Me acaba de surgir un pensamiento bastante alocado.
El alma, del latín anima, es definida en el diccionario como una unidad dinámica de estados de conciencia y estados mentales. También es definida como sustancia activa, de carácter no material, como razón de la materia, con el don de comprender, desear y sentir, y la capacidad de informar al cuerpo y junto a él constituir su esencia. El alma es el poder que da movimiento y vida al cuerpo; es su energía vital, es la vida.
Recuerdo de una película no el título de la misma sino un tatuaje en la espalda del antagonista: se trataba de un Alma (femenina) ardiendo en llamas. A esta imagen se la llamaba "Ánima Sola" (traducido –creo que desde el latín- sería "Alma Solitaria"). No sé por qué, pero esto causó en mí un desconcierto intelectual.
¿Por qué 'ánima' es sinónimo de 'alma', y a la vez tan parecido a 'animar'?
¿Por qué a los dibujitos animados orientales los llaman 'animé'?
Entonces, mi cabeza entró en un círculo de reflexiones: Ánima es sinónimo de alma, y el animé es, justamente, una animación. Este último término proviene de 'animar'; éste, a su vez, significa dar ánima (etimología), por lo tanto, dar alma. Pero, fundamentalmente, por lo general se lo usa para expresar 'dar movimiento'.
Para que haya movimiento de un cuerpo físico tiene que sí o sí haber una energía que se lo permita, y la energía necesariamente debe ser transmitida por cualquier otro cuerpo (o por el mismo cuerpo) a través de fuerzas actuantes que lo impulsen al movimiento. Por lo tanto podríamos, hasta ahora, establecer tres definiciones para el término 'animar':
1. Dar alma;
2. Dar movimiento;
3. Dar energía.
Si tanto ánima como alma, como movimiento, o como energía son sinónimos entre sí, ¿no sería alma sinónimo de energía?
Éste es el gran paso: la relación entre lo místico y lo mundano. Con la hipótesis de que el alma es, en realidad, energía (con la que elegí dar respuesta al problema) se estaría planteando la existencia mundana y corpórea, física, íntegra y casi tangible del alma.
Hay veces que pienso que quizás mi mente volara demasiado. Pero algo dentro de mí se aferró a esta breve hipótesis de que el alma realmente sea la energía del cuerpo, no sólo de las personas, sino de todo lo que conserve, científicamente, vida.