El frío de la noche junto con el frío viento de esta eriza la piel de Elían mientras corre buscando al aullido de lo que él cree es un cachorro.
La luz de la luna que lo seguía parecía no querer dejarlo sin luz.
El sonido de sus pisadas contra las ramas y el césped del bosque hacían eco en el mismo.
Se detuvo a tomar aire y escuchar más a fondo en aquel frío bosque.
Silencio.
Elían estaba tan cansado por haber corrido y por nadar una gran cantidad de tiempo y kilómetros sin encontrar al cachorro que él creía perdido.
Pero no se iba a rendir.
Él no era un perdedor.
Miró abajo buscando a Zik quién parecía más cansado que él. A Elían se le hundió el corazón, tenía que parar.
Se sentó en la maleza y recostó a Zik en sus piernas mientras él ponía atención a cualquier sonido que escuchará
Pasaron unos segundo que Elían seguía en alerta pero no escuchó absolutamente más nada aparte de su respiración y la de Zik, acariciando en pelaje de este mismo lo cargó en sus brazos y comenzó otra vez la búsqueda.
La luz de la luna parecía más brillante ahora y el silencio más sepulcral y carente.
Elían intentó conversar con las hadas pero todas al verlo se asustaba y se iban a toda velocidad, siempre a la misma dirección.
Elían pensó lo peor, tal vez los depredadores lo encontraron más antes que él.
Tal vez un cazador lo oyó antes y lo mató.
Sacudiendo su cabeza Elían decidió no pensar en eso.
Recordando mejor, aquel aullido no parecía de auxilio, parecía sólo seguir a los demás aullidos, tampoco parecía de un cachorro, parecía de un lobo ya desarrollado. Pero ¿Qué hacía un lobo adulto solo? Elían no le encontraba explicación, ya que estando solo era menos factible que sobreviva, sería presa fácil en muchos aspectos.
Elían suspiró. Tal vez había corrido hasta ahí por nada. Pero aún así la curiosidad lo llevaba a querer saber más sobre ese lobo.
Tal vez su manada había sido calzada.
Imposible. Si hubiera sido ese el caso, él no estaría vivo.
Dión quien se encontraba como cualquier otra noche en la laguna con Hal cuando escucharon aullidos del otro lado del río.
Dión abrió los ojos mirando a Hal esperando a que no aullara.
Hal que ya tenía las orejas apuntando hacia arriba y las pupilas dilatas , comenzó a aullar. Dión asustado saltó sobre el lobo e intentó callarlo, tenía miedo de que si los demás lobos lo escuchan vinieran a por el.
Cuando logró tranquilizarlo lo soltó, pasaron varios minutos hasta que Hal puso las orejas hacia arriba y tenía la mirada dilata, viendo a un lugar en específico, Dión quién estaba acostado puso sus oídos más agudos y logró escuchar algunos crujidos y pisadas, abrió los ojos pensando que eran los lobos que habían escuchado, sin embargo se dio cuenta que eran pisadas lentas que cada vez se iban acercando, estas no parecían de un lobo o algún otro depredador.
Puso su audición más aguda escuchando jadear a un animal.
Dión entró en pánico, tomó a Hal en sus brazos y caminó lo más despacio que pudo evitando hacer cualquier sonido por el más mínimo que fuese.
Cuando llegó a un árbol se detuvo, alrededor de este árbol no había maleza o césped, era sólo tierra y el árbol parecía estar al centro. Dión se acercó al árbol y con esfuerzo subió primero a Hal al tronco y luego subió él, donde tenía más panorama de la vista y ningún depredador los alcanzará.
No es que Dión le tuviera miedo a los depredadores.
Perth nunca podría lastimar a otro ser vivo.
Era irónico ya que su padre era precisamente el Dios de la muerte y las tinieblas, el Dios más vengativo y temerario aparte de Ares Dios de la guerra hijo de Zeus y Hera.
Dión suspiro y se apoyó en la rama del árbol, puso a Hal encima de él y comenzó a acariciarlo.
De la nada vinieron un montón de hadas, parecían asustadas.
-Príncipe - aunque Dión no era príncipe, las hadas lo tomaban como uno ya que el cuando era niño les había dicho que él era hijo del rey - Hay una personas merodeando el bosque junto con un jaguar en sus brazos.
-¿Dónde? ¿Dónde lo viste?
Dión preguntó con angustia en su voz y algo de miedo.
¿Será un humano? Generalmente los humanos no vienen a esta parte del bosque por miedo a los depredadores.
Pero lo que le daba más miedo a Dión era él porque tenía un jaguar en sus brazos, él sabía lo que los humanos hacían con los animales que ellos consideraban salvaje.
-A 10 kilómetros, poniente.
Dión rápidamente bajó a Hal de encima suyo, lo puso en sus brazos y de un salto bajó del árbol, dejó al lobo de nuevo en el piso y sin esperar más tiempo corrió al lado poniente como se lo había indicado aquella hada.
Dión tenía su espada atada a su cintura siempre, así que si era un humano le sería fácil espantarlo. Ya que la propia imagen de Dión daba miedo.
Figura esbelta y alta, vestido de camisa negra y cabello despeinado, y su inusual belleza lo hacía elegante y al mismo tiempo temerario.
Dión tenía 15 años pero tenía la altura de alguien de 20.
Se detuvo mientras intentaba escuchar algún ruido que le dijera a dónde ir.
Justo en ese entonces su lobo salió corriendo sin previo aviso al lado contrario. Dión sin poder hacer más lo comenzó a seguir, aunque claramente Dión era rápido, su lobo lo era aún más, por lo que se le hacía difícil a Dión alcanzarlo.
En un punto Hal salió de su vista y ya no lo pudo divisar más en el panorama que tenía. En ese instante Dión comenzó a entrar en pánico, intentaba escuchar cualquier cosa, pisada, ramas o césped siendo aplastado, cuando escucho ladridos y aullidos de dolor. Sin esperar más Dión salió corriendo aún más rápido hacia los sonido que se hacían cada vez más grandes.
Cuando llegó, divisó a Hal peleando con lo que parecía un jaguar de temprana edad, lo sorprendente era que ese jaguar estaba ganando, antes de siquiera poder salvar a su lobo un chico salió de la nada y se lanzó sobre el jaguar separándolos al instante