¿Sabes que es lo peor de la traición? Es que nunca viene de un enemigo...
NARRADOR
En la habitación de una enorme mansión, donde parecía que nadie habitaba ya allí, se encontraba una joven con su corazón destrozado, apenas se escuchaban sus sollozos. Los pocos rayos de luz que se filtraban a través de las cortinas del enorme ventanal dejaban observar a una joven mujer sentada en el suelo frío, abrazando sus piernas, mientras que por su rostro las lágrimas caían a mares.
— ¿Por qué? -—Era lo único que ella se preguntaba.
No tenía respuesta…
Podían ser muchos los motivos de la traición. O quizás no.
—No puedo seguir llorando, no, no por él. — se dijo a sí misma, mientras se limpiaba las lágrimas y se levantaba del frio suelo, en el lugar había un enorme espejo, Agatha se paró frente a él y observo su figura reflejada en él. —Pues, él ya eligió traicionarme, ¿yo?, yo también elegiré. — por un momento por los ojos de la mujer, se pudo percibir un destello de odio brillar.
Ella quería venganza…
Unos ojos verdes esmeralda, seguían clavado mirando su reflejo en el espejo, aun se observaban algunas lágrimas caer, pero, ya o era tantas como unas horas atrás, solo un par que se permitió aun derramar. Se permitió observarse su cuerpo después de tanto tiempo, ella no erala tipa chica con un cuerpo “perfecto” que la televisión te quiere vender. Sus medidas no eran 90-60-90. No, ella no lo era y tampoco lo deseaba ser. No miento si en el pasado ella quería ser distinta, creció escuchando críticas de su cuerpo por parte de personas que no tenían una vida propia y solamente le cantaba criticar a los demás o decir que tenían “defecto”. Sus medias en cambio eran 99-96-116. Era perfecta, aun cuando muchos decían que no. Su cabello pelirrojo caía en cascada por su espalda.
Seco ese par de lágrimas que un quedaba en su rostro, y camino hacia su armario. Saco un vestido, el vestido con el cual creí que una nueva vida la esperaba, junto al hombre que ella amaba y el cual creía que la “amaba”.
¿La amaba? En algún momento de ese día ella preguntó. Tal vez, si la amaba, sin embargo, ella no podía perdonar su traición.
Encontrar al hombre que amas, con el que hace meses te comprometiste y llevas meses planeando una boda, y una vida juntos. En la cama que comparten, teniendo sexo con la que supuestamente es su “mejor amiga”, fue una maldita sorpresa. Una verdad tan cruel que te destruye el corazón, de los que te quiebran en mil pedazos y sientes que te morirás. Sin embargo, les cuento, ese dolor no mata.
Eso le sucedió a Agatha, hace apenas unas horas. Olvido unos documentos en la casa y volvió a buscarlo, lo que nunca esperó fue ver lo que vio, si alguien se lo hubiera contado hubiera seguido ciega y amando a un ser que la traicionaba.
Ella fue al dormitorio porque escuchó unos ruidos, ni pensaba subir hasta allí, solo iba a su estudio por los papeles y saldría de nuevo hacia la empresa. Sin embargo, escuchó unos ruidos en la parte superior de la casa, se suponía que su prometido no estaba en casa, así que, aunque tenía un poco de miedo subió, y al acercarse cada vez más a su dormitorio, comenzó a escuchar gemidos.
Ella dudó por unos segundos, creía que su mente le estaba jugándome una pasada, dudo, pero siguió caminando y los gemidos aumentaron, agarró la manija de la puerta y abrió lo que vio, la destruyó por completo, su prometido la estaba engañando con su mejor amiga.
Toda mujer hubiera entrado y armado un escándalo en ese momento. Agatha no hizo lo que cualquiera pensaría, en cambio, se quedó parada en la puerta, no para torturarse con aquella imagen, sino para tomar una foto y un video, una prueba de su traición.
Ellos ni se dieron cuenta de que la joven estaba allí.
Nadie se burlaría de ella, ellos podían ahora estar riéndose de ella a su espalda. Sin embargo, por ahí se dice que el que ríe último, ríe mejor.
—Mi querido prometido verá que cuando dañas a una mujer, esta puede ser cruel. — Salió de la casa y se dirigió a la casa que le dejaron sus padres ante de morir. — Eros verá que sucederá el día de nuestra boda, destruiré esa farsa en un segundo. —las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, aunque no lo quería admitir no era tan fuerte como creía.
Así fue como Agatha terminó frente al enorme espejo de su antiguo dormitorio.
Los días fueron pasando, para Agatha muy lentos. Pero el día tan deseado, o hasta hace unas semanas atrás lo eran llego. El dolor con los días fue menguando, aun se sentía que su alma estaba destruida. Sin embargo, la destruía más seguir fingiendo delante de él, tener que parecer la mujer más enamorada y feliz de la faz de la tierra. Cuando lo único que quería hacer era, destruirlo.
Si él actuaba delante de ella, pues ella podía ser mejor actriz.
Y el día llegó.
Agatha comenzó a prepararse para su boda… Horas más tarde se encontraba ya lista para caminar hacia el altar.
Su mejor amigo sería quien la entregaría a su “amor”, Aquiles se encontraba parado enfrente de la puerta de la iglesia esperando a su amiga.
Aquiles le entregó su brazo a su amiga para que esta se agarrara y comenzaron a caminar por la alfombra roja que la llevaría al altar. El novio se encontraba allí esperándola con una sonrisa en su rostro que en unos minutos desaparecería.
Había muchas cámaras en la boda, ya que Agatha era la heredera de una de las familias más ricas del país, los Lux. Ella empresaria más poderosa del país en estos momentos.
Llegó al altar y Aquiles se la entregó a Eros, ella se soltó de la mano de su prometido, se giró hacia los invitados y dijo.