Punto de vista de Vanko
Una gran explosión es lo último que se sintió, aparecí tendido en el suelo terriblemente adolorido. Comienzo a mover mis dedos, mí vista nublada veía doble, todo me daba vueltas, poco a poco mí cuerpo parece recuperar movilidad.
Mientras Ael controló mí cuerpo, yo solo podía observar mí alrededor sin poder controlar ni un solo músculo, ahora me encuentro aquí, tirado en el suelo con mis oídos aturdidos y mí vista encandilada. Mí cuerpo me dolía todo, pero aún así, sentí que algo había cambiado en mí. Un mar de conocimientos invadió mí mente, me sentía más fuerte que nunca, todas mis estadísticas aumentaron, no solo por los atributos que me dio Ael. Derrotar al dragón me otorgó el emblema cazador de dragones, que me da un veinte por ciento de daño adicional contra dragones.
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Mis ojos se centran en un rostro que apenas logro distinguir, siento un dulce aroma de lo que seguro sería un perfume muy costoso. Sus finos y largos cabellos grisáceos rozan mis mejillas. Su rostro aún se me nubla, pero voy recuperando la visión.
La pequeña elfa Yainna rápidamente ayuda a levantarme, con ojos de sorpresa empieza a bombardearme de preguntas. Apenas podía entender lo que me decía.
–¿Cómo hiciste eso?, ¿Cómo puede ser que tengas tanto poder mágico?, Es imposible que un niño como tú derrote a un Dragón Esqueleto de clase S, además era de tipo demonio.–
"¿En serio?, ¿esa cosa era de clase S?". Yainna no pudo resistir darme un puñetazo en la nuca. –Idiota!!, acaso crees que es gracioso, esa cosa casi te mata.–
Se cruza de brazos y se da vuelta fingiendo indiferencia.
Los conocimientos de Ael empezaron a dar vueltas por mí mente. Casi como si me indicarán lo que tenía que decir. Me paré derecho, a pesar de que me dolía todo mí cuerpo y me dejé llevar.
"Perdóname por mí descortesía quedé algo alborotado por el combate".
Wou!! ¿Yo dije eso?, jamás pensé que de mis labios pudieran salir esas palabras, en otra oportunidad me hubiera quedado paralizado ante la presencia de una niña tan hermosa.
Me acerqué a la hermosa niña elfa y con una reverencia muy respetuosa le agradecí por su valentía ayudándome con el dragón. Me sorprendió al ver cómo se enrojecian sus mejillas y se ocultaba tras su cuidadora. Jamás imaginé que una elfa podía cambiar de color de esa manera.
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La mirada atónita del conjurador no me quitaba los ojos de encima.
– ¿Muchacho, cómo hiciste eso?.–
Me paré con un rostro lleno de seguridad y sabiduría, ya no era el mismo niño de antes. Los conocimientos que mí padre me heredó eliminan todo rastro de timidez e inmadurez en mi.
"Usted mismo lo dijo señor, yo seré el próximo Paladín".
–No esperaba menos de ti, no nos decepciones.–
El conjurador levanta su mano, y sobre ella se dibuja un emblema con forma de escudo, este emblema se transfiere y se integra a mí escudo dándole defensa física.
–Ahora tu defensa tendrá una habilidad adicional, no solo servirá para resistir ataques mágicos, ahora podrás alternar, entre defensa física, o defensa mágica.–
"Genial!! Me muero por probar mis nuevos poderes".
Paso mí mano por enfrente del escudo para activar el nuevo emblema de defensa física. Al activarlo, este se desvanece y una serie de símbolos mágicos se fusionan a las runas del escudo.
"¡¡ESCUDO DEL EMPERADOR!!".
Siento como el escudo absorbe gran cantidad de mí poder mágico, para desplegar su habilidad especial. Es impresionante apenas soporto el desgaste de poder que me genera. Ahora entiendo porque nunca había podido activarlo hasta ahora.
"Yainna rápido, tira una flecha contra el escudo, quiero probar cómo funcionan mis nuevas habilidades".
Yainna me ve con cara de sorpresa, supongo que jamás esperaba que alguien estuviera tan loco como para pedir que le disparan una flecha.
Pude sentir por detrás, como el báculo del conjurador crea un enorme chichón en mí cabeza.
–No te entregué ese poder para que juegues con él. Además, apenas es de nivel uno, necesitas fortalecerlo para que el escudo sea efectivo. Te recomiendo que no lo uses hasta no dominarlo cómo se debe.–
Yainna no oculto su risa al ver cómo el conjurador me castigaba. Menos mal que mi padrastro no está aquí para ver esto. Se reiría de mí por meses, ¿Me preguntó cómo le habrá ido en la incursión de hoy?.
En los últimos años ha estado ayudando a limpiar mazmorras, el es un gran guerrero, pero prefiere la vida de campo. La última sequía lo obligó a tener que buscar otros medios para conseguir dinero. Cómo me gustaría volverme más fuerte para poder ayudarlo.
Aunque mí madrastra seguramente me encadenaría para evitar que haga algo tan peligroso, ella siempre fue muy sobreprotectora conmigo. Si no fuera por mí padrastro jamás hubiera podido estudiar con el maestro Cerberus.
Una voz muy familiar se escucha a lo lejos provocándome un escalofrío en la espalda.
–¡¡Vanko!!, niño idiota, veo que nunca puedes evitar terminar haciendo el ridículo.–