la reunión. Oh Dios, eso quiere decir que ya se acerca mi fin en esta agencia, ya van hacer el recorte del personal de que hablaron ¿Qué voy hacer?, respira Adela y cálmate todo saldrá bien o eso quiero creer.