Celeno
(16-01-2015)
Me encuentro en el trabajo atendiendo a los clientes. El día de hoy, es decir domingo, hubo y sigue habiendo una considerable afluencia de gente en el restaurante; pese a que es pueblo chico.
—Celeno, Celeno, ¡apresúrate con la comida para la mesa seis! —me grita una de mis compañeras.
— ¡Ya voy! —contesto ajetreada. Camino hacia la mesa mencionada. Les entrego sus sopas; se trata de una pareja joven. Ambos me ven con una cara de enojo. Yo me retiro de manera discreta. «Ojala pudiera irme ahora mismo», refunfuño.
—Celeno, ¡te necesitamos en la cocina, debes atender otra orden! —me llaman de nuevo. Corro a donde me necesitan, una de las cocineras presentes me mira y se ríe. «Carajo, ¡caí en una broma!», frunzo el ceño, trato de contener mi enojo. El humo de las cocinas enajena mis ojos. Me retiro del lugar y voy directo a la caja del restaurante, en la cual, la señorita gerente brilla por su ausencia. «Maldita niña mimada», digo dentro de mí. El cliente frente a mí pasa un billete, lo veo; es de cincuenta kchs*.
— ¿Cuánto es mi cambio? —pregunta el señor, perdón adolescente.
—Treinta cinco kabochianos —respondo.
— ¿¡Treinta cinco, eso es una estafa!?
—Joven, yo no tengo la culpa de que los dueños suban la comida a estas horas —reniego. Le entrego su dinero al muchacho; él se va. El estrés no deja de fastidiarme, el cansancio lo mismo. Sin importar que haya personas mirándome, coloco los brazos sobre el mostrador, seguido decido ponerme sobre estos. Cierro mis cansados ojos, ya nada me importa.
—Celeno, ¡despierta! —grita una voz femenina. Su timbre es tan fuerte que consigue despertarme de un golpe. Le miro, se trata de Adelaida; una de mis compañeras. —Celeno te dormiste, ahora la señora Astenlyx está molesta, y su marido igual.
— ¿Sabes qué? ¡Renuncio! Ya me cansé de este sucio trabajo ¡Dile al don y su doña que se pueden ir a la mierda! —reniego. Me quito el delantal en frente de todos. A partir de este momento me siento libre. Camino hacia el portón del local, salgo tirando la puerta con fuerza. Respiro, miro, aprecio….en verdad tener libertad se siente tan bien. Me quito la liga de mi negro cabello, muevo el pelo aire como nunca antes.
—Esto es maravilloso —digo—. De inmediato noto que a unos centímetros de mí se encuentra un niño con cabellos castaños de un tono medio, ojos verde oliva, y vestido con un canguro azul, y un pantalón plomizo. — ¿Qué carajos miras, niñato de mierda? —hablo—. Deberías estar en tu casa, en este pueblucho no tienes nada que hacer…Bezel Matphis Circinis.
El muchacho sigue mirándome con esos ojos de estúpido, de estos comienzan a salir lágrimas. No me interesa si llora, yo sólo quiero irme a casa. Me alejo del niño, la poca pero aturdidora luz de los faroles, lastima mis preciosos ojos violetas. «Espero que mi amado Alniyat y su hermano Iclarkau no estén haciendo desastres en casa», me hablo. El trayecto que debo recorrer es bastante largo, pero un momento, soy una Conciencia y uno de mis poderes es la tele-transportación. Apenas debo decir una estúpida palabra en el jushakró moderno —luskró— y estaré en casa.
— ¡Tyklasxon!* —grito. Cierro mis ojos, siento aquella magnífica energía recorrer mi cuerpo humano. El color blanco me nubla la mente por completo, en medio del caos aprecio electricidad; mas no me causa ningún daño. El suceso pasa, abro mis pupilas y ya estoy en la puerta de mi casa. «En verdad fue divertido hacerlo», pienso.
Toc, toc, toc
Toco la puerta, espero paciente, de forma amable, un sonriente Iclarkau me abre. Su sonrisa es señal de que pase. Entro y huelo el ambiente a casa; es tan agradable.
—Hola Celeno, ¿cómo estuvo tu día? —pregunta el nene de pupilas negras, piel morena y cabello cenizo.
—De maravilla, hoy renuncié a mi trabajo. Mis jefes y compañeros se pueden ir al carajo.
— ¡Esa es la chica de mi hermano! —exclama—. ¡Alniyat, Celeno renunció a su empleo!
—Que maravilloso. Hermanito, mejor pregúntale si tiene hambre —intercede Alniyat.
Sin que me digan nada me dirijo a la cocina. Al entrar veo que Alniyat se encuentra cocinado. «Me pregunto qué nueva receta tiene este hombre» Voy en dirección de mi amado, le cubro los ojos con tal de hacerle una broma.
—Celeno, sé que eres tú, torita de mi alma —habla “Alni” con voz dulce.
—Eres un adivino, mi bichito querido —respondo quitando mis manos.
— ¿Tienes hambre?
—No, en realidad casi nunca la tengo.
—No importa, pues tú serás la primera persona en probar mi nueva hamburguesa: un cuarto de Escorpio.
Suelto una risa al oír el nombre la más reciente creación de Alniyat. Creo que no hace falta saber cómo se le ocurrió ese nombre.
— ¿Qué ingredientes lleva tu hamburguesa?
—Pues tiene: escorpiones morados, pepinillos amarillos, patatas fritas, carne vacuna y mucho, pero mucho picante. Sólo los más machos y las más hembras podrán aguantar su sabor. Vamos pruébala, dejé una sobre la mesa.