A Karen le encantaron los bollitos que ha traído Dean; nunca había probado los de esa pastelería, eran muy caros, y están muy lejos de casa. Se ha comido dos con un vaso de leche, y para sorpresa de Dean, Karen también lo sorprendió con unas albóndigas en salsa verde. Fernanda le dijo que esa era mi comida favorita, así que cuando Dean se fue esa mañana, Karen le pidió el favor a uno de los guardaespaldas que se quedaban al cuido de ella y Sean le dio una lista de lo que necesitaba para preparar las albóndigas. Dean no se lo imaginaba; no sabía cómo procesar que Karen hiciera ese detalle con él, y menos aún se daba cuenta de que él lo hizo también, pero el más feliz era Sean: amó las albóndigas y también el bollito, aunque sólo se comió una parte pequeña de la porción.
—La próxima semana, tengo que ir a mi ex trabajo; mi jefe me quiere liquidar. ¿Puedo pedirle a uno de tus guardaespaldas que me lleve?
—No tienes por qué pedirme permiso, ellos están a tu disposición.
—Gracias, pero prefiero avisarte.
—Está bien, ¿te llevarás a Sean?
—Me lo llevaré; mi jefe también lo quiere ver, no sé cuándo lo volvamos a ver, y quiere despedirse de él.
—De acuerdo, no hay problema, la próxima semana tengo cita con el abogado; veremos cómo va el proceso de adopción de Sean.
—Ojalá pronto puedas adoptarlo. —Karen se moría de ganas de que Sean por fin sea adoptado por su tío; así ella puede estar tranquila.
La plática pasó de hablar de Sean a hablar un poco de la vida. Dean es un buen conversador, pero no lo es con todo el mundo, y a pesar que Karen no conoce muchas cosas, le gusta escuchar y aprender cosas nuevas. En estos momentos Dean le estaba platicando un nuevo proyecto. Para sorpresa de Dean, Karen conocía un poco del tema, y a él le encanta hablar sobre su trabajo.
La puerta es tocada. Dean se imagina que es uno de sus guardaespaldas; no está acostumbrado a recibir visitas; no se molesta en levantarse; solo grita un pase.
—Hola, Dean.
Dean, Karen y hasta Sean miran a la persona recién llegada.
—¿Pamela?
Pero Pamela ya no le contestó; solo mira fijamente a Karen que está sentada a un lado de Dean. Esa cercanía no debería existir entre una empleada y su jefe y ella lo sabía muy bien.
—¿Qué haces acá?
—He venido a conocer al niño que vas a adoptar ¿Es él? —señala a Sean.
El niño, al sentirse señalado, sale corriendo hacia Karen.
—¡Mamá!— Sean sube a las piernas de Karen buscando seguridad.
—¿Mamá? ¿Por qué le llama mamá?
Dean se levanta. Si bien Pamela había ido en algunas ocasiones a su casa, la última vez fue cuando le trajo la pieza italiana.
—Ella es Karen, no es su mamá, pero Sean la quiere como si lo fuera —le susurra; no quiere que Sean escuche, sabe que no tiene edad para entender, pero no quiere que lo escuche.
—¿Cuántos años tienes?
Karen, que hasta el momento se había quedado en silencio viendo disimuladamente a la mujer que estaba frente a ella; Pamela se ha cambiado de ropa; ahora lleva una minifalda que deja sus esbeltas piernas al descubierto; en la parte de arriba es un top blanco. Karen no puede dejar de imaginarse que en cualquier momento sus amiguitas se le van a salir; ella jamás podría usar unas prendas a sí, en primera porque no tiene ni esas piernas ni mucho menos ese par de amiguitas.
—Tengo 27 años, señorita.
—Ella es Pamela, una amiga—musita Dean.
A Pamela no le gustó nada que la presentara como su amiga; no podía evitar los celos. Jamás Dean le había dado motivos para eso, pero tampoco le ha dado motivos para estarlo, ya que no tiene una relación formal.
—Le he traído un regalo al pequeño. —Pamela levantó el regalo que había estado en sus manos.
—Gracias, no debiste molestarme.
—No es molestia, quería conocerlo.
Sean se abraza más a Karen, no le agrado en absoluto Pamela.
Ella intenta acercarse, pero el niño llora.
—No es muy sociable —dice con desagrado, pero sutilmente, para que Dean no lo malinterprete.
—Solo no te conoce.
—Ya me conocerá entonces, debo irme; te veo en la noche para pasar una gran noche y terminar en tu departamento —se acerca a Dean, le da un beso en la orilla de los labios, después le entrega el regalo y se va sin despedirse de Karen y Sean.