Agatha y los desquiciados

1.Inicios

Mi cabeza quería estallar, ni las pastillas ni los tratamientos surtían efecto. Es que esto de ser mujer en verdad no es para mí, no puedo lidiar más con ello. Quiero ser hombre, satanás se equivocó de molde y me dio la forma errónea. Debí ser hombre, debí ser uno. Si lo fuera, tendría el cabello largo y alborotado con ondas y algunos mechones rubios a lo largo de la melena oscura. Usaría unos tentadores y subliminales tatuajes, uno desde el hombro hasta la hendidura de la clavícula, otro desde la parte posterior de este, hasta bajar al antebrazo, con finas líneas oscuras trazadas alrededor del brazo dando un aspecto rudo al exterior. Sería el vocalista de una banda de metal que suene realmente bien, no como la mía. Nosotros apestábamos, éramos un asco y estábamos muy conscientes de esto. El baterista se llama Brandon Davis, tiene veintiún años y la gente dice que es subnormal pero no piensan en lo que esto significa para él. Realmente odia cuando lo llaman así. Él es de estatura promedio, piel oscura, casi sin cabello y viste como rapero, bastante extravagante. Por esto no le creen cuando asegura que toca en una banda de metal.

Aunque igual nos llaman los chiflados, los que se les zafó un tornillo, los que tienen aserrín en el cerebro, los crédulos o simplemente nos dicen: desquiciados. Esta palabra es muy cruel, no ven el trasfondo de esto. Esta palabra marcó mi vida y en cierta forma, le dio rumbo. Más adelante daré más detalles de esto. Brandon muchas veces se perdía con los acordes mientras tocábamos algo, dañando todo el trabajo o incluso otras veces se desmayaba sin razón aparente. Diagnóstico: reservado.

 

También están Jordan y Linda Perkins, ellos son el pianista y la bajista del grupo. Ellos digamos que son diferentes al resto del universo. Tienen frecuentes alucinaciones y lloran al menos unas cuatro veces por semana en los ensayos, sobre todo Linda. Ellos tienen el cabello negro como el carbón, pálidos y tienen ojos profundos de un tono azul opaco, pero son diferentes en su contextura, Linda por un lado es delgada y Jordan está bastante pasado de peso. Diagnóstico: Accidente automovilístico provoca severas lesiones en los hermanos, especialmente cerebrales.

También está Aaron, es el guitarrista principal. Él es raro, unas veces está molesto sin motivo y otras demasiado feliz, por lo general es grosero, sobre todo conmigo. Le cuesta demasiado socializar o entablar una conversación con otra persona fuera de su círculo social, o sea nosotros, suele temblar e incluso llorar cuando le toca hablar con alguien. Diagnóstico: Bipolar.

Por último, estoy yo, Agatha Simmons, vocalista del grupo. Me visto como mujer, aunque no sé por qué, no soporto ser mujer, eso es un error. No sé por qué satanás me castigaba de esa manera. Tengo alucinaciones auditivas, visuales, miedo sin razón aparente, paranoia, fobia a las ventanas en especial cuando están abiertas. Diagnóstico: Esquizofrenia leve, esquizofrenia grave, psicosis, demencia parcial, trastorno bipolar, trastorno depresivo. Esos son los muchos diagnósticos que me han dado los psiquiatras por los últimos veinte años. Vivo en Barranquilla desde siempre.

Un día estaba en mi habitación, estaba bañada en sudor porque no entraba aire. Mi tío había tapado la ventana desde que era pequeña porque no podía ni siquiera verlas, es un sentimiento tan horroroso que me es difícil de explicar. Estaba sentada en mi cama con la consola de videojuego, jugaba medal of honor. De repente, el televisor se desprendió de su base y cayó en el piso rompiéndose por completo, trozos de vidrio inundaron la alfombra. Me levanté, miré los pedazos de vidrio e hice esto por mucho tiempo, luego tomé uno y pasé la punta de mis dedos sobre este, me pinché y me salió un poco de sangre. Las paredes dejaron de ser azules y se tornaron oscuras, como de un tono negro, muy negro, muy negro, como el carbón. Estas mismas empezaron a derretirse, cayendo espesas masas como de arcilla negra alrededor y no quería que me tocara, estaba aterrada, temblaba. Intenté salir, pero me resbalé y este líquido me cubrió, este quemaba, quemaba, quemaba. Empecé a gritar porque iba a morir y no quería, le temo a la muerte. Gritaba muy fuerte, mi piel estaba enrojecida y cubierta de sangre y yagas.

- ¡Gata! ¡Gata! -Gritó Aaron mientras me sacudía. - ¡No grites que no es real!

- ¿Acaso no ves que me quemo? ¡Haz algo! ¡Busca agua! - El bajó corriendo y unos segundos después llegó con una cubeta llena de agua, me la aventó encima. Las paredes volvieron a ser azules, sin manchas negras y la televisión volvió a estar en su sitio. Mi piel ya volvió a su tono pálido habitual y mi cabello seguía tan rojo… debo teñirme, odio ser pelirroja porque esto me recuerda a mis padres.

-Tranquila princesa, estás bien. -Me dijo mientras me abrazaba.

-No estoy bien, no es así. -No podía dejar de temblar, tenía mareo y un fuerte dolor de cabeza. Odio que se repitan estas cosas con tanta frecuencia.




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