Adicción Irresistible ©

Extra 3| Etiquetas

Lotty.

Todo es demasiado lindo a mí alrededor. La noche, las luces centellantes a la lejanía, las olas de aire que besan cada centímetro de mi piel expuesta, el sonido de la cascada mientras el agua aterriza bruscamente contra las rocas.

Sí, demasiado hermoso para ser real.

Me he devuelto a la cascada mientras los chicos continúan en el parque. Quise convencerme de que solo lo hacía para darle más privacidad a Noah y Sierra. Es demasiado evidente la tensión que existe entre ellos. Pienso en los hijos que podrían tener, y se me termina arrugando el corazón de ternura. Heredarían la locura de Sierra junto a la inteligencia y sabiduría de Noah.

Harían locuras, actuando sabiamente. Me río en mi soledad ante mi comentario.

Entonces, el ruidillo de un par de pisadas quebrando las frágiles ramitas esparcidas por el rocoso suelo, me hace entrar en estado de alerta. Sobre todo, cuando me percato que se trata de Justin. Sus ojos plomizos se encuentran clavados sobre las rocas que se juntan para construir un suelo rudimentario.

Él levanta la mirada, centrándola sobre mí.

Mi pulso se dispara. Me pone nerviosa estar a solas con Justin, lo cual, me sorprende a grandes escalas porque casi ningún chico ha conseguido ponerme nerviosa en la vida.

Puede que eso se deba a que únicamente hablo con chicos buenos y amables, mientras que Justin Brandon es solo otro fuckboy más.

―¿Interrumpo un momento de reflexión nerdístico, nerd? ―pregunta con su rasposa voz que me escuece los huesos.

Trato de no arrugar el ceño ante su peculiar elección de palabras.

―No creo que esa sea una palabra ―destaco.

El atisbo de una sonrisa ladeada aparece en sus labios.

―¿Segura? La he leído en un diccionario una vez.

―¿Acaso has leído algo alguna vez? ―arqueo una ceja con acusación.

Su sonrisa se acentúa por varios centímetros.

―No me conoces tan bien, nerd ―sentencia tras coger asiento sobre una roca.

Me mantengo como planta, estática, evaluándole en mi cabeza ágilmente; detallo su vestimenta: un short de mezclilla color gris, una franelilla con la bandera nazi, y un par de zapatillas que en algún instante de la historia fueron inicialmente blancas. Luego, detallo mentalmente su posición corporal: piernas flexionadas, brazos relajados, vista al frente.

Trata de no mirarlo, Lot. Me obligo a mí misma.

Tras lacónicos segundos de un mortificante silencio, Justin extrae una cajilla de cigarrillos del bolsillo de su short. Saca uno, lo enciende y se lo lleva a los labios.

―¿Quieres uno? ―inquiere, alzando el que anteriormente tenía en la boca.

Meneo la cabeza, velozmente. Nunca he fumado en la vida. Ni siquiera era algo que me había propuesto intentar.

Justin me lanza una mirada que explicita un «como quieras» y procede a fumar con tranquilidad.

Dirijo una rápida inspección a mí alrededor. Estamos a oscuras, y la luna es nuestra única fuente de luz, además de las luces coloridas del parque. Siento a mi estómago apretarse con fuerza al hallarme en medio de la bruma que ha comenzado a ascender.

Inhalando hondo, decido coger asiento a su lado. No digo nada, y el único sonido que se puede apreciar es el rugir del viento, el de la cascada y el de los pequeños saltamontes que habitan en el ecosistema a nuestro alrededor.

―No me sorprende ―dice de pronto. No me mira, solo mantiene sus ojos grisáceos incrustados sobre el ambiente.

No entiendo su comentario. ¿No le sorprende qué cosa, exactamente?

―¿Uh?

Decididamente, Justin traslada sus ojos sobre los míos, estimulando a los centros respiratorios distribuidos en mi bulbo raquídeo.

―No me sorprende que no fumes ―guarda silencio durante un par de segundos―. Seguramente, ya sabes lo que vas a hacer a fin de año, cuando nos graduemos de la preparatoria, ¿no es así, nerd?

Siento un cosquilleo inusual en mis brazos, repentinamente.

―Iré a la universidad de Boston, probablemente.

Arquea sus cejas, radicalmente sorprendido. ―¿Boston?

Asiento. Mis glándulas salivales se detienen.

―Boston.

―¿Qué planeas estudiar allí, en Boston?

―Comercio internacional ―mi voz emerge automatizada, como si mi manojo de tarjetitas mentales tuviese cada respuesta de un modo demasiado automático.

Justin se limita a asentir. Inhala el contenido de su cigarrillo, y luego suelta una gran nube de humo que alcanza mis fosas nasales.

―Comercio internacional. Suena peculiar...

―Gracias ―digo.

Justin clava sus plomizos orbes sobre mí. Una satírica sonrisa se ajusta en sus labios.

―Peculiarmente aburrido, Gilbert ―zanja, interrumpiéndome.

Su respuesta consigue hacer que el enojo nazca en mi vientre.

―¿Perdona? ―sueno ofendida. Y, ¡lo estoy! Me hace sentir tan estúpida el hecho de que se tome a juego todas y cada una de mis respuestas.

Justin suspira, antes de coger el cigarrillo y lanzarlo al suelo. La punta de su zapatilla aplastándolo, posteriormente.

―Yo sé que engañas a todo el mundo con esas tonterías de querer ir a Boston a estudiar esa mierda de comercio internacional; incluso, noto el modo en el que te esfuerzas por convencerte a ti misma de ello ―hace una pausa―. Pero, tan solo son engaños. Tú y yo sabemos que no quieres nada de eso. No quieres irte a Boston. No quieres pasar cinco años estudiando una carrera que no te agrada en lo absoluto... ―toma una profunda bocanada de aire, entretanto, el fantasma de una sonrisa amarga se ajusta en sus labios―. ¿Qué quieres en verdad, Lotty Gilbert? ¿Qué quieres hacer tú?

―Ya te dije; estudiaré en Boston comercio internacional ―hablo con serenidad.

Justin suelta una carcajada burlona.

―Sin mentirte, Gilbert. ¿Qué quieres tú realmente? ¿Qué desea hacer la verdadera tú si no tuvieses tantas cadenas encima?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.