[Capítulo 3]
{Aiden}
¿Qué podía ser peor que el hecho de que Daemon casi matara a la mala imitación de Ken? ¡Ah, sí! Que ese idiota estuviera a punto de caer en coma, que mi hermano estuviese casi llegando a la oscuridad una vez más y que los padres de Joshua fueran personas influyentes en su país y mi copia estuviese amenazado de ir a la cárcel acusado de intento de homicidio.
Y la razón de que Daemon hiciera tal cosa no estaba clara, ya que Leah estaba más preocupada por su novio que por uno de sus hermanos.
Mis tíos se fueron al hospital después de que la ambulancia lograra llevarse a Joshua cuando al fin pudimos con mi padre quitar a D de encima de él. Controlar a aquella bestia no era fácil y sobre todo porque siempre lo hacíamos evitando inyectarle sedantes que lo noquearan, utilizar la fuerza era más cansado, pero no importaba porque era menos dañino para él y nos habíamos prometido no envenenar su cuerpo con tantos químicos, pues en el pasado tuvo que utilizar demasiados cuando la enfermedad que padecía amenazó con arrebatarle su cordura.
Desde muy pequeños nuestra madre nos hizo practicar diferentes tipos de artes marciales y deportes, todo para canalizar la energía de sobra con la que mi hermano había sido recargado de nacimiento. Su vida no era fácil, sin embargo, él era demasiado fuerte y luchaba cada día para vencer sus demonios internos y mantenerlos en paz sin necesidad de los venenos. Daemon estaba perdido en aquel momento, la ira en su interior lo estaba volviendo loco y siguiendo los pasos ante aquellas situaciones, mi madre llenó la tina de la habitación de él con cubos de hielo y agregó agua fría mientras mi padre me ayudaba a meter a Daemon sin antes quitarle la ropa, pues aquella acción sería imposible de lograr sin llevarnos un par de golpes y los golpes de mi copia recargada, no era algo que deseaba recibir.
— ¡VOY A MATARLO! — gritó con ímpetu. Papá lo agarró de los brazos y yo de sus piernas — ¡V-VOY…A…M-MATARLO! — siguió vociferando entre jadeos.
La frialdad de aquella tina cortó su respiración y habla, luchó aun más por salir de ahí y tanto papá como yo jadeamos al ser salpicados por aquella agua-hielo. Todavía seguíamos sintiendo que era cruel hacerle aquello y sobre todo cuando en ocasiones aquel líquido enrojecía su piel al quemarlo, pero era la única manera que teníamos de bajarle un poco la ira y evitar que su estado empeorara. Su oscuridad iniciaba, sus ojos aun no cambiaban de color y estábamos a tiempo de evitar que cayera en su pozo profundo de depresión.
Sabía que mis ojos estaban igual de brillosos y rojos como los de mi padre, evitamos que las lágrimas salieran de ellos y más cuando veíamos a mamá intentando ser fuerte y estar ahí para uno de sus hijos, para el que más la necesitaba en aquel momento.
La primera vez que utilizamos aquel método, corrimos el riesgo de que D sufriera un paro cardiaco, pero lo hizo demasiado bien y con el tiempo se acostumbró a aquello y hasta colaboraba cuando le quedaba una pizca de cordura.
— Todo estará bien, mi ángel bello — puntualizó mamá con convicción. Metió sus manos al agua e hizo una mueca al sentirla, sin embargo, dejó de lado el dolor que aquella situación le provocaba y mojó la cabeza de D.
Él ya estaba tiritando y buscó con su rostro la caricia de mi madre, lo soltamos entonces sabiendo que se estaba calmando; mis brazos estaban rojos por haberlos tenido en el agua, mis músculos se entumecieron y mis huesos dolían. Mi padre estaba igual, aunque aquello era nada para lo que en realidad sentíamos.
¡Joder! Esos momentos eran siempre los peores de mi vida, mi hermano era mi todo y me sentía como un cretino cuando tenía que hacerle tal cosa.
La policía llegó rato después en busca de Daemon, deseaba ir al hospital y saber cómo estaba Joshua, no porque su vida me importara sino porque de su estado dependía la libertad de mi clon; quería saber también cómo estaba Leah, pero en ese momento para mí era más importante proteger a Daemon y evitar que se lo llevaran. Por fortuna mi padre tenía influencias e impidió de momento que lo hicieran, pero iría a juicio si el Ken ponía una denuncia o sus padres.
Debíamos evitar eso, en Italia Daemon ya había tenido un problema grande y si lo que acababa de suceder llegaba a las oficinas de seguridad de ese país, iban a reclamarlo para castigarlo y eso era una situación que no estaba dispuesto a permitir.
Me sentía demasiado preocupado porque D no había dado indicios de caer, siempre llegaba la manía antes de la ira para terminar en la depresión, mas en ese momento la manía no hizo su aparición y eso complicó todo. Mi pecho dolía al pensar en mi otra mitad, dejé caer mis lágrimas sin temor a parecer débil porque me asusté como la mierda y seguía así por la incertidumbre de lo que iba a suceder con Daemon; mi padre llegó a donde estaba y sin decir nada me abrazó permitiendo que llorara en su hombro. Pasarían los años y jamás me acostumbraría a estar en ese lado de la vida, hubiese deseado ser yo el de aquella condición; sin duda alguna me habría cambiado de lugar con mi hermano al tener una oportunidad, aceptaría el triple de eso si él hubiese tenido la oportunidad de liberarse un poco de su infierno.
— Él no irá a ningún lado — habló papá con la voz gruesa —. Te lo prometo Aiden, nadie te alejará de tu hermano y a nosotros ningún hijo de puta nos quitará a uno de nuestros hijos. Antes tendrán que matarme y te juro que les costará un infierno lograrlo — lloré en silencio, sin embargo, creía en él. Mi padre siempre nos cumplía sus promesas.
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Editado: 30.06.2020