Acuario
(24-01-2015)
De acuerdo al reloj de mi celular, son las ocho y media de la noche. Me encuentro poniéndome mi ropa de cama. Hoy tuve un día terrible; uno lleno de ruidos, gritos y desastres. En lo personal, sigo sin entender cómo pude aguantar más de medio mes soportando o intentando soportar a once idiotas; bueno, si tal vez, justo esos once idiotas no hubiesen pasado lo mismo que yo, ya me habría ido de esta casa.
Venga, todavía recuerdo que por la mañana Libra apareció en este claro con ojeras. Todo porque ayer Piscis durmió en su cuarto y encima cerca de Sagitario; signo con quien se lleva bien, digo, esos dos tienen una buena comunicación. Okay, la cosa es que dicho par habló y habló toda la noche, a causa de ello, la pobre librana no pudo dormir en paz. Ahí no acaban los recuerdos. Por la tarde compartí mi laboratorio con Tauro. En realidad no fue tan malo, ella es silenciosa, respeta el espacio especial e incluso entiende aquello que hablo. «Un momento, la torita es una chica agradable», pienso. Me gustaría decir lo mismo del resto, en concreto de Aries, Géminis, Cáncer y Piscis, esos cuatro son bulliciosos. No puedo concentrarme teniéndolos cerca, sea por su voz o sus movimientos, ruido parece ser su segundo nombre.
—Perfecto, acabé de ponerme mi ropa de cama —susurro metiéndome adentro. Si supieran el cansancio mental que siento; dormir es mi única solución. Cierro mis ojos, seguro mi mente continuará haciendo sus procesos.
Me levanto de golpe, desconozco el tiempo que haya dormido, pero pasaron un montón de recuerdos relacionados con mi estadía en este universo. Desde el primer día y hasta hoy, «necesito plasmar eso en un papel», pienso levándoteme de mi cama. Tengo la esperanza de que Capricornio tiene papales y lápices sobre su mesa de noche. Me dirijo al sitio mencionado, coloco una sonrisa al ver que mi esperanza se volvió realidad. Afanado cojo ambas cosas, después salgo del cuarto. Poseo la imperiosa necesidad de ir al salón ahora mismo.
Llego a la sala, para mi sorpresa y buena suerte, encuentro a todos reunidos. Me alegro, busco un sitio disponible, por desgracia es al lado de Escorpio.
—Gente loca, lamento interrumpirlos, pero es genial que estemos los doce reunidos. Se me ocurrió una magnífica idea que necesita su ayuda —me coloco de pie tomando la palabra y hablando en voz clara.
—Increíble, Acuario está sonriendo, ¡que me parta un rayo ya! —exclama Géminis.
—Es una buena cosa, Acuario, ¿cómo quieres que te ayudemos? —consulta Tauro con su melodiosa voz de mujer.
—Esto, tienen que contarme sobre las cosas más importantes o relevantes que les han pasado o aquellas que descubrieron —revelo mi idea al resto. Tauro, Cáncer, Leo, Libra y Capricornio sonríen.
—Parece que alguien necesitará más papel —se levanta la cabra de su asiento.
La sala se pone silenciosa, de repente Aries estornuda.
—Necesito un wey que me recuerde porque estamos en la sala, ¡achís! —pregunta él.
— ¡Porque todos nos mojamos por la maldita lluvia y estamos secándonos! Ahora deja que Acuario prosiga con sus cosas —me respalda el signo de la virgen.
—Gracias Virgo —correspondo—. ¿Quién quiere ser el primero o la primera en contarme sus bobadas? —interrogo.
La primera en alzar las manos es Piscis, observo su euforia con suma claridad. Ella está sonriente.
— ¿Qué quieres decir? —le concedo la palabra. En donde puedo observar, se olvidó del incidente de ayer. «Es un gran alivio», me susurro.
—Quiero contarles como Sagitario y yo descubrimos que los doce tenemos poderes —replica ansiosa—. Sagi, ¿no quieres tomar la palabra? —le pregunta al arquero.
—No, hazlo tú. Yo contaré una cosa distinta —habla bostezando.
—De acuerdo, lo haré yo —retoma Piscis, yo estoy listo para escribir.
Los dos signos mutables se encontraban esperando al carnero y la balanza; ambos sentados en dos cuadros de la fuente que está en medio de la plaza del pueblo.
—Diablos, fue una mala idea venir con Aries y Libra, ¡son signos indecisos! —gruñía el arquero enfadado.
—Tienes razón. De seguro no deben saber que sabor de jugo comprar —complementó la castaña acercándose más a la fuente.
—Por mucho que mires el agua, no hallarás peces ahí, Piscis.
—No quiero peces, sólo miro lo limpia que está la fuente —balbuceó veloz.
El signo miró con atención, no pudiendo resistir la tentación, ella empieza a jugar con el líquido pasando sus manos sin parar. En un acto de descuido, sin darse cuenta elevó su mano derecha y también al agua. Como era de esperarse se sorprendió, desconocía la forma exacta del suceso. Aún intrigada repitió el acto, el levantamiento ocurrió de nuevo. Lo hizo con la izquierda, rozó sus manos sobre la parte superior. Cualquier movimiento que hiciera, el agua le seguía. «Esto es increíble», pensó sorprendida.