El profesor Valencia entró al salón sin mirar a nadie, ya no tenía en el rostro esa mirada divertida que siempre les daba a sus alumnos era distinto... parecía molesto y no era para menos, la carta que había encontrado el día anterior lo sacó de sus casillas.
¿Quién se creía que era?, se decía en su interior, no era más que una boba chica con ganas de meterse donde no le importa.
— ¡Silencio! — dijo sin gritar pero con una voz dura e imponente. Todos le hicieron caso sin objeciones —. Ya estuvo bueno, no sé quién sea el chistosito o chistosita que me haya mandado esta carta — mostró el pedazo de papel morado —, pero no se va a quedar así quiero que en este momento confiese él o la cobarde que solo quiere joder. No me gustan los juegos de "voy a jugarle al psicólogo con el profesor Valencia" he tenido mucha tolerancia pero ya no.
Miró a todos sus alumnos, hasta el más desesperante de los estudiantes se había quedado pasmado ante sus palabras. Solo tres veces habían visto al profesor Alejandro Valencia molesto, en una de ellas les dejó un trabajo que solo uno terminó y en la otra los dejó salir ya de noche aun cuando no estaban haciendo nada.
—¿Nadie va a hablar? — al ver que nadie confesaba continuó —. Bien, quiero que uno por uno pasen al frente con su mochila y saque todo lo que tiene dentro.
Fue pasando lista uno por uno, veía con atención cada libreta, bolsa sin abrir, basura y hasta las lapiceras de los alumnos pero no encontró el blog de notas con hojas de distintos colores pasteles.
Suspiró al darse cuenta que en ese salón no estaba el bromista. Se disculpó con sus alumnos y comenzó a explicar en los pocos minutos que le quedaban de clase, al final de esta dos alumnas de las que no recordaba su nombre se acercaron a pedirle permiso para ir al baño... bueno, solo una de ellas porque a la otra le daba igual.
—Profe, quite esa cara de enojón que le van a salir más arrugas — dijo la que siempre hacía preguntas en la clase de nómina, el hombre sonrió por primera vez en toda la clase.
—Y a ti que te importa, eres de repite — le dijo dándole un leve empujón en el brazo.
Las dos chicas salieron del salón. Una alumna de voz estridente que se sentaba frente al escritorio le preguntó sobre esa carta pero solo obtuvo un "no es de tu incumbencia" en cambio a Kristal, sí, con "K" le contó sobre ella a lo que solo rio.
—Tiene una acosadora profe.
—Ni me lo recuerdes, a ver si no me viola — bromea, ese es el profesor que todos recuerdan, el que se ríe y bromea sobre todo, no el enojón.
Siguió pasando la mirada por el salón pero no, no notaba algo distinto a lo de siempre igual que con los otros grupos a los que les pidió hicieran la misma dinámica de las mochilas.
Tal vez estoy enloqueciendo, pasó sus manos por su oscuro cabello revolviéndolo y cerró sus ojos, pero algún día sabré quién es la acosadora cobarde.
La curiosidad lo estaba matando lentamente, ¿quién podría ser? En cada salón que daba había, por lo menos, cuarenta alumnos y la mayoría eran mujeres... sí, la tiene difícil para encontrarla o encontrarlo.