— ¿Estás segura de esto?
—Sí, Adela.
Brenda y yo estábamos frente a la casa de nuestros padres. Ella había decidido contarles de su embarazo hoy y yo no estaba muy de acuerdo, pero yo no soy la mujer embarazada. Y no quiero contradecir a la mujer llena de hormonas a lado mío.
— ¿No quieres esperar otro par de meses?
— ¿Y estar a punto de parir? No, gracias. Es mejor ahora.
—Pero, el papá ni siquiera sabe. Nuestros padres pueden esperar.
—Ade, tengo cuatro meses, se me empieza a notar y quiero saber si tendré su apoyo y si estarán involucrados en su vida.
— ¿Su apoyo en qué? Tenemos todo.
—Se te olvida que mi graduación es en dos semanas y ya no podremos vivir en mi residencia.
—Pero ya casi me alcanza para rentar un departamento decente.
He estado trabajando duro y ahorrando lo máximo que puedo, no me arrepiento aunque no me guste del todo mí trabajo. Mi motivación es mi hermana y mi futuro sobrino.
— ¿Y qué haremos con lo demás? Son pañales de bebé, comida, ropa, facturas de hospital y todas esas cosas.
—Las compraremos de a poco.
—Ade, agradezco tu ayuda y sé que lo lograremos. Pero también quiero que nuestros padres conozcan a mi hijo.
Está bien, creo que si estuviera en la misma posición quisiera que mis padres fueran participes al menos en una pequeña parte. Pero espero no estar en esa posición en un muy, muy, muy largo tiempo.
—En eso tienes razón.
—Si no quieres entrar conmigo puedo hacerlo sola.
—Te dije que no te dejaría sola. Vamos.
Hay una razón principal para no querer hablar con mis padres y es que no tengo un panorama muy favorecedor de lo que podría pasar con ellos. Siendo honesta me imagino el peor escenario.
Llamamos a la puerta y nuestra madre nos recibió, ni siquiera pusimos un pie en la casa cuando Brenda habló.
—Mamá, estoy embarazada.
La miré confundida, ¿no pudo esperar un poco más? No sé, un cafecito primero y una charla casual y luego soltar la bomba… no de esta manera. Mamá la miró esperando a que dijera algo más, ninguna de las dos hablaba y esto hacía todo incómodo.
— ¿Y si vamos al salón?—pregunté—. Me cansa estar parada.
Mamá asintió un poco atónita y se dio la vuelta, yo le di un golpe a Brenda en la pierna.
— ¿Qué fue eso?
—Me puse nerviosa—se encogió de hombros—. Tengo nauseas.
—Ahora no puedes ser una máquina de vómito, vamos a hablar con nuestros padres. Céntrate.
Asintió y fuimos a la sala, papá ya estaba ahí y mamá estaba sentada sin decir nada.
Apenas nos sentamos Brenda abrió su bocota de nuevo.
—Papá, estoy embarazada.
Le di un golpe disimuladamente y papá la miró con el ceño fruncido y luego intercambió una rara mirada con mamá.
— ¿No van a decir nada?—Brenda preguntó.
— ¿Cómo fue a pasar eso, Brenda?—mi madre al fin contestó y me fastidió que lo dijera en tono de reproche.
— ¿Cómo que cómo mama? Con sexo.
Eso de tener una gran bocota en situaciones comprometedoras, es de familia.
—No hables así, Adela—mi papá me regañó.
Me callé, no porque estuviera mal, pues es algo natural, sino porque no quiero ocasionar más problemas, para mis padres siempre ha sido un tema tabú el hablar de sexualidad.
Si algún día llego a tener hijos voy a ser la primera en hablarles de sexo y todas las responsabilidades que conlleva, prefiero que confíen en mí a que lo hagan a escondidas, no quiero que me oculten cosas como en algún punto yo con mis padres.
— ¿León se hará cargo?—papá comenzó a hablar—. Porque si es eso, hay una boda que planear y...
—No es de él—Brenda lo interrumpió—. Terminamos.
Aquí empieza el problema.
Ambos se quedaron callados mirando al piso pensando en qué decir
— ¿Cómo vas a cuidar de un niño si es que apenas terminarás tu carrera? No tienes trabajo, no tienes esposo y no tienes ni idea de lo que es tener un hijo—mi papá habló.
—Tengo la voluntad de hacerlo y tengo a gente que me apoya.
— ¿Tu hermana? Tu hermana ni siquiera supo escoger una carrera universitaria adecuada y quieres que cuide a un niño—dijo mi mamá y de verdad me ofendió, pero no dije nada para no causar una pelea.
Además de que sé que no tiene razón.
—Di que el niño es de León—le propuso papá—. Convéncelo a que lo críe contigo.
—Aún si mi hijo fuera de León, no lo criaría con él. Las cosas entre nosotros van mal desde hace meses, ya no puedo tolerar estar a su lado.
—Hubieras pensado eso antes de embarazarte de un don nadie.