Elm estaba hastiado de la situación en la que se encontraba, frustrado sería la palabra correcta. Para completar su día recibió un a emisario del Líder.
Su pulcro despacho servía para escapar de todo el barullo que sus criados estaban haciendo a causa de la noticia de la fiesta, la que se iba a realizar en Werban y él no quería. Tenía cosas más importantes que hacer que llevar adelante una fiesta. Pero no podía decirle “no” al líder.
…
Camino a Gozik comenzó el interrogatorio, ya les parecía extraño su silencio. Preguntas sobre por qué no podían hacer lo que ella dijo, qué pasaría si todos se enteraban de su procedencia y muchas más, acompañaron el trayecto.
Nadín y Abbot con mucha paciencia le explicaron que en Ághanon, principalmente en ciertas regiones o sectores, la relación con los de su especie no terminó amistosamente al punto de no querer volver a verlos.
Esa confesión le dio miedo, la sola idea de caer en manos equivocadas, y ser maltratada por ser humana le daba pánico y su terror se reflejaba en sus ojos.
—Tú tranquila pequeña—dijo Abbot al verla así, atrayéndola hacia el con un fuerte abrazo, acción que sorprendió a ambas—aprenderás a defenderte muy pronto—dijo él.
—Claro. Solo debes ser cuidadosa cielo. Si alguien muestra desprecio hacia ti, solo tú sabrás si debes alejarte o no—habló Nadín—hay quienes sienten mucho rencor, mas ellos tienen sus motivos para hacerlo. Si solo tienen prejuicios no tardarán en ver que eres una criatura maravillosa—la animó acariciando su mejilla—solo se así como eres. —Vera sonrió más aliviada al oírla— ¿Vera? ¿Ese protector lo tienes hace mucho tiempo? —Preguntó Nadín cautelosa.
—Me dieron antes que encuentre este—dijo señalando el collar con la piedra.
Vera peguntó por qué quería saber y Nadín se lo explicó rápido sin mucho detalle.
Cuando llegaron al cruce desde donde se divisaba la avenida abandonada, Nadín se despidió de ellos, pero no se fue sin amarrar a su colgante un recipiente, ahora reforzado para que no lo destruyeran durante las clases, con su legúl dentro.
Mientras permanecían en el camino, sintió frio y Abbot le cedió un abrigo que pasaba sus rodillas. A medida que avanzaban Vera examinaba el contenido de los bolsillos del abrigo, como si fuera el suyo. Sacó de uno de los tantos bolsillos un paquete, el elfo lo vio y le dijo que eran frutos de Cyrilla, ella pensó un ratito hasta que se acordó de la primera vez que vio la planta.
— ¿Por qué tenés Cyrilla? —preguntó ella mientras miraba los frutitos tratando de recordar para que servían.
—Nunca están demás. No obstante no debes abusar de ellos ¿Los quieres?— dijo él.
Ella solo se encogió de hombros pero si se los quedó.
— ¿Sabes que es la última vez que te acompaño? será Kugo quien te escolte la próxima vez —habló él.
— ¿QUÉ? ¿Por qué Kugo? —Preguntó, deteniéndose alarmada.
— ¿No te ha informado Elm? Sucede que todos trabajamos, no deberíamos ausentarnos con tal frecuencia—habló él mirando su reacción de reojo, mientras avanzaba con sus manos en los bolsillos.
—NO— Su repuesta fue rápida y con indignación.
— Lo olvidó al parecer ¿Kugo no es de tu agrado?
—Yo no le agrado. De eso estoy segura, siempre me trata mal no sé qué problema tiene conmigo.
—Él siempre ha actuado así, no solo contigo. Con todos es igual—Aclaró él—es difícil que ese tipo de criaturas tenga sentimientos hacia alguien.
—Mmm, no sé. Hace poco me dijo Yel, no sé qué es pero parecía feo por cómo me dijo—ante lo dicho Abbot soltó una risa.
— ¿Hablas en serio? ¿Te ha dicho Yel? —preguntó y seguía riendo, ella asentía y lo miraba extrañada. Él no era de andar riéndose y no lo esperaba después de cómo lo vio en Werban— Es un insulto, el más antiguo de todos, ya nadie dice eso.
— ¿y que me quiso decir? —preguntó molesta.
—Que no tienes cerebro, posiblemente.
—Ah ¿y Yel significa descerebrado?
—No, no. Yel es una criatura pequeña. Y según los libros tiene un cerebro muy reducido casi inexistente. Son criaturas torpes. Pero su baba se utiliza para elaborar pócimas muy potentes.
—Por eso entonces, que idiota—dijo más ofendida— él es horrible y muy insoportable yo en cambio no le digo nada —dijo.
Ante el comentario él solo sonrió y continuaron su camino, silencioso para variar, minutos después ya estaban reunidos con Chandra.
Una vez dentro de Gozik caminaron por el pasillo de piedras blancas, pero fue llevada a otro lugar, uno diferente a donde estuvo en la visita anterior. Nunca hizo el tour por la escuela.
En el trayecto olía distintos aromas y veía criaturas de aspecto extraño, por decir lo menos, pero sin duda alguna ella era la única humana allí. Aunque su presencia no parecía molestarles a quienes la veían, seguramente era por la huellas en su piel, de igual manera mantenía la distancia y un ojo en ellos, teniendo siempre presente las recomendaciones de sus tutores, como ella prefería llamarlos.