Regresé a mi casa un poco más liberada. Siento que tengo un peso menos encima aunque aún no sé qué hacer con mi vida.
Iba llegando a mi piso cuando vi a alguien llamando a la puerta, y odié emocionarme al darme cuenta que era Oliver. No necesitaba verlo ahora, sé que tendré que hablar con él en algún momento pero hoy no quiero, no me siento lista.
Iba a huir cobardemente pero él volteó hacia mi dirección y me notó así que tuve que seguir adelante y enfrentar aunque sea un saludo formal.
—Hola—él me saludó en cuanto llegue.
— ¿Qué haces aquí?
—Fui a buscarte a tu trabajo, pero me dijeron que estabas enferma así que me preocupé y vine.
— ¿Cómo sabes dónde trabajo?
—Me dijo Bruno.
—Oh.
Me sentía muy tensa. Una parte de mí estaba enojada por no saber de él en un muy buen tiempo y creo que eso se notaba. Aunque por otro lado estaba nerviosa ya que esperaba un hijo de él y aún no lo sabía.
— ¿Estás bien?
—Claro. Solo me dio un resfriado. ¿Para qué me buscabas?
—Quería verte.
Traté de que esas palabras no me afectaran pero no lo estaba consiguiendo. No quería hacerme ilusiones y que luego él volviera a desaparecer por varias semanas. Ya no.
¿Y si él solo quería una cosa de mí?
— ¿Para qué?
—Hablar.
Consideré por un momento decirle que no podía o que tenía que volver a irme o alguna pobre excusa, pero no pude. Quería saber que tenía que decirme.
—Mi hermana está adentro entonces no sé si quieras hablar ahí o en otro lado...
—Vamos por un café.
Yo asentí y comencé a caminar fuera del edificio. Oliver me siguió y me dijo que fuéramos en su auto, muy tarde me di cuenta de que eso era una mala idea, ya que todo en el vehículo olía a él y aunque el camino fue corto, no dejaba de ser abrumador. Trataba de enfocarme en la conversación casual que teníamos pero mis pensamientos se iban a otros lados.
— ¿Qué tal el trabajo?
—No me quejo.
— ¿Te gusta?
—Pues no me fascina, pero es peor nada.
—Ya veo.
Me sentía culpable de sonar tan cortante, no me gustaba estar tan tensa así que traté de soltarme un poco más.
—Pero Brenda consiguió vender algunas fotos a una revista.
— ¿En serio?
—Sí y he seguido vendiendo algunas otras fotos también.
—Me alegro mucho—él sonrió—. ¿Seguirás dedicándote a las fotos?
—Es lo que más me gustaría. Pero necesito dinero...
—Deberías seguir, nunca te he visto más feliz que con una cámara.
Sé que tiene razón, aunque con él también me veía bastante feliz.
Quiero seguir con la fotografía pero necesito seguir trabajando en donde estoy también. Tal vez pueda vender fotos ocasionalmente, me gustaría hacerlo. Tal vez pueda ser un pasatiempo por ahora.
— ¿Cómo van las cosas en la disquera?—decidí cambiar el tema.
—Tampoco me puedo quejar. Aunque los chicos algún día van a provocar mi muerte.
Me imaginé a Oliver corriendo detrás de ellos, como si fuera su padre. No quería imaginármelo de esa manera pero era inevitable, sería adorable si tuviera un niño al que cuidar...
Creo que es peligroso pensar en eso justo ahora.
Así seguimos hablando hasta que se estacionó en una calle y ambos bajamos de su auto.
Lo seguí hasta un establecimiento y entramos. Algo aquí me parecía familiar pero no recordaba que; Oliver se dio cuenta de ello.
— ¿No recuerdas aquí?
—Nop.
—Aquí tuvimos nuestra entrevista—dijo sentándose en una mesa del fondo.
Era verdad, recordaba a la perfección la conversación pero no el lugar.
Un mesero fue a tomarnos la orden y los dos pedimos solo cafés. Después estuvimos metidos en un silencio un poco incómodo.
—Y... ¿de que querías hablar?—pregunté para iniciar una conversación casual.
—Te he extrañado.
¿Tanto como para no hablar conmigo en todo este tiempo?
Bueno, yo tampoco lo he hecho pero yo tampoco fui la que se apareció de la nada. Sobre todo en un momento bastante complicado.
No sabía que decir, no quería admitir que yo también lo había hecho. Esperaba que tuviera más tiempo para pensar qué decir.
—Eh...
—No significa que me tengas que decir que tú también o que no lo has hecho. Solo quería que lo supieras y sobre todo que yo te lo dijera, perdón si soy directo y si esto es apresurado. Lo cierto es que ambos cometimos errores, Ade. Pero nunca me perdonaré si cometo uno más, si me voy sin haber intentado algo.