Aeternum

Capítulo 8: Alemania.

Eithan.

¿Vieron cuando están en lo mejor del sueño, que ni siquiera quieren mover un pelo, por que están demasiado cómodos?

Bueno. Me está pasando. O bueno, me estaba pasando. Antes de que suene el celular.

Me quise levantar. Me moví, hasta que recordé donde estoy.

Julia está plácidamente dormida arriba mío. Sus pestañas caen sobre sus párpados. Sus labios ligeramente abiertos, tratando de llenar por completo sus pulmones. Su cabello rebelde, como si hubiese estado en una pelea.

Lastimosamente, no me podía quedar observándola. Ojalá pudiese. Me levanté despacio, sin hacer ruido y que no se despertará. La tape con la frazada que tenía al lado. Ella se removió, dándose vuelta, dándome la espalda. Agarré el celular y salí de la habitación.

- Buenos días, Eithan. - Escuché del otro lado. Mi jefe.

- Buenos días, señor. - Dije, un poco aturdido, no me esperaba su llamada. - ¿Qué ha ocurrido? ¿Sucedió algo?

- Lamento interrumpir tus vacaciones, pero te necesito acá, ahora. - Dijo. En cierto modo, me olvide completamente que tenía trabajo, y que vivo en Hamburgo, no acá. ¿Cuántos días pasaron? ¿3? ¿4?

- El lunes estoy allá. - Dije. Hoy es viernes, tengo tiempo para pasarlo con Ju... los chicos.

- No. Ya te saqué pasaje, sale en dos horas. Yo que vos, me apuro.

- Pero señor, es imposible que llegué. - Ya me estoy estresando.

- Sabrás como venir. Te espero acá.

- Señ... -Me cortó. ME CORTÓ.

Solté un bufido. Tengo que irme rápido, no me dan ni tiempo para desayunar. Salí rápidamente del departamento de las chicas para irme a hacer las valijas. Tengo 30 minutos para todo, a partir de ahora.

Al llegar al departamento me encontré con Gero y Dante con un globito jugando a ver a quien más le duele. Re divertido, nótese el sarcasmo, por favor.

Por otro lado, Fran esta mirando el noticiero. Siempre mira las noticias con un café en la mano, lo relaja en cierto modo. Y por último Adam, lavando los platos. Jamás deja un plato sucio, en su casa en Hamburgo limpia como si no hubiera mañana, impresionante.

Los saludo en general y me voy rápido a mi habitación, no voy a llegar y me va a costar el trabajo.

- Pero mira a quién tenemos acá, a la bella durmiente que no duerme en su respectiva cama. - Escuché decir a Dante. Se me escapo una sonrisa, al darme cuente bufe.

De un momento a otro los tenía a los cuatro en mi habitación, mirándome con cara de no entender nada. Posiblemente no lo hagan, ya que no dormi acá y ahora estoy haciendo la valija, no se entiende bien el contexto.

- ¿Qué haces? - Dijo Adam.

- Recién me llamo mi jefe, tengo 30 minutos para irme a Hamburgo por asuntos del trabajo, me necesitan y el vuelo sale en 2 horas, tengo que apurarme porque no llego. -Dije agarrando todas mis cosas, ropa, zapatillas, cremas, cepillo dental, todo.

- ¿Qué? ¿Cómo puede hacer eso? -Preguntó Dante. Él y Gero ya tienen cara de perro empachado.

- No sé si puede o no hacerlo, pero me tengo que ir ya. -Dije apurándome. De hecho, no me quería ir. Soy de esas personas que jamás se encariña con un lugar, pero en el fondo no me quería ir.

Retiro lo dicho. Suena muy cursi, lo detesto.

- ¿Nos tenemos que ir todos? - La pregunta de Dante me dio ternura. Negué rápidamente.

- Absolutamente no. No tienen que irse, solo yo. - Dije mirándolos. - Además, capaz que vuelvo en un par de días.

Escuché a Gero bufar. Sé que debe de odiar a mi jefe. De igual manera es entendible, viajamos todos juntos, con nuestros horarios que nunca coincidimos, tiene razón. Pero acá va, el perro de él soy yo.

Los chicos se habían ido al departamento de Mía. No me gustan las despedidas, así que seguí de largo, pero me olvide de un detalle, no tengo licencia. Pedir un taxi va a tardar.

- Mejor me mato. - Dije para mí mismo.

- ¿Te ayudo? - Dijo una voz atrás mío. Bruno.

Solté un suspiro. Asentí.

- Por favor.

- Vamos, sube.

Subí la valija arriba del auto de Bruno, y partimos al aeropuerto. Me da cierto coraje irme, más que nada el simple hecho de que el señor Jefe nalgas caídas, así lo apodó Gerónimo, decidió manejarme mis tiempos. Y más coraje me doy yo, POR QUE ESTOY YENDO.

Idiota.

No pienso tener otra conversación con vos.

Que pena. Me vas a tener toda tu maldita y miserable vida.

- Eithan. - Me llamó Bruno. Sacándome de la charla conmigo mismo.

- Que.

- Estas en otro lado. -Dijo riéndose.

Quiere pelear con quien no puede ganar.

Cállate.

- Te estaba preguntando el motivo de tu ida. - Siguió.

A ver. Mi jefe decidió someterse en mis "vacaciones" para decirme que en dos horas sale mi vuelo. No llego ni a saludar a todos, ni a mis amigos, ni siquiera al perro que vive a la vuelta. ¿Cómo se que hay perro? En esta semana siempre venía y me saludaba. Además estaba comodísimo con tu amiga, Julia. Estaba en lo mejor del sueño, vengo durmiendo mal. Y ni siquiera, el muy soberbio, me dijo para qué me necesitaba.

- Problemas en el trabajo. - Dije, largando una mini sonrisita.

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Julia.

Me gustas tanto, Julia.

¿Tenes algo con ese estúpido?

¿Qué no ves como me pones?

Me levanté de golpe. Ese fresco recuerdo empezó a venir. Y todo paso, ayer.

Me removi en la cama, buscándolo. Sé que durmió acá. En la noche me levanté, precisamente media hora después, y él estaba durmiendo. Y ahora no está.

Me levanté de la cama, disgustada, a dirigirme al baño. Prosegui a lavarme la cara, dientes, acomodarme un poco el cabello. Y en eso me doy cuenta de algo, o más bien de las marcas que tengo en las muñecas.



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En el texto hay: amor juveni, amor corre

Editado: 08.09.2021

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