Transcurrieron 30 minutos para que la mujer ya se empezará a desesperar al ver que todavía nadie había salido del establecimiento, comenzando a pensar otra segunda opción de entrar al lugar pero sería algo más escandaloso de lo que había previsto. Estando a punto de empezar a subir al techo, vió pasar a un hombre de traje con complexión robusta qué parecía estar pasado de tragos por su tambaleante caminar. Al ver Mai el estado del tipo, levantó la ceja y sonrió por ése hecho, para después soltar su agarre por el dónde iba empezar a subir al techo. El caminar de Mai era lento y tranquilo entre más se acercaba hacia la dirección en la que iba el hombre, hasta que estuvo a una corta distancia de él fué cuando levantó la voz para hablar y que el hombre la escuchará.
—Disculpe ¿sabe por dónde queda un hotel cercano? es qué soy foránea y no tengo a dónde dormir —mencionó con un tono de voz pasivo y calmado pero sin suavizar tanto su forma de hablar.
—¿Eh? —Volteo a verla pará después proceder a sonreír y responder, pero sin dejar de mirarla de arriba a abajo mientras comenzaba a pensar cosas perversas— así que eres foránea, sabes te podría llevar a un hotel cercano en mi auto después de todo es peligroso estar sóla a estas horas de la noche y más cómo lugares como éstos.
—No creé que está muy pasado de copas para manejar —respondió a su propuesta, notando como el hombre no le sentaba bien sus palabras decidió sonreír y soltar una pequeña risita para disminuir el ambiente que estaba junto al hombre, luego de unos minutos de silencio volvió a hablar— pero usted me produce mucha confianza, se ve buena gente.
La respuesta de Mai hacia el hombre fué muy bien aceptada ya qué él alcohol lo hacía estar mucho menos atento a sus sentidos, la rapidez en la que aceptó su propuesta fué mucho mejor de lo que esperaba Mai. Ambos se dirigieron al auto de él, mientras le hacía halagos sobre sus rasgos extranjeros, su cara y su color de piel de tono cálido y bronceado suave no del todo moreno, le llamó bastante la atención. Los cumplidos siguieron hasta llegar al coche cuando el señor se dió la vuelta para abrir su auto, en ese instante Mai aprovechó y sacó de la bolsa de su enorme abrigo una pequeña toalla llena con cloroformo, para luego proceder a forzar al hombre a que la respira durante un buen rato; hasta que se quedó dormido. Al verlo completamente sin responder lo hizo aún lado y le quitó la tarjeta de acceso a la reunión, ya estando lista para entrar y robar aquella documentación fué que se empezó a dirigir otra vez a la dichosa fiesta de los mafiosos, pero no sin antes irse sin la joyería que traía el hombre no teniendo ni un pequeño remordimiento de robarle a un ladrón de su país.
Por otro lado dentro de la celebración de uno de los líderes más importantes de la mafia, había un aproximado de 100 invitados dentro de esa edificio él cuál era el único que estaba en muy buen estado en toda la colonia. En el penúltimo piso estaban algunos del gobierno quienes trabajaban para su propio beneficio, ellos y otros de los mafiosos más peligrosos comenzaron a hablar sobre un obstáculo en común; el cuál era la famosa arma humana del gobierno. Todo el ambiente del salón empezó a colapsar cuando profundizaban el tema de “Quin”, se podía escuchar las quejas que hacían. En especial un senador de Nueva York se empezó a quejar mucho más.
—Debemos hacer algo, él dichoso Quin es simplemente molesto, el maldito se atrevió a quitarme un ojo frente a todos en la mesa redonda de hace una semana, ese tipo será nuestra ruina si tienen suficientes pruebas contra mí—la forma en que hablaba él senador mostraba su evidente enojo, las palabras iban dirigidas a él jefe de la mafia en londres.
—Vamos no te enojes, te queda perfecto el parche en la cara ¿o no cariño? —la última palabra fue dirigida a su mujer que estaba sentada encima de él.
—Pues se ve mejor que antes más galán—Dijo mientras le daba un guiñó al hombre que se estaba quejando.
Sus palabras de la mujer hicieron reír a todos y avergonzar un poco al senador, haciendo divertido el momento hasta que se empezaron a quejar de nuevo pero ahora la traían también en contra del senador. Hasta que el organizador de la fiesta se paró de su asiento junto a su mujer y agarró del cuello al senador para después azotarlo contra una mesa para proceder a insultar tanto cómo a él y Quin, quien no estaba presente.
—¡¡¿Crees que soy idiota?!! —alzó la voz haciendo callar por unos instantes la música— Escúchame bien estoy consciente de quién es Quin, no lo conozco pero sé que es un hijo de perra y no va a arruinar nuestros planes, es invencible entonces haremos una copia exacta de él o mejor.
—Ni siquiera sabes quién es Quin, es un monstruo un arma del gobierno que podrán usar si nos descubren me van a matar —Dijo con desespero y temor en su voz.
—No me importa si te matan, tu caes sólo de todas formas no eres tan importante en todo esto, nosotros simplemente estamos en la sombra y respecto a ese maldito ten por seguro que tenemos a gente más arriba de tí que nos tienen al tanto de sus operaciones —mencionó con absoluta molestia e irritación que está su rostro se podía notar.
Al terminar de hablar fue a buscar una botella de vidrio cerca de él para romperla en su cabeza hasta que fue interrumpido por sus guardias al detectar un intruso en el último piso de arriba del edificio donde se ubica sus papeles y documentos que utilizaba para sus tratos con otros mafiosos y gente de su mismo negocio. Sin mucho tiempo de espera llegaron hacia él último piso, abrieron de una patada la puerta mientras apuntaban con el arma a el intruso que se había infiltrado. Las armas de tres hombres estaban apuntando a la infiltrada, Mai no hizo nada al respecto solamente se podía ver sus manos levantadas y sus ojos sonriendo junto a ella; ya que tenía cubierta la boca y parte de la cabeza teniendo solo los ojos destapados. El silencio se rompió cuándo empezó a sonar un pitido como si fuera un cronómetro, al empezar a escuchar ése sonido Mai habló con tranquilidad.