ELEONOR
—¿Sabías que Krandy se presentará a fin de mes aquí en Kárpatos?
—¿Eh?
Dejo de mirar hacia los lados de las afueras de la universidad, para así prestar mi atención a Milú, quien buscaba la mínima oportunidad para hablarme de Colin y su grupo.
—Eleonor, ¿Por qué últimamente te veo tan distante? —Milú frunce los labios y se detiene frente a mí, cruzando las manos a la altura de su pecho mientras repara en cada expresión de su rostro—. Desde el domingo que estuvimos en la playa, he notado que estás algo nerviosa y a la defensiva, pensé que era porque Colin no hizo otra cosa que dedicarte canciones ese día, pero hoy es viernes y sigues igual.
Trato de sonreír y niego con la cabeza.
—No es nada, solo estoy nerviosa por la presentación que tengo mañana —miento.
En realidad, Milú tenía razón; no había dejado de sentirme a la defensiva desde que comencé a soñar con esas cárceles reducidas. Los sueños no se me daban todos los días, pero cuando los tenía, se repetía exactamente lo mismo: voces llenas de dolor pidiendo auxilio detrás de esas frías paredes. Además, de que cuando Admes no estaba cerca de mí, sentía la presencia de algo que no era bueno cerca de mí. Era como si estaba siendo vigilada por alguien.
—No mientas, sé con exactitud que amas tanto el baile, que no se te da eso de ponerte nerviosa cuando estás cerca de una presentación.
Tomo la cámara que llevo colgando del cuello, y la enciendo para así fingir que revisaba unas fotografías que había tomado en la mañana de un ciervo al cruzar la calle frente mi casa.
—Mira que belleza, Milú —le digo, mostrándole la imagen.
Milú ni siquiera se acerca a ver, sino que simplemente continúa mirándome de manera acusatoria.
—Eleonor, no vas a decirme nada, ¿Verdad?
Elevo la mirada y la miro directamente a sus pupilas marrones. Después simplemente niego ligeramente con la cabeza.
—Lo siento, Milú. Pero si te lo digo... simplemente pensarás que estoy loca.
Mi mejor amiga pone los ojos en blanco mientras deja salir un resoplido lleno de fastidio.
—Ya no me consideras tu amiga, ¿Verdad?
—¡Claro que sí, Milú! Más que mi amiga, sabes que te considero mi hermana.
—Entonces dime que pasa contigo, ¡joder! Últimamente estás tan despistada que ni siquiera notas que tienes al guapo de Colin Sámaras babeando por ti.
Pongo los ojos en blanco y hago una mueca.
—Eso no es verdad.
—¡Claro que sí, Eleonor! ¿Acaso no has visto la mirada de idiota que te dirige cada vez que estamos en la cafetería? Eres la envidia de la mayor parte de las chicas de la facultad.
—Pues no me interesa la atención de Colin.
—Eso también lo sé. Se te nota en la mirada.
Ella guarda silencio sin dejar de mirarme. Pero yo en ese instante he dejado de prestarle atención, pues en ese momento Admes se encontraba caminando al lado de otro chico del otro lado del jardín. Ambos se encontraban riendo, empujándose con sus hombros sin dejar de caminar de manera despreocupada. Me es inevitable no sonreír al verle, recordando todas las noches que me había estado acompañando hasta que me quedaba dormida, además, de todas las veces que me ayudaba a salir de esas espantosas pesadillas que estaban atormentándome.
—Pero lo extraño es que tu mirada brilla algunas veces que miras hacia la nada... —observo nuevamente a Milú, quien me mira con el ceño levemente fruncido—, como lo está haciendo justo ahora.
Desvío la mirada a la vez que niego con la cabeza.
—Eso no es verdad —aseguro, sin saber con certeza si lo que trataba de hacer era convencer a Milú, o convencerme a mí misma de ello.
En parte no sabía qué carajos pasaba conmigo. Amaba que Admes estuviese cerca de mí. No entendía si el motivo de ello era porque a su lado me sentía segura, o porque simplemente me gustaba tenerlo cerca. Me encantaba mirarlo cuando él no me estaba viendo, me gustaba ver cada perfecto rasgo que tenía en su rostro, amaba verlo sonreír o simplemente escucharlo hablar. Admes era tan perfecto, que incluso me asustaba.
—Nunca me entenderías, Milú.
Pude ver la tristeza que cruzó su mirada. Estaba dolida conmigo, y no sabía cómo cambiar aquello.
—Búscame cuando termines de definir qué lugar ocupo en tu vida, Eleonor Mitre —masculla antes de caminar lejos de mí.
—¡Milú! —hablo tras ella, aunque sé que es tarde.
Milú era el tipo de persona que estaba contigo en todo momento, pero también era el tipo de persona que se resentía con facilidad.
(...)
El resto de la mañana Milú se la había pasado evitándome, lo que comenzaba a provocarme gran frustración al no saber qué hacer. Simplemente no podía decirle que veía personas vestidas de blanco que nadie más era capaz de ver, mucho menos podía contarle que hablaba con uno de ellos.