Ahogada en la venganza.

III

"Tal vez, encontraré mi destino

cerca de ti,

y tal vez, encontraré mi destino

cerca de la muerte"

-C.r.o

Tomé mi móvil decidida a comunicarme con Darío. Después de una noche de insomnio debatiendo conmigo misma, había tomado la decisión de seguir adelante. Ya había iniciado esto, no sería tan débil como para echarme atrás ahora.

Si todo salía bien quedaría con él en encontrarnos por la tarde.

Llamé, pero no contestó.

Pensé que tal vez estaría molesto conmigo, pero enseguida mi móvil comenzó a sonar y vi el nombre de Darío en la pantalla.

Contesté y una voz somnolienta me saludó.

— Buenos días —dijo al otro lado de la línea.

— Buenos días? Son la 1:30 de la tarde —respondí entre risas.

— Sí, no pude dormir bien anoche —dijo con desgana.

— ¿Por qué? —pregunté, algo preocupada.

No sé por qué me preocupa él.

— Nada —se limitó a decir.

Me molestaba que siempre desviara el tema cuando intentaba preguntarle qué le pasaba.

— Bueno, llamaba para disculparme por ayer. Lo siento, no era mi intención dejarte así. ¿Podemos vernos hoy? Si no quieres, está bien, entiendo perfectamente...

— Sí, ¿dónde y a qué hora? —interrumpió, y una sonrisa involuntaria se dibujó en mi rostro.

— ¿Qué te parece el cine abandonado del parque a las 3?

— Vale —respondió y se quedó en silencio por un momento. No sabía qué decir y no quería colgar abruptamente.

— Bueno, nos vemos entonces —dije, tratando de romper el silencio.

— Vale, te quiero —dijo de repente. No supe cómo reaccionar y terminé colgando yo.

Me tomó por sorpresa. Me di cuenta de que estaba nerviosa de nuevo. Esto no puede seguir ocurriendo. Debo tener cuidado con mis sentimientos y desecharlos.

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Eran las 2:37 y decidí que era momento de salir de casa en dirección al parque donde me encontraría con Darío.

— ¿A dónde vas? — la voz de mi madre me sorprendió en mi habitación mientras me arreglaba un poco el cabello.

— ¿Cómo sabes que voy a salir? — sonreí al ver su rostro conteniendo la risa a través del espejo.

— Nunca te peinas y de repente te encuentro frente al espejo. ¿Vas a salir con alguien o ha ocurrido un milagro? — dijo con burla.

— Pues sí, voy a salir, pero solo a comprar algo dulce que me apetece. No te hagas ideas, vieja —dije, usando el apodo cariñoso que solía emplear con mi madre. Teníamos una confianza especial, distinta a la típica relación madre e hija. Decidí no contarle que iba a ver a Darío, ya que no podía revelarle mi plan de ilusionarlo.

— Claro —respondió, y noté que no se lo había creído en absoluto. Me conocía demasiado bien—. Quiero verte aquí rápido, no te entretengas. Te estaré vigilando —añadió entre risas antes de salir de mi habitación.

Bien, es hora de irme entonces. Tomé las llaves de casa y salí en dirección al parque.

Había quedado con Darío en un antiguo cine abandonado que se encontraba allí mismo. Era más bien una construcción sin terminar, pero me encantaba ese lugar. Solía ir allí muchas tardes; era un sitio vacío y me gustaba la atmósfera de tranquilidad que se respiraba allí.

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2:54 marcaba la pantalla del móvil cuando llegué al parque, escudriñando a mi alrededor en busca de Darío, pero no lo vi por ninguna parte. Parece que aún no ha llegado.

Decidí adentrarme en el viejo cine, con cuidado de no tropezar con los escombros esparcidos por el suelo. Ascendí por las escaleras hasta la zona donde deberían estar los asientos, si no fuera por ser simplemente una construcción abandonada.

Saqué el móvil para comprobar si había algún mensaje de Darío.

Nada.

Supongo que me adelanté un poco, ya que suelo llegar tarde a los sitios.

Continué subiendo hasta llegar a un lugar abierto en la construcción. Era una pared completamente abierta en lo alto de la estructura que daba a la calle. A veces me preguntaba cómo se sentiría lanzarse desde allí.

Por supuesto, no me atrevería. A pesar de los problemas, amo la vida y la idea de morir no está en mis planes por ahora.

Al marcar las 3:00 pm en el móvil, pasé los minutos observando la pantalla con la sensación de que el tiempo se había detenido.

Sentía una incomodidad y nerviosismo inexplicables, así que me senté en el borde dejando que mis pies se relajaran al colgar. Cerré los ojos y disfruté del aire en mi rostro, amaba la tranquilidad de aquel lugar.

Sumida en mis pensamientos, una voz me sobresaltó por detrás.

—Llegando temprano a un sitio, no lo puedo creer —dijo alguien detrás de mí. Mi alma pareció abandonar mi cuerpo y me sobresalté, temiendo caer del lugar donde estaba. Logré mantenerme en mi sitio—. Lo siento, no quería asustarte —se disculpó Darío, quien previamente me había dado el peor susto al estar tan absorta en mis pensamientos.

—Tranquilo, casi me matas pero tranquilo —reí, aunque él permaneció serio.

—No es gracioso —dijo con seriedad, mientras yo dejaba de reír—. Si te pasara algo, no sé si podría seguir adelante.

—¿En serio? Solo hablas ahora, pero luego te olvidarás. Así es como sucede con todo el mundo —respondí sin mucho interés.

—Yo no soy como todo el mundo, lo verás con el tiempo —dijo cruzando los brazos.

"Yo no soy como todo el mundo, lo verás con el tiempo". Esas mismas palabras las había dicho mi ex en el pasado. Las mismas palabras.

Pasé junto a Darío y me dirigí a otra zona del antiguo cine, más retirada y derruida en la planta baja.

Sentí que Darío me seguía, pero no quería mirarlo. Había vuelto a pensar en "él" y me había vuelto a enfadar.

—Oye, espera. ¿Estás bien? —preguntó Darío siguiéndome. Me senté en el suelo sin mirarlo.



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En el texto hay: drama, amor, engaños y traiciones

Editado: 31.07.2024

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