Julia
Al llegar al departamento, después de un largo viaje de anécdotas de Dante, risas de Gerónimo y cruces de miradas con Eithan, los chicos salieron corriendo a verlo.
- Enamorado. - Dijo Dante, dejando caer sus maletas.
- ¿Enamorado? Enamoradísimo. - Le corrigió Gerónimo. Dante se volteó a verlo con ambas cejas levantadas.
- Estas vos de mi, cachorra. -Espeto, jugando con la lengua.
- Veni, bebé. - Le respondió Gerónimo, de la misma manera.
- ¿Puedo matarme? - Saltó Eithan, con cara amargada. Solté una carcajada que hizo que me mire fijamente. Él quería embozar una sonrisa, pero se limitó a dirigirse, cordialmente, a lo que sería su dormitorio.
Eithan, Eithan, Eithan...
Eithan.
Se río de lo que dije. ¿Entienden eso? No se que tiene ella, no se que hace para que la gente se le quede embobado. No lo digo por mí, lo digo por todos los que la vieron en el aeropuerto. Es alguien que a simple vista te hipnotiza, algo sorprendente. Bastante, diría yo.
El resto del día lo pase en mi habitación. Tenía que ordenar toda la ropa, las cosas que traje y demás. Pero tengo algo que no me deja estar tranquilo. La infidelidad de Emilia. No puedo dejar de pensar en eso. Di vueltas por toda la habitación, pensando, pasándome las manos por el cabello. Salí disparado a la habitación de Gero, el sabría qué hacer.
Toqué dos veces la puerta, se escuchó un "pasa", abrí y me encontré una situación bastante particular.
- ¿Qué hacen? -Pregunté confundido. Dante tenía ¿Cera? En el bigote, o bueno, lo que sea que tenga ahí.
- Me estoy depilando el bozo. – Dijo orgulloso. Miré a Fran, en busca de una respuesta, él solo alzo los hombros, pronunciando un "Ni yo sé lo que está pasando". Al terminar esa oración, Gero apareció con un palito de madera entre las manos. Al verme, me sonrió.
- ¿Queres un poco? -Preguntó alzando el palito. Negué rotundamente.
¿Por qué había venido? Ah sí.
- Tenemos que hablar con Adam. – Mencioné y ambos me miraron.
- ¿Ahora? -Preguntó Gero, agarrando una esquina de la cera que estaba en la cara de Dante, para luego tirarla. Me dolió hasta mí, pero creo que, a Dante mucho peor, ya que esta gritando como nene que le hacen lo que quiere.
- Hijo de perra. -Espetó, llevándose una mano a la zona afectada.
- ¡¿Qué hicieron?! – Apareció Adam, con una ¿Escoba?
- ¿Qué pretendías hacer con eso? -Señale con la cabeza la escoba. Él se escogió de hombros.
- Agarré lo primero que tenía a mano, no me juzgues. -Dijo dejándola apoyada en la pared, para después dirigirse de nuevo hacia nosotros cruzándose de brazos. - ¿Hay reunión de consorcio sin mí?
- Adam tenemos que hablar con vos. -Mencionó Dante, me sorprendió la seriedad que maneja. Yo no podría tenerla, más cuando tuviera toda la boca hinchada y rojiza por esa cera.
- ¿Qué paso? -Dijo Adam. El ambiente se volvió muy serio. Ya era momento.
- Emilia te está engañando. – Dije, de una vez por todas. Me miró, en sus ojos pude notar que estaba buscando en algún lado de mi cara que muestre que estoy mintiendo. Pero cuando no encontró nada, dio un par de pasos atrás. Le va a afectar horrible, ya lo presiento.
- ¿Están haciendo una broma? No le veo lo gracioso. -Dijo riéndose. Se dio vuelta hacia Gero. – Decime que es mentira. – Espetó, él bajo la cabeza. Siguió por Dante. – Vos sabes que amo las bromas, me divierto, pero esto no es para jugar, decime que es una broma antes de que pase cualquier cosa. – Mencionó, Dante negó con la cabeza. Siguió por Fran. -Fran, por favor. – Lo único que pudo hacer, fue bajar la cabeza. Y, por último, sus ojos chocaron con los míos. – Vos nunca mentís. -Me dijo, de lo cuál negué. Nunca mentía, para mí era innecesario. – Decime la verdad. – Suspiré.
- Fue de casualidad encontrarnos con esto... – Empecé a explicarle todo. Cada vez que pronunciaba más palabras, el dolor de un corazón partido se podía sentir.
- No puede ser. -Dijo, sentándose en la cama, llevándose las manos a la cara. Escuché sollozos y automáticamente nos pusimos todos a su lado. No me gustan los abrazos, así que estaba al lado de él, mientras este estaba acostado en el regazo de Dante, llorando como un bebé. Le partió el corazón, ella le partió el corazón a mi amigo, a una persona que es tan dulce. – Ten- Tengo que hablar con ella... -Dijo, largando un que otro sollozo. Agarró el celular y se fue a su habitación.
- ¿Hicimos bien al contarle? -Pregunté, mirando un punto fijo en el piso. Sentí una mano en el hombro.
- Obvio que sí, es mejor ahora a que se enteré cuando sea mucho peor. -Mencionó Fran. Levanté la vista para mirarlo.
- ¿Y por qué me siento tan mal? – Dije. Me sentía culpable, horrible. No me gustan estas situaciones, las detesto.
- Es mejor irnos a dormir ya, mucha tensión hay. – Espetó Gero, tanto yo como Dante asentimos y nos fuimos a nuestras habitaciones. – Y Eithan. -Me llamó, me volteé para verlo. – Acá la única culpable, es ella que lo engaño. Nosotros lo único que hacemos es cuidar a nuestro amigo. Y si eso implica lastimarlo, es por su bien. Es mucho mejor eso a que esté con una persona que no lo valora. ¿Sí? – Asentí. Sentí un nudo en la garganta. – Buenas noches, descansa. – Tragué fuerte, le dediqué una sonrisa y me fui.
Entré a mi habitación y las lagrimas no tardaron en venir. Toda esta situación me hace acordar lo que pasé con mis padres.
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Estaba tranquilo, en mi mundo, estudiando y completando todo lo que tenía que entregar mañana. Era una paz, nadie gritaba. Mis padres se habían ido a cenar con sus amigos, mi hermano con la novia, y mi hermana en la casa de su amiga, se quedaba a dormir. Entonces tenía toda la casa para mí, y que mejor para estudiar, el silencio.