Capítulo 19
-Christofer-
Había llegado hacía cinco días, y como si todo se reanudara en mí, ella aparecía capturándome una vez más, mi maldición me había mostrado su boca sonriendo de forma animada, sentí algo de envidia por no poder vivir aquello, la vi acomodarse el cabello llevándoselo hacia un costado, sonreí suavemente casi con desgano porque deseaba no verla tan hermosa y cautivadora, sus manos se deslizaban sobre su ajustado vestido provocando que yo apretase mi mandíbula cuando su fragilidad aparecía frente a mí, observé su mirada siendo intimidada entonces la vi en medio de una sórdida oscuridad siendo atrapada.
Una vez más de forma secreta decidí forzar un poco las cosas, llevaba rato en el bar, cuidándola y esperando el momento para actuar. Cuando ese momento llegó su expresión de sorpresa me agradó, lanzó un suspiro e instintivamente se aferró a mi pecho ocultándose en mí. La abracé por un insignificante instante, no podía desperdiciar mi tiempo. La tomé por la cintura volteándola hacia adelante, la conduje con rapidez hasta una pequeña habitación que se encontraba furtiva dentro de ese bar donde colocaban trapeadores, cerré la puerta tras de mi encendiendo la tenue luz de una lámpara maltrecha que colgaba del techo.
Nina me observó tomando cierta distancia, ¿qué le ocurría? Me quité la gorra dejándola un lado, deslicé mis dedos sobre mi cabello.
—Christofer…—murmuró chocando contra un añejo armario
—Uno de esos tres es Claus, memorízate muy bien ese nombre, no tenemos mucho tiempo—me acerqué hacia ella, pero cuando lo hice Nina parecía asustada su rostro me observaba con cautela.
—No voy hacerte daño…—fue entonces cuando ella relajó su postura extendiéndolo hacia mí, aquello literalmente me desarmó.
La atraje con premura abrazándola, su cuerpo se amoldaba al mío de forma perfecta, deslicé mis manos sobre su cintura, ella pasó sus brazos sobre mis hombros una vez más llevé una de mis manos hacia su nuca escondiendo mis dedos sobre su cabello besándola con intensidad.
A duras penas tuve que detenerme.
—No puedo continuar y si sigo besándote voy a complicar mucho las cosas, —aseguré con voz ronca separándome de ella, —estás condenadamente hermosa esta noche—admití a regañadientes volviendo a besarla con ímpetu.
Esta vez fue Nina quien se apartó de mi
—Creo que alguien está queriendo encontrarme.
—Así es, no puedo dejar que Claus me vea, si se percata de mi presencia digamos que notarían que estoy “rompiendo las reglas”.
—deberías irte, no creo que sea bueno que sigas librándome de todo—susurró, la observé colmando mi rostro de seriedad.
—Estás demasiado atemorizada, ¿acaso mi ausencia en todo este tiempo provocó ese jodido miedo que noto en ti?
—Tú mismo lo dijiste: estás rompiendo las reglas—aseveró con seriedad y preocupación —¿qué ocurrirá cuando ya no desee que lo hagas más?
Su cuestionamiento me encolerizaba, apreté mi mandíbula con fiereza.
—llevas puesto el anillo que te di, entonces, irremediablemente cumplo con mi juramento y lo haría una y otra y otra condenada vez porque yo…te...
—no lo digas—silencié mi boca apretando mis dientes frunciendo mis labios como si los estuviese ahorcando por atreverse a decir algo que sentía con auténtica ferocidad, comencé a apreciar que de una forma odiosa deseaba destruir todo a mi alrededor.
Me separé de ella llevando mis brazos hacia el armario maltrecho, debía ponerme en acción, si seguía allí parado escuchándola, era capaz de salir a trenzarme golpes con Claus. Al moverlo produjo un sonido sórdido, con ello logré dejar libre una vieja puerta anulada con un trozo de madera tan antiguo como todo lo que se encontraba allí.
—¿Sabes? ¡Debes pensar que soy un estúpido! Pero ¡créeme esto ya lo he visto! —bramé arrancando una de las tablas rancias que se cruzaban sobre la puerta, cuando me volteé, Nina me observaba estupefacta, mi voz la había espantado. Y me odié.
Una vez más me volteé hacia la puerta jalando del picaporte arrumbado, bufé molesto, de tanta fuerza que hice desarmé el picaporte era de esperarse muy viejo sumado a muy enojado, el resultado iba a ser ese. Con un fuerte golpe de mi hombro hice tambalear la antigua puerta, que crujía ante cada uno de mis choques. Dolía, pero mi molestia parecía adormecer eso que mi enojo potenciaba, fue entonces cuando la puerta se abrió como si fuese una hoja de papel se meció dejando que el bullicio de la noche compenetrara dentro del pequeño recinto en el que nos encontrábamos. Con rapidez di una sola zancada tomándola por la muñeca, ella solo me observaba apenada, pero yo estaba demasiado dolido como para compadecerme de su pena.
La tome por la cintura conduciéndola hacia la salida solo debía cruzar el umbral y en cuestión de segundos estaría libre de cualquier acechanza, de Claus y de los idiotas que Bastián había contratado para quitarse del medio a Caden y Darrel.
Antes de girarse ella me detuvo poniendo sus manos sobre mi rostro, ¿por qué caía tan fácil? Jadeé soltando un poco de mi enojo, realmente no deseaba que ella calme todo en mi con solo tocarme, cerré fugazmente mis ojos deseando controlarme.
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Editado: 28.10.2022