(Virgo)
04-01-2015
Los primeros rayos del sol entran por la pequeña ventana de mi cuarto. Siento su afecto haciendo que al instante me levante de mi mullida cama. Por mucho que quisiera, todavía me gustaría estar dentro. Pero, desde que estoy viviendo en este universo, se me está haciendo costumbre levantarme a horas tempranas del día. En fin.
Salgo de mi cama bostezando. Me coloco mis zapatos planos y es cuando me surge una duda: ¿cómo duermen los demás? Sí, sé que suena extraño, pero me causa demasiada curiosidad saber de qué formas duermen los otros once. En mi cuarto, por lo visto. Cáncer y Leo duermen como dos angelitos. Su sueño para mis ojos se veía "pesado" Dicho de otra manera; esos dos parecían hibernar más que dormir.
Sintiendo desesperación, salgo de mi alcoba para dirigirme a aquella que se encuentra justo a mi izquierda. Entro con cuidado empujando la puerta despacio. Veo que en este se encuentran Aries, Tauro y Géminis. El primero emitía unos fuertes ruidos mientras descansaba; su cama ya estaba un completo desastre y una de sus sabanas se había caído al piso.
A continuación diviso a Tauro, yo era capaz de reconocerla por su cabello rubio claro y su ancha frente. Por raro que suene, podía distinguir en su rostro dormido unas señas de preocupación ¿Qué estará ella soñando? Bueno, al final sólo Dios sabe.
Al tercero a quien miro, es al torpe de Géminis. Sí, digo torpe porque él no para de moverse, y al igual que el primer signo; se encuentra haciendo ruidos, aunque de menor sonoridad.
—Ah, ah...equis videos...equis hámster...Brazzers...RedTube...siento que los necesito —susurraba con cierto tono afeminado de voz.
No puedo evitar soltar una pequeña carcajada. Ver a Géminis así me provoca ganas de querer darle una cachetada y un abrazo al mismo tiempo.
«Suficiente de estos tres», digo con la mirada en alto. En tanto veo el opaco tono de amarillo que está presente en las paredes del sitio.
Me dirijo a la puerta y la cierro con cautela. Doy unos pasos y me hallo de nuevo en el "pasillo" Camino un poco más, hasta encontrar la tercera habitación, cuya puerta se halla abierta de par en par. Entro por esta, noto que sobre las camas se encuentran los siguientes signos: Libra, Escorpio y Sagitario. Seguido, escucho unos fuertes ronquidos, parece que estos provienen de los dos signos masculinos presentes. Es ahora cuando me compadezco de la pobre Libra, seguro que ella, en cualquier momento despierta.
Un pequeño dolor pasa por mi cabeza, reconozco que algo malo podría haber por esta habitación. En lo probable, seguro es un ente, espíritu maligno o cualquier cosa relacionada a Satán. Consternada, abandono la habitación. Al salir dejo la puerta cerrada.
Vuelvo a caminar algunos pasos, en esta ocasión al último cuarto de los cuatros. Por segunda vez me encuentro con que su puerta se halla abierta por completo. « ¿Es que esta gente no tiene sentido común?», pienso al respecto. Me adentro en la alcoba. Observo que los últimos tres signos, bueno, dos de ellos: Capricornio y Acuario, duermen de una manera tan placida, con sus sabanas en orden. Por el contrario, Piscis es un soberano desastre. Ella, aparte de fingir que ronca, tiene sus blancas sabanas sobre el piso, de paso está en mala posición; con una de sus piernas sobresaliendo. «Ay Piscis, ¿qué demonios haré contigo, pareces ser tan revoltosa como un signo masculino?», enfoco viendo la situación.
Me acerco hacia la cama del signo de los peces, toco con mi mano su superficie. Siento que el objeto de tonos marrones podría estar elaborado con una madera fina. Paso mis dedos por sus fundas, noto que su material no es tan bueno. Sintiendo que, en cualquier momento, el doceavo signo puede despertar; me alejo de ella lo más pronto. Otorgo un vistazo final al cuarto. Sus paredes tienen el mismo color que el de los otros: amarillo. El piso sobre el cual me sostengo es de porte medio; el sitio, en general no presenta mucho desorden. Después de hacer ese análisis, me salgo dejando el portón cerrado.
Mi estómago emite un ruido, es señal de que tengo hambre. Tengo la certeza de que en la cocina debe haber comida. Voy caminando normal por los pasillos de la casa. Llego al salón; todo está en orden, bueno, al menos eso parece. A continuación, entro al cuarto de cocina. Es ahí cuando que pierdo mi cabeza.
— ¿Pero qué diablos sucedió aquí? ¿Por qué todo está tan desordenado? —me desespero al notar que la cocina se encuentra tan sucia. Las horribles manchas en el piso, las paredes beige llenas de mugre, el lavaplatos con el agua a medio chorrear. La mesa con los platos que no fueron lavados anoche. En definitiva, esas son cosas desesperantes. Aturdida me llevo las manos a los ojos para ignorar tan horrible escena, que, al final termino por llevarse mi precoz apetito. Me marcho del lugar. Tomo la decisión de ir al baño a hacer mis necesidades. Si bien no me equivoco, el cuarto del váter está cerca.
Me encuentro ya en la sala, empiezo a mirar si se encuentra bien. Noto que, por el cristal de la ventana, unos pequeños rayos de luz intentan escabullirse. Al menos comprendo que, en este universo, también hay un sol idéntico al que yo veía aquellas mañanas pasadas. Intento no afligirme, camino de forma desesperada por mis alrededores sin encontrar rastro alguno del baño. De forma espontánea me desespero. Tomo el camino que según sé, me guía hasta las alcobas de los demás signos. A lo mejor descansar un tanto me ayuda con mis nervios.