Agencia de Seguridad Civil

Capítulo 13: Trampolín al desastre

Ese día llegaron temprano a casa, el anochecer apenas comenzaba. Estaban agotados, fueron tantas cosas en un día que no sabían cómo procesarlas. Tantos acontecimientos que los dejaron impactados y preocupaciones de un futuro que podía ser catastrófico para ellos.

Marla salió esa tarde al jardín, buscando descansar y despejar su mente. Había visto a Santiago en un par de ocasiones salir y estar un rato con las plantas y flores. Parecía hablarles de vez en cuando y que ellas le contestaban. Habían florecido mucho y tomado un color tan vivo que parecían de mentira, sin embargo, su fragancia decía todo lo contrario. Con razón a Santiago le gustaba ese lugar.

Era un área grande, con una pequeña fuente en medio, y una banca de piedras para poder sentarse y contemplarlo todo. Marla se sentó y observó su reflejo en el agua. Había sido una semana de locos, una semana en la que su vida cambió radicalmente. Había perdido a alguien muy importante y volvió a sentir ese vacío en su interior, pero también conoció a una chica capaz de llenar todo eso con un simple gesto; y también tenía a un grupo de compañeros, que empezaba a estimar y disfrutar de su compañía.

Escuchó unos pasos detrás de ella, al voltear se encontró a Mike. El chico se había quitado el uniforme y cambiado por unos jeans negros y una camisa a cuadros roja. En las manos llevaba un plato con galletas que extendió mientras él le daba una mordida a una.

—¿Quieres? —preguntó esforzándose por esbozar una sonrisa.

—Si, gracias —aceptó ella. Mordió un poco de la galleta, se llevó una sorpresa al sentir su rico sabor—. Esta buena ¿Dónde las compraste?

—Yo las hice —Mike se acercó un poco más a ella. Marla sintió mucha pena al tenerlo casi a su lado, su estómago era un torbellino de mariposas. No podía creer que el causara esa sensación, que la hacía sentir bien, sonreír y no preocuparse.

—Te quedaron deliciosas —Marla desvió la mirada a la fuente otra vez, deseando que Mike no se percatara de lo que la hacía sentir—. ¿Dónde aprendiste a hacerlas?

—Yo... —Mike se sentó a su lado, demasiado cerca de ella. Marla se puso en guardia rápidamente—. Aprendí en la cocina de la casa donde era esclavo... —La incomodidad aumentó para Marla. Detestaba escuchar que un chico como el, tan dulce e inocente, hubiera sido esclavo de alguien. Nadie merece que lo traten de esa forma—. Supongo que me quitaron de ahí porque me divertía cocinando.

—¿Cómo...? —Marla deseaba hacer que Mike se abriera un poco más, pero tenía miedo de tocar una fibra sensible para el chico. Era muy tímido, y eso le agradaba, pues ella se sentía así—. ¿Cómo es que llegaste a ser esclavo Mike?

—Mi madre lo era... —Mike dejó de comer, tomó el plato con ambas manos. Miró al agua, pensando en su vida anterior y como es que no la extrañaba—. Ella me tuvo y entonces... fui el peor esclavo de todos.

—¿Y tu padre?

—Él fue quien me hizo su esclavo —siguió diciendo Mike con una cara inexpresiva—. Mi madre murió poco después de mi nacimiento. A veces... Me hubiera... gustado tener una madre que me quisiera...

—A mí también —soltó Marla, regresando a aquellos recuerdos que había dejado enterrados—. A mí... Mis padres me abandonaron hace algunos años. Yo... Nunca los pude complacer... —Mike la escuchaba atentamente, mostrando en su mirada un poco de empatía—. Eran muy exigentes conmigo. Deseaban que yo fuera su trampolín a la riqueza. Tenían el sueño de algún día ser ricos y poderosos mediante mi... Pero fracasé... Por más que intenté no fue suficiente. Por eso me dejaron.

Mike quedó en silencio, cosa que no le incomodaba a Marla. Para ella también era duro hablar de su pasado, aunque ella sentía en el fondo de su pecho un alivio al hacerlo. Mike volteaba a verla con intriga de vez en cuando. Tenía dudas sobre lo que le pasó, mostraba interés y eso le gustaba a ella. Sonrió, sin dejarse desanimar por los malos recuerdos.

—¿Qué pasa? —Se atrevió a preguntarle, sin miedo a que el chico quisiera escarbar más en su mente.

—Es que... No te vayas a enojar —pidió el chico, jugaba con el plato con nerviosismo. Se detuvo y tras tragar un poco de saliva soltó su pregunta—. ¿Qué es un trampolín?

—¿Qué? —Marla no supo que decir en un principio, pero no tardo en reír un poco ante tal pregunta, sintiendo ternura por él—. ¿Nunca has visto un trampolín?

—N-No —Mike se tensó mucho, apenado por su risa.

—¿Qué te parece si mañana buscamos un lugar donde haya trampolines? —Le preguntó Marla colocando una mano en su hombro. El contacto con Mike le causó un revuelo en su estómago, y unas ganas profundas de sonreír que tuvo que contener. Acomodó sus gafas y se levantó de la banca—. Vamos, Mike. Hay que decirles a los demás que nos acompañen.

—Sí.

Los primeros a quienes los chicos se encontraron fueron a Alonso y Nicole, que estaban listos para emprender un paseo rápido por el bosque. Al contarles de sus planes para su día libre, Nicole no pudo aguantar la emoción y explotar de felicidad, lo que dejó a Alonso sin posibilidad de negarse. Aunque el también deseaba ir, nunca había visto un trampolín y lo emocionaba.

Con ellos de su parte siguieron por los demás, fue un poco más complicado convencerlos, ya que tenían planes de quedarse en casa un rato, pero después de una plática llena de un Kevin haciendo chistes malos, accedieron a ir.



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En el texto hay: comedia, drama, peleas y accion

Editado: 09.05.2022

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