Capítulo 11
-Nina-
Cuando me separé de él, noté cómo sus manos se deslizaron por mi rostro abatidas y atónitas, no así su expresión, me observaba indómito, la nieve caía palideciendo su rostro, sus labios habían tomado una tonalidad rosada su mandíbula se había apretado de tal manera que frente a mi él estaba convirtiéndose en un auténtico guerrero pues yo lo había provocado con algo que lo perturbaba.
—¿Por qué lo hiciste? —inquirió en tono ronco
—simplemente busqué una parte de mí en ti…—sentencié turbada pues el pasado había resurgido en él con tal intensidad que me era imposible controlar todo lo que sentía—y…puedo asegúrate que lo encontré—dije sin rodeos observándolo.
Christofer aún permanecía indomable mirándome como un felino a su presa; su presencia me intimidaba porque sabía muy bien que aquel beso quizás había incitado a su extraño don, todo lo que lo atormentaba hacia un momento se había esfumado.
—Te estás atreviendo a hacer cosas que luego vas a arrepentirte—me advirtió alzando suavemente su mentón, sus espesas pestañas negras ensombrecían la belleza de sus ojos.
—Voy a vengarme de ti—le aseguré de forma apresurada su expresión de desprecio conforme iba pasando el tiempo era contradictoria a su reacción al corresponder a mi beso.
—no sería lo más adecuado—conjuró cruzándose de brazos como lo haría un adversario frente a su acérrimo enemigo.
Deslicé mi vista de forma fugaz cerrando levemente mis puños, nada de lo que hacía traía algún resultado positivo. Levanté nuevamente mi mirada hacia él.
—Si no me recuerdas, ¿podrías haberme dejado como estaba? —le cuestioné molesta refiriéndome a lo que él había provocado corriendo el velo del engaño de Richard.
—¿en una mentira? —inquirió desafiante alzando una ceja de manera arrogante.
—sí, —aseveré
—¿por qué alguien desearía vivir en un completo engaño?—me cuestionó
Entonces desprendí un poco más de mí que se iba con él diciendo una auténtica verdad:
—porque no tenía mucho más que eso después de ti…
-Christofer-
El bastón de Charles se deprendió con una agilidad sorprendente movió su brazo esgrimiendo su bastón con una destreza admirable, dio varios ataques, uno de ellos llegó a lastimarme, él se alegró había percibido que su movimiento consiguió dañarme.
Sonreí suavemente deslizando mis dedos por el rasguño en mi cuello, ante su inminente ataque tomé con fiereza la fina vara que constituía su bastón jalé de él arrancándoselo por completo, Charles tambaleó en medio de la penumbra extendió sus brazos manteniendo el equilibrio, su guitarra eléctrica había caído al suelo produciendo un sonido seco.
—Está mal visto que alguien golpee a un anciano ciego, podrías meterte en problemas muchacho—me advirtió dejando a relucir una maliciosa sonrisa.
Tiré aun lado su bastón para acércame a él.
—podría ser…pero es una lástima que tú no seas cualquier viejo idiota lo único real en el ti es que estás ciego como un murciélago, en cuanto a lo demás podría discutirse…—respondí empujándolo contra una pared.
—memoricé cada uno de tus movimientos, ese rasguño en tu cuello no es mucho para ti más lo es para mí, —masculló exhausto por la adrenalina que le producía enfrentarse a mí, mi mano fue a parar hacia su garganta aprisionándolo contra el muro, resopló plantando sus manos sobre las mías—he notado que ciertos besos te ponen…de un humor de mierda…—balbució
—será mejor que no me provoques viejo
—sé porque has venido por mi…—conjuró abriendo completamente sus ojos teñidos de un gris sórdido que parecían resaltar bajo la oscuridad de su piel.
—al parecer estás tan maldito como yo—aflojé un poco mis dedos, ante eso Charles jadeó tomando aire con premura eso significaba que sabía mi próximo movimiento.
—a diferencia de ti, yo estoy ciego, eso, me hace un contrincante débil, aun así, puedo verlos a todos, ¡nada me asombra!, pero, la muchacha cuando me sonríe o palmea mis hombros para controlar si tengo frio, o cuando dulcemente coloca el vaso de café sobre mis manos, mi mente descansa de todo lo que ve…y ¡créeme! Eso es una anestesia para mí, más aún lo es para ti, —cuando lo oí decir aquello instintivamente ajusté nuevamente mi mano sobre su cuello sentía una horrenda irritación
—por lo visto Bastián encontró a Nina gracias a ti, —dije, tosió retorciéndose, afloje mi brazo para darle unos segundos más de aire
—¿estás enamorado de ella? —logró decir
Gruñí molesto
—¡desaprovechas mi asquerosa lástima!—volví a aprisionarlo—anciano: tus dudas van a llevarte a que te de un literal puñetazo
—¡hazlo! —bramó encolerizado—vas a provocar que ella se apene por verme mal.
Lo miré, habría deseado que él pudiese ver, deseaba que sus ojos reflejaran el pánico que serpenteaba por sus manos temblorosas. Decididamente cedí la fuerza que ejercía sobre él, aunque Nina no estuviese allí con nosotros, solo con nombrarla se convertía en una auténtica debilidad.
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Editado: 28.10.2022