Un día nuevo inicia y con el la posibilidad de que algo nuevo y completamente inesperado ocurra, iniciando con el hecho de que tengo que asistir a un orfanato a dar clases de lo que yo supongo seria algo básico y esencial para los niños, como español o matemáticas, dudo mucho que se tenga algún financiamiento para tener un aula de computo.
Al llegar a la escuela saludo brevemente a la encargada de la entrada y me dirijo hacia la oficina de la directora, la madre Paty, quien ya debe de estar esperándome para proporcionarme la información necesaria para poder dar clases a los que serán mis alumnos por esta semana.
— Buenos días Madre Paty — digo asomándome a su oficina
— Buenos días Dalia, pasa y siéntate hija — me dice con una sonrisa y señalando una silla enfrente de su escritorio, como detesto que me llamen 'hija' parece demasiado condescendiente
— gracias — sonrío y me siento frente a ella
— ¿Estas lista para ir a darle a esos pobres niños del pan de la sabiduría?
— Claro que si madre — a veces me pregunto de donde sacaran todas esas expresiones
— muy bien, ten — me extiende una hoja con una dirección escrita en ella — esa es la dirección del orfanato, no está tan lejos de aquí puedes caminar o tomar una de las bicicletas, al llegar pregunta por la madre Inés ella te dirá que hacer
— okey madre, ¿alguna otra cosa?
— Si ¿le puedes entregar estos libros?
— Claro
— muchas gracias hija, ahora ve no se te vaya a hacer tarde
— gracias madre la veo luego
— Hasta luego hija, que Dios te acompañe
Salgo de su oficina y me dirijo a lo que es el estacionamiento de la escuela ahí hay transportes para los maestros desde carros hasta bicicletas y en casos muy extremos llevamos a los niños hasta sus casas en estos carros.
— Buenos días Rodrigo — saludo al encargado de resguardar los vehículos
— Buenos días maestra Dalia, ¿necesita algún vehículo?
— si por favor, una bicicleta
— Claro — responde, le quita la cadena a una de las bicicletas y me la entrega — aquí está, que le vaya bien maestra — y abre la puerta
— gracias Rodrigo hasta luego — salgo de ahí, pongo los libros y mi bolsa en la canasta de la bici, antes de emprender camino busco la dirección en mi celular, tenía razón la madre Paty no está tan lejos no hay forma de que me vaya a perder, con la ruta trazada subo a la bicicleta y me voy.
No tuve ningún problema para llegar, estaba a punto de tocar la puerta cuando está se abre, sobresaltándome
— Hay hija, ya venía a ver si no tenías ningún problema para llegar — dice la madre cuando me ve en la entrada
— gracias madre, pero no tuve ningún problema, llegar fue muy fácil
— gracias a Dios, pasa hija, pasa — dice haciéndose a un lado y abriendo la puerta por completo para que pase con todo y bicicleta, al entrar ella cierra la puerta tras de mi — puedes dejar aquí recargada tu bicicleta.
El salón principal estaba algo grande y humildemente decorado, eso sí había un par de fotos de Santos, estacione la bicicleta lo más pegado a la pared con cuidado de que no estorbara la puerta, saque mis cosas de la canasta.
— eres Dalia ¿Verdad?
— así es y ¿usted es?
— soy la madre Inés, mucho gusto — me extiende su mano y yo la tomo en forma de saludo
— el gusto es mío madre, la madre Paty me dio estoy libros para usted — digo extendiendo los libros que me habían dado
— muchas gracias, acompáñame, te mostraré tu salón y a los niños a los que darás clases — empezamos a caminar y llegamos a un pequeño patio — espero no te moleste dar clases de español y matemáticas, sé que eres maestra de computación pero no tenemos dinero para el equipo
— no hay ningún problema madre Inés, yo encantada de poder enseñar algo diferente a lo que normalmente doy
— perfecto — dimos una vuelta y subimos las escaleras, llegamos a un pequeño salón, estaba un poco viejo o simplemente estaba sucio, los niños esperaban pacientemente a que alguien llegara, no puede evitar fijarme en que lo único relacionado a la religión aquí era un cuadro de la virgen María que colgaba tristemente encima del pizarrón.
— Buenos días niños — saluda la madre Inés entrando al salón y yo entro detrás de ella
— Buenos días madre Inés — dicen todos los niños a coro parándose de sus sillas
— pueden sentarse, ella es la maestra Dalia, les va a dar clases de español y matemáticas durante esta semana, quiero que se porten bien con ella ya saben que cualquier indisciplina será castigada — me pregunto como los castigará, pienso — muy bien, todos suyos maestra a las once hay un pequeño receso de media hora para que los niños coman, nos vemos — la madre Inés está a punto de salir del salón cuando se detiene — casi lo olvido, ten — me da dos libros — estos son los libros con los que enseñamos, ellos tienen sus cuadernos y te pueden decir que fue lo último que aprendieron
— okey muchas gracias
La madre se retira del salón dejándome con los niños, le doy una mirada a los niños parece que tienen entre 6 y 12 años de edad, se ven sanos, parece que los tratan bien y sus ropas no lucen tan viejas, les regalo una sonrisa y camino al escritorio donde dejo mis cosas, los libros que la madre me dio traen unas notas pegadas, español es primero y después del receso toca matemáticas.
Un movimiento en frente de mi me distrae, levanto la vista encontrándome con una niña como de 6 años que a comparación con los demás niños sobresale, su piel está como bronceada así como cuando regresas de la playa con el bronceado perfecto, su cabello llega hasta debajo de sus hombros es de color negro de esos negros tan oscuros que es difícil de encontrar y es totalmente lacio, sus ojos son negros con destellos grises o plateados pero no hay ojos color plateado que yo sepa, viste un vestido blanco con un moño rojo y unos zapatitos rojos, en sus brazos trae una muñeca. La niña me sonríe y le regreso la sonrisa, ahora si tengo que iniciar la clase.