Agencia de Seguridad Civil: Ánimas

Capítulo 14: Bloodmon

ueron semanas duras, donde a su padre apenas le alcanzaba para alimentarlos a todos. Donde, desde su habitación escuchaba el inconsolable llanto de su madre en la madrugada y las quejas de su padre después de un largo día de trabajo. Edward gritó furioso mientras las lágrimas caían de sus ojos. ¿Por qué tuvo que ser de esa manera? ¿Por qué nadie podía ayudarlo? Se sentía inútil y una carga, en más de una ocasión pensó incluso en quitarse la vida.

Sin embargo, la dulce mirada de su madre lo detenía de comer semejante barbaridad. ¿Cómo podía hacer sufrir a esa hermosa mujer? Conforme pasaban los días llegó a pensarlo un poco mejor, le agradaba pasar tiempo con su madre, verla tejer cosas para él. Un día lo sorprendió con un mameluco blanco, porque según ella Edward era su corderito. Después de mucho juego de Edward por negarse, su madre logró ponerle el mameluco. Edward se sintió muy contento con el amor de su madre, en verdad adoraba ese detalle de ella.

A pesar de lo horrible que fue saber que jamás podría moverse de nuevo, se alegraba mucho de tener una madre como la suya, y un padre que sin importar que, volvía del trabajo con una sonrisa para su hijo.

Fue hasta una noche de abril que las cosas volvieron a salir mal. Pasaba de la media noche y ruidos extraños comenzaron a escucharse fuera de la casa. Ruidos de golpes, de trotes y risas de burla lo hicieron despertar. El grito de su madre lo hizo voltear rápidamente a la entrada de su habitación ¿Qué estaba pasando?

—¿Madre? ¿Padre? ¿Está todo bien?

Una ventana estalló en pedazos en el piso de abajo, pronto el olor a madera quemada llegó a la nariz de Edward. Gritó desesperado por sus padres, pero no obteníarespuesta. La puerta cayó en el primer piso, observo la sombra de alguien pasar frente a su habitación, otra más le siguió, pero esta abrió la puerta, era su madre quien teníauna expresión de espanto.

—¿Qué está pasando? —preguntó desesperado—. ¿Se encuentran bien?

—Si, Edward, tranquilo tu padre bajó para hablar con ellos —Le consoló su madre.

—¿Con quién?

El relinche de los Nuckelavee se hizo escuchar fuera de la casa, un quejido y risas lastimeras hicieron perder la paciencia a Edward, agitó su cabeza de un lado a otro gritando por su padre. Las escaleras rechinaron con el rápido subir de una persona. El fuego consumía el primer piso con rapidez. Un sujeto entró por la misma puerta que lo había hecho su madre.

—¿Quién eres? —preguntó furioso.

—Mira que tenemos aquí, una pastorcita y su lindo cordero —Se burló. Reconoció aquella voz enseguida, se trataba de aquel sujeto que lo dejó en cama.

—¿Qué hacen aquí? ¿Dónde está mi padre?

—Por favor, no nos hagan daño —suplicó la avejentada señora.

—No quisiera hacerle daño señora, pero su hijo debe aprender a no meterse con cualquiera.

El joven oso puso su mano sobre el cabello de la madre de Edward y tiró de ella escalera abajo sin que su hijo pudiera hacer nada. Las risas de ese chico lo estaban enloqueciendo ¿Qué diablos planeaban? ¿Qué ganaban con eso? Debía hacer algo, tenía que defender a sus padres, pero si tan solo no hubiera cometido una estupidez no estaría en esas condiciones, se podría enfrentar a ellos y rescatar a sus padres. No lo merecían, no era su culpa, Edward había ocasionado todo eso.

Gritó y gritó sin que nadie lo escuchara, viendo el humo entrar a su cuarto y las llamas calentado todo. Ahora conocía el infierno. Llamó a sus padres siendo solo capaz de oír burlas fuera de su hogar.

—La humanidad es un asco ¿No lo crees?

Levantó la mirada. ¿Cómo demonios era posible que ese hombre estuviera ahí con él? Era el mismo hombre que se disponía a comprar su negocio el día del accidente.

—Por favor, señor —suplicó Edward entre lágrimas. No pudo contenerse al verlo, al tener solo una oportunidad—. Ayude a mis padres, no deje que les hagan daño.

—¿No te gustaría ser tu quienes los ayude?

Una sonrisa se dibujó en el rostro de aquel hombre. Edward estaba que explotaba de coraje, pues él sabía que había pasado aquel día, se burlaba de él y eso lo molestaba.

Fuera de la casa el grupo de jóvenes liderados por el chico oso montaba un grupo de Nuckelavee a los cuales les arrancaron los jinetes. Tenían al padre y a la madre de Edward atados de manos y piernas, observando como ardía la cabaña con su hijo dentro, amenazados de ser los siguientes en sufrir el mismo destino. Los chicos reían como desquiciados, fueron humillados y se cobrarían muy caro por eso.

De pronto la ventana del segundo piso se rompió, y de dentro de la cabaña una figura blanca saltó hacia los muchachos. Todos quedaron sorprendidos frente al imponente Edward. El hombre había crecido en altura y masa, su expresión había cambiado por completo y ahora estaba mejor parado que nunca.

—¡Suelten a mis padres!

El enfurecido Edward se lanzó en contra de los captores de sus padres. Golpeó uno de los Nuckelaveehaciendo que se parara en sus patas traseras, el que iba montado en el cayo. Entonces Edward tomó al caballo porel hocico y con todas sus fuerzas lo levantó para estrellarlo sobre el joven.

Los ojos del hombre irradiaban sed de sangre por aquellos que lastimaron a sus queridos padres sin ninguna razón. Cegado por el coraje corrió en contra de otro de los jóvenes y sin temor saltó, lo tomó de la cabeza y lo llevódesde el caballo al suelo, aplastando su cabeza en la tierra manchando todo con sangre. Lo sujetó fuerte y en un rápido giro se lo lanzó a otro de los cinco, corrió hasta ellos y sin piedad comenzó a golpear al joven. La sangre voló por todos lados debido a la brutalidad de su ataque.



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En el texto hay: comedia, accion, aventura

Editado: 08.05.2023

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