Ael, la profecía de un héroe

Ael y el dragón.

Punto de vista de Ael.

Usar el cuerpo débil de un niño de diez años para enfrentar a un demonio dragón de clase S, no era precisamente lo que esperaba enfrentar en mí primer despertar. Tendré que usar una gran cantidad de maná para derrotar a esta bestia. Lamentablemente este niño es aún muy joven, no tiene suficiente poder.

Los monstruos de clase S son muy poderosos. Pero el hecho que sea tipo demonio, lo hace más terrible. Casi puedo compararlo con uno de clase SS. Lo bueno es que solo es una conjuración, su poder es similar a un dragón real pero sin sus habilidades más especiales, solo necesito hacerle suficiente daño para que la prueba se considere aprobada y así desaparezca. Se me ocurren un par de estrategias que no requieren de tanto desgaste de poder, si funcionan, me darán la victoria casi segura.

Ese terrible dragón me trae horribles recuerdos de mí vida pasada, no quise mortificar al niño contándole la tragedia que me hizo vivir. Esa maldita criatura se escapó de una mazmorra y atacó el pueblo donde vivía. Yo no estaba en mí casa ese maldito día. Dedicaba todo mí tiempo a entrenar, mí sueño era volverme alguien muy poderoso, para poder ayudar a mí familia.

En este mundo ser importante y que te respeten depende de cuan poderosos sean los miembros de tu familia.

Por eso me la pasaba haciendo incursiones en mazmorras para aumentar mis puntos de habilidad, esperaba de esa manera poder aumentar el estatus de mí familia, y sacarnos de la pobreza. Si solo hubiera estado allí ese día, mis padres…

No tengo que pensar en esas cosas ahora, ya no puedo cambiar el pasado, pero si alterar el presente. No permitiré que le hagas ningún daño a mi niño, ya demasiado daño le he causado al dejarlo huérfano en este mundo.

-

He aquí mí primer regalo, diez puntos de Aumento De Defensa Mágica. Con eso bastará para poder activar la habilidad especial del escudo. Me gustaría darle más poder, pero su cuerpo no lo toleraría.

Es hora de liberar el tiempo y empezar el combate. Puse mí escudo al frente y grité.

"¡ESCUDO DEL EMPERADOR!"

Las runas de mí escudo comenzaron a brillar y separarse del mismo, para formar un círculo en frente de mí generando una protección que multiplicaba mí defensa mágica de forma exponencial. En ese momento vi a Cerberus sentado en las gradas, mí viejo maestro parecía estar murmurando algo. 

– Ael, así que al fin te revelas.–

El dragón me ataca con toda su furia, el choque de su ataque con mí escudo fue tal que me hizo volar hacia atrás. Dejando congelado parte del suelo que mí escudo no llegaba a cubrir.  Rodé por el suelo e intenté incorporarme de inmediato, pero solo terminé sentado en el suelo. 

"¡Vaya! olvidé calcular que mis piernas son más cortas que antes".

Debo tener más cuidado, no estoy acostumbrado a este cuerpo, tendré que usar algo de magia para reforzar las habilidades físicas y que mis movimientos se sientan más naturales.

Me levanté rápidamente, transferí una medida cantidad de magia a mis piernas y realice un impecable e impresionante salto sobre la cabeza del dragón, di un giro en el aire y con mí espada le corté un cuerno, el dragón empieza a aletear a lo loco. Los pocos espectadores que quedaron, estaban estupefactos. Mí amplia experiencia limpiando mazmorras me ha enseñado a matar a todo tipo de bestias, con un mínimo esfuerzo. Este dragón representa un gran riesgo para cualquier soldado incluso los más experimentados, pero yo sé perfectamente cómo acabar con él.

Hago a un lado mí escudo y me paro firme en el centro de la arena, con mí espada apuntando a la bestia. Debo mantener la calma y esperar el momento justo.

El canalla se prepara para otro Relámpago-Gélido, ahora tranquilo empiezo a caminar hacia él esperando el ataque, no puedo cometer ningún error, al menos que quiera quedar como una estatua de hielo.

Dispara con toda su furia solo para darle a las gradas pasando muy cerca de CERBERUS. Ese engreído, no se movió ni para sacudir la escarcha que quedó en su capa.

Sin su cuerno pierde el equilibrio y le resulta imposible apuntar, la mayoría de las bestias cornudas tienen ese problema. Se posa en el suelo y empieza a caminar utilizando sus alas como patas delanteras.

Está desesperado, abre sus fauces contra mí y muerde mí escudo con toda su furia. "¡Eres mío!, ¡¡ESCUDO DEL EMPERADOR!!". mí escudo mágico se despliega nuevamente abriéndole la mandíbula hasta el límite provocando que se desgarre y rompiendo algunos dientes. El dragón desesperado dispara nuevamente su Relámpago-Gélido.

Es todo está pelea ha terminado, su cráneo explota en mil pedazos con su propio ataque. La fuerza de la explosión me expulsa varios metros hacia atrás, haciéndome rebotar en el suelo. Mí cuerpo quedó golpeado por todas partes, apenas podía levantarme. Pero eso no importaba, la felicidad invadió todo mí ser al ver el dragón desvanecerse, dando por finalizado el combate.

Solo un verdadero experto podría hacer una hazaña como esta. A pesar de que solo es una conjuración, me siento increíblemente satisfecho por haber derrotado a esta bestia usando el cuerpo de un niño de diez años.

Ahora transferiré parte de mis conocimientos de combate a mí niño para aumentar sus estadísticas de combate. Todavía no puedo darle todos mis conocimientos y poderes, su cuerpo y mente no podrán tolerarlo.

Me encuentro agotado, la posesión del cuerpo me consume poder y me cuesta mucho recuperarme. Sin un cuerpo físico, me convierto en un parásito que se alimenta de maná de mí huésped. Aún me cuesta mucho poder materializarme en su mente.



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En el texto hay: fantasia, mundo magico, aventura

Editado: 07.06.2023

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