Comencé a buscar como loca mis llaves bajo la atenta mirada de Darien, no debo dejar que eso me distraiga y debo de apurarme, si no perderé el autobús.
—Es temprano, ¿por qué no te quedas a desayunar algo conmigo?—preguntó mientras sacaba pan tostado.
—No, porque si no tomo el bus de las 8:10 tendré que esperar el de las 8:30 el cual siempre queda atrapado en el tráfico y llegaría tarde. Prefiero llegar quince minutos antes que cinco tarde en mi primer día de trabajo aunque solo tenga que ir un día y arruí...
—Ya ve, ya no te quiero escuchar hablar más—me interrumpió y me sonrió como si no me acabara de lanzar una ofensa.
—Necesitas ser más solidario conmigo y llevarme en tu auto en vez de aventarme al transporte público—le reclamé.
—Sabes que lo haría, pero con nuestros salarios honestamente es más barato recorrer la ciudad en metro que gastar en gasolina.
Tiene razón, por eso solo lo ocupamos cuando salimos de la ciudad, además de que es el único que sabe manejar,
—Excusas.
—Ahora ve, dijiste que llegarías tarde.
Después de que encontré mis llaves y tomé mis cosas, me arrastró hasta la salida y cerró la puerta en mi cara.
Así es Darien, un segundo me trata bien y al otro me corre de nuestro departamento.
Salí corriendo para tomar el bus ya que soy una loca de la puntualidad. No me gusta llegar tarde o de última a las cosas, las grandes entradas no son parte de mis desastres, me gusta que crean que soy un poco responsable aunque esa idea termina desapareciendo después de dos semanas.
El viaje fue tranquilo y llegué justo a tiempo a la disquera donde iba a tomar las fotos. La verdad es que no tengo mucha información de ella ni la mínima idea de que como funcionan estas empresas, pero Francisco—el agradable chico que conocí en la boda del mes pasado—me dijo que apenas se iban instalando en la ciudad por lo que no tenía muchos contactos de fotógrafos y no quería pagar por el viaje de uno, lo cual fue muy bueno ya que, basándose en mi pequeño currículum y las fotos de ese día de los novios, decidió apostar por mí y contratarme. Él es el encargado de uno de los tantos departamentos de la empresa, no sabría decir exactamente cual ya que no me di a la tarea de estudiar cada uno de esos departamentos y tampoco le puse mucha atención a él cuando me explicó.
Llegando inmediatamente pregunté por él con una secretaria muy amable y me llevó hasta lo que parecía ser su oficina.
—Hola Adela—me sonrió Francisco muy alegre.
Creo que tiene mucha energía para ser las casi 9 de la mañana. Le devolví el saludo y me pidió que lo siguiera.
El lugar es un poco grande pero son más que nada pasillos con puertas cerradas, así no puedo apreciar la magia de estar en una empresa discográfica.
—Aquí es donde trabajaremos hoy, los chicos aún no están ya que llegaron tarde por la mañana y siguen en maquillaje, pero mientras puedes ir instalándote.
Francisco me cae muy bien, parece muy relajado y algo joven como para trabajar en un lugar así.
Comencé a sacar todo lo que necesitaba mientras Francisco revisaba unos papeles que su secretaria acababa de entregarle. Qué bueno que no me estaba prestando atención ya que si lo hiciera hubiera terminando tirando todo por el nerviosismo. Me intimida mucho que la gente me mire, siento que estoy bajo un microscopio y no me gusta.
No sé cuánto tiempo pasó ya que estaba muy concentrada armando todo y tampoco supe que habían llegado otros tres chicos al estudio hasta que Francisco me dijo que me acercara.
—Adela, ellos son Bruno, Ernesto y Adrián, los chicos a los que les vas a sacar las fotos. Chicos, ella hoy será su fotógrafa, no la hagan enojar.
—Hola—los saludé primero y luego cada uno de ellos se volvió a presentar conmigo con sonrisas amables.
—Te dejo en buenas manos, no pueden empezar hasta que su representante y el equipo de marketing esté aquí. Nadie en este lugar sabe el significado de puntualidad y deberías irte acostumbrando—me sonrió y se fue.
No me importa esperar por los demás, que yo sea una persona súper puntual no significa que sea desesperada como para esperar por alguien. Paciencia es mi segundo nombre, aunque en realidad no tengo un segundo nombre.
Así que ahora estoy sola con un grupo de chicos que no se ven de más de veinte y cabe mencionar que soy la persona más antisocial del mundo. Yo no inicio las conversaciones y soy mala siguiendo las pláticas que llegan a surgir en algún grupo.
Me fije discretamente en ellos mientras hablaban y son tiernos la verdad, Ernesto tiene el cabello negro y muy corto, con ojos miel y piel trigueña; Bruno tiene el cabello más largo, por debajo de la nuca y de color castaño oscuro, sus ojos son azules lo cual hace que se vea como prácticamente un niño ya que su piel parece de porcelana y por último está Adrián quien es el más alto de ambos y tiene el cabello negro y un poco menos corto que Bruno, no sé si sus ojos son verdes o miel pero creo que es el más lindo de los tres.
—Así que Adela, ¿cuántos años tienes?—preguntó Ernesto para incluirme en su pequeña conversación.