Hola otra vez, te escribo desde el mismo infierno…
Es imposible estar juntos en un lugar como este, literalmente eres el ángel que me cuida y me protege con sus cartas mágicas. El simple hecho de leer tus palabras me hacen escuchar tu voz, en medio del fuego ardiente las recuerdo perfectamente, y me hacen sentir que estas aquí, a mi lado; dándome las fuerzas que necesito para recordar que aún estoy vivo, rodeado de muertos que reclaman mi alma, susurran a mi oído que yo también debería estar con ellos.
¿Pero Sabes? Aquí también hay luna y estrellas, cuando llega la noche y las llamas cesan un poco su castigo, miro al cielo y sé que lo mismo ven tus ojos, y de alguna manera nos acerca, se rompen todas las reglas y nuestras miradas se encuentran, así como el cielo y el mar se reflejan, así se refleja tu mirada y la mía, sin importar que nuestros cuerpos estén separados, sin importar que estemos en mundos diferentes.
Estamos conectados por el grande resplandor de la noche, adornados por millones de destellos que iluminan nuestros más puros sentimientos. Tus cartas le dan vida a lo que sentimos, nos unen a través de la distancia, tus letras tienen magia que nos mantiene unidos, cuando todo esto acabe guardaré tus cartas mágicas.
Vietnam, 16 de marzo de 1959.
…
—Hola vengo a enviar una correspondencia.
—¿Recibió una recientemente?
—Sí, la semana pasada.
—¿Para qué batallón envía?
—Para el batallón del sur señor.
—¿Está segura?
—Sí, ahí está mi prometido.
—Me puede decir el nombre completo.
(Ella se preocupa)…
—Dígame que es lo que está pasando señor.
—El último comunicado de ese batallón fue hace un año.
—Eso es imposible, he recibido cartas los últimos meses.
—Siento decirle que ese batallón se dio por desaparecido hace 6 meses, su última transmisión decía“¡Mayday!/ El lugar es desconocido, repito; desconocido, la tierra arde. Los soldados caídos están… repito; el sol no ha salido, los soldados caídos están, vivos…//inteligible//.