Capítulo 21
-Nina-
Christofer estacionó su automóvil a metros de su colosal casona, Caden y Darrel caminaban por la hierba riendo y bromeando sobre la impresionante propiedad que poseía. Las luces del amanecer apenas iban surgiendo en el horizonte dando algo de claridad sobre tan extraordinario lugar.
—¡Esto está muy cool! —gritó Caden volteando hacia todos sus costados admirado.
—¿vamos a vivir aquí por un tiempo? —pregunto Darrel pasmado por todo lo que sus ojos captaban maravillándose por tanto esplendor.
—solo por tres días…—respondió Christofer, me llevaba tomada de la mano, íbamos directo hacia la entrada principal.
—¡deberías haber aparecido antes, idiota, este lugar está demasiado genial como para solo pasar tres días! —contestó Caden bebiendo de la lata de cerveza que logró llevarse del bar.
—Por ahora este es el mejor sitio para ustedes tres, y en tan solo un par de días con mi guía deberán aprender de memoria una secuencia, sobre todo tú Nina…
Asentí con suavidad.
—¿No lo estábamos haciendo bien? —inquirió Darrel escupiendo sobre la hierba algo de sangre que aún salía de su boca.
—No. —resolvió Christofer sin rodeos.
Una vez dentro, Christofer les indicó a Darrel y Caden cuáles serían sus habitaciones, para luego conducirme por esos inmensos pasillos hasta la recámara que había dispuesto para mí.
—Esta habitación de huéspedes es para ti, —cuando entramos todo lucía prolijo, había muy pocos muebles, una amplia cama, a un par de metros se encontraba el baño, y el inmenso closet, en una esquina un pequeño sofá con una delicada mesa que daba vista hacia el ventanal donde por allí se podía apreciar el interminable jardín.
—Gracias…—murmuré volteándome para observarlo.
Tenía lastimado el labio inferior, un magullón en la mejilla derecha, llevaba puesta una camiseta de mangas cortas dejando a la vista un par de hematomas violáceos. Indirectamente llevo una de sus manos hacia sus costillas.
—Si algo te duele yo puedo…—estiré mis brazos, pero él de improvisto quitó su mano de las costillas.
—Duele, pero, estoy bien—evadió el tema de forma rotunda, una cierta frialdad penetró su postura y rostro.
Asentí algo confundida.
—Dentro del closet encontrarás algo de ropa para ti, no sé elegir, en caso de que no te guste algo, podrías usarlo por esta noche para que descanses con mayor comodidad, y mañana si así lo deseas podrás buscar algo de ropa en tu apartamento…
—seguro voy a estar bien, —afirmé sonriéndole con suavidad, pero él parecía estar de pronto demasiado serio e imperturbable. Y eso ocurría solo cuando algo yo no podía saber.
Deslicé mi vista por segundos para tomar esa decisión que me resultaba incómoda, pero muy valedera de cuestionar.
—¿puedo preguntar que…—no llegué a terminar mi cuestionamiento que Christofer decidió detener mi pregunta predisponiéndose a irse evadiéndome una vez más.
—No olvides que a partir de mañana tendrás que avisar en tu trabajo que te ausentarás por tres días.
—claro…—murmuré.
—Que descanses.
-Christofer-
Movía mi boca y me dolía, ni hablar de las costillas, ¡jodido imbécil! gemía adolorido, tendría que haber dejado que golpeen más a Caden y a Darrel que a mí, quizás en estos momentos no quedaría como un desequilibrado mental frente a ella por ni siquiera dedicarle ni la más mínima pizca de afecto.
Agradecía tener el cuerpo medio maltrecho, aunque aun así el deseo no cesaba ante el dolor que fogoneaba través de cada uno de los poros de mi piel, mucho menos sabiendo que estaba a metros de mí, viviendo bajo el mismo techo como nunca antes lo habría deseado. Entonces ansíe sentir dolor, un dolor tan grande que me impidiese acercarme a ella aún deseaba resguardar todo eso que vivía dentro de mí y que anhelaba por explotar, pero…no era el momento, si lo hacía ¿cómo podría continuar? Me conocía demasiado bien, y mi maldición me había dado pequeños indicios de algo que aún no lograba deducir y eso me inquietaba.
Me desnudé, entrando a la tina, el agua tibia reflotaba el padecimiento de mi cuerpo cuando mis músculos se relajaban bajo el calor, haciéndome sufrir un poco más, jadeé deslizando mis dedos sobre mi rostro, hundí mi cabeza bajo el agua, y cuando lo hice una vez más mi maldición se apoderó de mi junto a ese sonido que llevaba días escuchando.
El palpitar de un corazón, los latidos eran vertiginosos y efusivos.
Rápidamente me enderecé sacando mi cabeza a flote, deseando quitar ese sonido que me desconcertaba, gemí agitado mientras el agua chorreaba por todo mi rostro. Ese sonido me intranquilizaba, no me asustaba en lo más mínimo, pero, de solo escucharlo lograba turbarme porque me llenaba de incertidumbre.
Aún debía proteger a mi pequeño pasado, y eso ya era todo un desafío…pero era indudable cuestionarme:
¿De quién era el latido de ese corazón?
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Editado: 28.10.2022