XXV. Hermanas
Nadín avanzó con determinación hacia la entrada, donde divisó a Saba. Pidió a Enid que acompañara a Abbot y Alred para brindar ayuda en caso de la necesitaran, ya que ella tenía asuntos pendientes que requerían su atención.
— ¿A dónde crees que vas, Saba? ¿Huyes de mí cuando tenemos tanto de qué hablar? — preguntó Nadín, conteniendo la ira que bullía en su pecho. Mantener la compostura era su objetivo inicial, pues sabía que no debían enfrentarse, a pesar de que la violencia se palpaba entre ellas. Su dolor le imploraba sangre.
Las Tabishas, las creencias ancestrales, sostenían que la enemistad entre hermanos se borraba con sangre. Si dos hermanos se enfrentaban uno debía morir o la desgracia acompañaría a la sangre a lo largo de generaciones.
— Hermanita es tarde pronto oscurecerá y debemos estar preparadas. He dado por sentado que iremos juntas a Amsarishta. A nuestros padres les hubiera encantado ¿no crees? Erín te espera, como siempre—expresó Saba, que caminaba al derredor de su hermana como si fuera un buitre acechando a su presa. —Oh, ya lo sé, quieres romper la tradición familiar para ir con tus amigos. Con la humana. Que por cierto ¿Dónde está?
Nadín la escuchaba y observaba con cuanta soberbia e hipocresía actuaba su perversa hermana, si es que a eso se le podía llamar así. En su interior deliberaba sobre cómo actuar.
Nunca logró tener una buena relación con ella, por mucho esfuerzo que pusiera, a su hermana no le importaba llevarse bien con ella. Saba la odiaba y destellaba en sus ojos cada vez que la veía. Nunca logró entenderla y jamás podría justificarla.
— ¡Estoy hablándote a ti Nadín! —gritó Saba— ¿ha muerto o no esa pestífera humana?
— ¡No! Por mucho que lo desees. ¿Sabes? siempre creí, o más bien, tuve la esperanza de estar equivocada contigo. No quería ver ese lado tan perverso e insensible en ti, y aunque uno siempre debe terminar aceptando la realidad por muy cruda que sea. Sigo sin creerlo, no consigo comprender la profundidad de tu maldad.... —dijo Nadín con gran dolor en su corazón.
—Por mi vida que das pena. Quieres a esa niña que nubla tu razón, te has vuelto sentimental e impulsiva, eres tan parecida a mamá. Nadín debes dejar de ver a tu hija en todas partes. Yo lo lamento, pero ha pasado mucho tiempo y Vera no pertenece a este lugar. Ella debería estar con su familia o, muerta en el mejor de los casos—respondió Saba con calma.
—Conoces la empatía ¿sientes pena por mí? Es demasiado tarde para ello, ¿no crees? ¡Porque no la tuviste cuando me quitaste a mi hija! —respondió Nadín abrumada por el dolor.
El rostro de Saba se oscureció. Su mirada revelaba resentimiento.
— ¡Como tú me quitaste mi herencia y el amor de mi madre! Se trata de equilibrio cielo, y tu pequeña está mejor de lo que podría haber estado contigo —contestó Saba sarcasmo, tomando una postura defensiva. Dudaba que su hermana la atacara pero si sucedía estaría alerta.
Nadín, sin poder contener la furia que la consumía, soltó un grito desgarrador en respuesta a las acusaciones de Saba.
—¡¡Eres una maldita desquiciada!! ¿CÓMO PUDISTE? —soltó Nadín con un grito desgarrador, que quebró un llanto cargado de dolor e irá. Estruendos cubrieron el cielo de Ághanon dando inicio a la ceremonia. Nadín aprovechó el momento, liberando una descarga tan potente que propulsó a Saba hasta un lago cercano —Nunca te lo perdonaré, ¡NUNCA!
A Saba le tomó por sorpresa el ataque, Nadín siempre fue la calmada, pero su respuesta no se hizo esperar.
— ¿Y crees que me duele?—dijo acercándose a su hermana— Ya era hora de que alguien te bajara del mundo ilusorio en el que vives, creyendo que todo es maravilloso. ¡NO NIÑA! Hay cosas que se pagan con la justicia propia. ¿No lo entiendes aún?— dijo Saba luego de replicar el destello de Nadín, que estaba totalmente fuera de sí. Su energía se vio tan potenciada, que las flores a su alrededor se marchitaron. Nadín apenas logró esquivar el ataque. En cambio, canalizó una esfera de energía que disparó de sus manos, haciendo que Saba saliera lanzada.
Saba, recuperándose con rapidez, le propinó un ataque silencioso que derribó a Nadín haciéndola chocar con una roca en el centro del lugar. A pesar de que estaban muy agotadas, ambas se negaban a ceder. El uso de cada destello o hechizo requería mucha energía de ambas partes tanto wyd como mágica, pero no darían su brazo a torcer.
—Hemos iniciado el fin, una de las dos tendrá que morir— anunció Nadín con cansancio, reconociendo la gravedad del enfrentamiento.
La energía en el ambiente vibraba con una intensidad que reflejaba la importancia de la elección que habían tomado.
El escenario se tornó un campo de batalla donde la magia y la fuerza se entrelazaban en un conflicto que trascendía lo físico. Cada movimiento estaba cargado de historia, resentimiento y el peso de las decisiones pasadas. Las palabras apenas podían describir la complejidad de las emociones que fluían entre las dos hermanas.
El cielo comenzaba a iluminarse y los habitantes iniciaban su desfile hacia el Zonú para dar inicio a la ceremonia. Se oían cantos elevados por las dyalas. Nadín debía estar allí ejerciendo su rol en la comunidad. Pero en ese momento nada era más importante que ajustar cuentas con Saba.