Julia.
Me desperté por un ruido proveniente de la cocina. Me levanté de golpe, agarré lo primero que tenía, no me importa lo que sea. Me puso las pantuflas y salí. Golpee la puerta de la habitación de Bruno, no hubo señales. Golpeé la de Mía, tampoco. Wilson y Iván tampoco dieron respuesta. Así que fui sola a atacar a lo que sea que esté ahí.
Al pasar por el pasillo, se escuchan voces, y son conocidas. Cada vez que me voy acercando más a la cocina, más se escuchan esas voces.
- Alto ahí. -Dije encarando la situación. Están todos lo chicos, Fran, Wilson, Adam e Iván sosteniendo un cartel de "Feliz cumpleaños", mientras Olivia, Mía y Bruno contenían la risa. Dante y Gero sostenían una torta con una cara de feliz cumpleaños. ¿Cómo sabían que era mi cumpleaños? ¿Y cómo me olvide yo de mi propio cumpleaños?
Mi mirada lo buscaba a él, donde está entre toda esta gente que cantaba como loca. Hasta que lo vi. Está sosteniendo unos globos, con cara de querer irse. Sus ojos viajan por toda la gente, hasta caer en los míos y dedicarme una dulce sonrisa. Cómo puede ser que entre todos los que están acá, él los opaca. Es como si mi vista tuviera enfoque automático, pero a la única persona que enfoca es a él.
- Felices 22, chiquita. -Dijo Bruno, dándome un abrazo. Sonreí ante el hecho. – Tenes edad capicúa. -Dijo bromeando.
- Tengo edad para jubilarme. -Dije y abracé a Mía, que está impaciente tratando de poder darme un abrazo.
- Feliz cumpleaños, mi cielo. -Espetó.
- ¡Felices 22! -Dijo Olivia, colándose en el abrazo. Empecé a reírme, olvidándome que estoy en pijama y están todos los chicos.
- Feliz cumpleaños, damisela. -Me dijo Adam.
- Gracias. -Dije y lo abracé.
- Felicidades. – Dante, Fran y Gero me dieron un abrazo al mismo tiempo. Me reí diciendo "gracias".
- Feliz cumpleaños, bella. – Iván se acercó y me abrazo. Lo único que puedo decir, es que no se sintió como cuando abrace a Eithan. Aunque fui yo la que se lo dio, fue un abrazo lindo y suave. Como si quisiera abrazarlo todo el tiempo. En cambio, con Iván no. No es lo mismo, y me estoy asustando. A mi me gusta Iván, punto.
Llegó el momento en donde a él le toca saludarme. Él esta apoyado en la mesada, con los brazos cruzados. Su cabello, color negro, esta mojado, por lo que asumí que recién terminó de bañarse, o por lo menos antes de venir. Está vestido con pantalones deportivos, un buzo y zapatillas. Está vestido normalmente, común y corriente, pero se ve jodidamente precioso. Sus labios se curvaron en una sonrisa.
- ¿Te vas a quedar viendo o puedo saludarte? -Dijo, sonriendo. Que sonrisa tan hermosa. Controla las hormonas, Julia. Asentí y se acercó. – Feliz cumpleaños, Julia. -Dijo y me dio un apretón de hombros. Lo miré confusa. - ¿Qué?
- ¿No me vas a abrazar? -Dije extendiendo mis brazos. El negó.
- No me gustan los abrazos. -Dijo y me crucé de brazos.
- Eso es por que nunca me abrazaste. – Lo señale con el dedo. -Es mi cumpleaños, ¿No podés darme ese regalo?
- ¿Cuál? – Levantó una ceja al ver mi cara de inocente.
- Un abrazo. -Dije y él se echo a reír. – No es gracioso. -Espeté, acercándome más a él.
- Si lo es. -Dijo poniéndose más recto, así está más cerca de mí.
- No.
- Sí.
- No.
- Sí.
-No.
Estamos demasiado cerca. "No vas a poder sacarle ni una charla a Eithan, es re cerrado" Las palabras de Fran retumban en mi cabeza. Desde que llegaron, esta es la conversación más larga que tuve con él. Me encanta el misterio de alguien tímido. Que una palabra de ellos significa que confía en vos para que haya dialogo entre ustedes.
Pero Eithan no es tímido, es cerrado. Desde mi punto son dos ámbitos distintos. Uno es tener miedo al rechazo de la gente. El otro es el resultado del rechazo. Él no es que no así. A él lo han hecho así, le han provocado un sentimiento que no deja que nadie entre. Es entendible.
- ¿En que tanto piensas? -Dijo con una sonrisa de lado. Debo admitirlo, es hermoso.
- En nada. -Dije rápidamente. El se echo a reír. - ¿Ahora es costumbre que te rías de mí? -Dije. Asintió.
- Me río de vos, como vos te reíste de mí. -Dijo y la que se echo a reír fui yo. - ¿Ahora es costumbre que te rías de mí? – Dijo imitándome.
- Alto ahí, caballero. -Dije y le apunté con un globo. Soltó una risita.
Nos miramos por un rato. Pude distinguir un mínimo brillo en sus ojos. Me recorrió con su mirada todo el rostro, haciendo que mis mejillas se tornen un poco rojizas. Sus ojos llegaron a mis labios, los entreabrí inconscientemente. Dieron un viaje más en mi rostro hasta llegaron a mis ojos, mirándome fijamente. Entreabrió sus labios, algo va a decir.
- Julia. – Una voz atrás mío rompió toda esperanza de saber que iba a decir. Me volteé. Iván, mirándome molesto. - ¿Podemos hablar? – Asentí, dudosa. No espero, y se dio vuelta, yéndose por el pasillo. ¿Qué le pasa?
- Ya vuelvo. -Le dije a Eithan, el cual se limito a decir que no pasaba nada. Salí dispara al pasillo, un poco enojada, estaba en un momento con él que pareciera que estuviésemos solos, nosotros dos, nadie más.
Antes de poder ir hacia las habitaciones, un brazo me para.
- ¿Qué pasa? -Dije al ver los ojos preocupados de Bruno.
- ¿A dónde vas? -Dijo, levante una ceja.
- Voy a hablar con Iván, me dijo que quiere hablar conmigo. -Dije, extrañada por la reacción de él. – Ahí vuelvo, ¿Sí? Está Eithan en la cocina. – Dije dándome vuelta.
Al llegar a mi habitación, me encuentro a un Iván perdido en sus pensamientos. Enojado, como si algo le molestará.
- Toc, toc. -Dije, con un tono de broma. Él levantó la vista. Me miró como si hubiese hecho algo malo. - ¿Qué paso?
- ¿No te basto con Fran, que ahora vas con el idiota ese? -Me dijo, mirándome con asco.
- ¿Discúlpame? – Dije, quien se creía para hablarme así.