Aitana al acecho

Capítulo 16 'Contigo será mucho mejor'


Aitana

Si no fuera porque escuchaba mi corazón latir, hubiese pensado que estaba muerta. Mis pies dolían mucho, el sueño quería vencerme y mis manos se sentían entumecidas por todas las bolsas que habían cargado, aunque claro, estaba feliz y agradecida con Donna por todo lo que me había comprado, aún así, estaba segura de que no volvería a tener un día así con aquella bruja.

—Hola papá —saludé con voz cansada al entrar a casa.

Sin importarme un demonio cuán costosas hubiesen sido las cosas que guardaban aquellas bolsas que llevaba en mano, las arrojé en el suelo y caminé hacia el sofá de la sala.

—Hey, ¿qué tal tu día?
—Me asesinó —respondí al echarme y apoyar mi cabeza en sus muslos.
—Ya lo veo —acarició mi cabello.
—¿Qué es lo que miras? —observé el televisor.

Era el noticiero.

—Por fin arrestaron al malnacido que secuestró a aquella chica.
—¿Qué ha pasado con ella? —pregunté con interés—. ¿La han encontrado?
—Al parecer no, el hombre no ha querido decir nada.
—Pobre familia, lo que debe estar sufriendo.
—Claro, yo me pongo en su lugar. No quisiera ni imaginarme que algo así podría sucederles a ustedes.
—Pues, lo bueno de todo esto es que el peligro ya ha pasado y han arrestado a ese degenerado —suspiró.
—No es el único en la tierra. Debemos tener cuidado.
—Hablando de cuidado, ¿dónde está el enano?
—En su habitación, jugando con ese Play Station que tu novio le obsequió —fruncí el ceño al mirarlo.
—¿Le regaló un Play Station?
—Sí, me pidió permiso para dárselo, dijo que él ya no lo usaba y no vi por qué no acceder.
—¿Tucker estuvo aquí? 
—Sí, vino a ver si ya habías llegado.
—Mhmm —ladeé mi boca.

Lo había extrañado durante todo el día. Cuando hablamos a través del móvil para informarle que estaría con Donna haciendo unas compras, le desagrado no verme por la tarde, ya de por sí estaba un poco molesto por saber qué había estado con Tobías en la feria de arquitectura y luego Donna que se atraviesa en nuestros planes, pues lo empeoró.

—Creo que iré a descansar —me puse de pie y le di un beso en la sien.
—¿Ya cenaste? Hoy preparé esa tarta de zarzamora con queso que tanto te gusta.
—Pues ya cené, pero por supuesto que tomaré un trozo —sonreímos.

Caminé hacía la cocina sin tomarme la molestia de encender la luz, ya que veía lo suficiente con la que provenía desde la sala.

Luego de servirme un trozo de tarta, llevé al fregadero el pequeño utensilio que utilicé para dejarlo limpio, tomé la esponja con jabón y comencé a fregarlo, aunque ... mis manos se detuvieron repentinamente cuando elevé la vista y observé a Tucker a través de la ventana. Estaba saliendo de su casa con unas cuantas bolsas negras en las manos.

Sin ser descubierta, incliné mi cuerpo hacia delante para alcanzar a ver cómo guardaba las bolsas en el maletero —mismas que había creído que eran basura—, en breve, él abordó el auto, lo encendió y se marchó.

Fruncí el ceño sin moverme. Ya era muy noche para que Tocker saliera a dar un paseo, así que ... ¿a dónde demonios había ido?

Comencé a cuestionarme con dicha pregunta. No entendía del todo la vida de mi novio, en ocasiones era tan extraño y misterioso que me martirizaba con demasiada curiosidad ...

—¡Boooo! 
—¡Ahhhh! —grité ante el susto que me había provocado Tobías y no dudé en arrojarle la esponja con jabón al rostro.
—¡Demonios, Timona! Me ha entrado jabón en los ojos —expresó del otro lado de la ventana mientras se limpiaba con las mangas de su jersey.
—Casi me provocas un infarto.

—Aitana, ¿está todo bien en la cocina? —papá gritó desde la sala.
—¡Sí papá! ¡Me picó un mosquito!
—Sólo mátalo, ¿quieres? No te comerá —dijo con frustración.
—¡Para tu información, eso es lo que hacen cuando te pican!

Ya no respondió, pero lo conocía lo suficiente como para saber que había murmurado: "Dios, dame paciencia con estos niños"

—¿Por qué estás ahí? —le pregunté.
—Iba a tocar tu puerta, pero por casualidad, miré tu cabezota saliendo por la ventana. ¿De nuevo estás espiando a tu novio? —preguntó con ironía y ligera molestia.
—En verdad me encantaría que te llevaras bien con él —giró los ojos.
—Y a mí me encantaría que abrieras la puerta, ¿puedes? —forzó una sonrisa y yo también giré los ojos antes de caminar hacia la entrada de la casa.

En cuanto abrí la puerta, Tobías entró.

—¡Buenas noches, señor Pevensie! —lo saludó.
—¿Qué hay, muchacho? —elevó la mano como saludo sin dejar de mirar el televisor.

—¿Y qué es todo esto? —me sonrió al observar las bolsas en el suelo.
—Es tu hermana perdiendo la cordura con una tarjeta de crédito.
—Sí te creo —dijo con ironía.
—¿Me ayudas a subirlas? Iré por tarta a la cocina.
—Bien.

Mientras él las tomaba, yo caminé y tomé mi plato de la encimera, además de otra cuchara para compartir con Tobías. Regresé, subí las escaleras y entré a mi habitación.

—Son bonitos —expresó con una sonrisa forzada al mirar los cuadros que me había obsequiado Tucker—. He pasado por el cuarto del enano y lo he visto jugar con el Play Station que tu novio le dió. Parece que intenta ganarse a tu familia —me encogí de hombros al sonreír.
—Tucker es un chico increíble.
—Ya ... —me asintió con la cabeza—. ¿Dónde dejó todo esto? —se refirió a las bolsas.
—En el piso está bien.

Dejé el plato sobre la mesita de noche y comencé a quitarme mi calzado.

—Tu padre me dijo que tu compañera te cambió el turno, así que quise aprovechar para venir a verte.
—No tenías que dejar a tu novia para hacerlo —mis manos se detuvieron brevemente.

¿Qué rayos había sido eso? ¿Estaba actuando con celos?

—Terminamos.
—¿Qué? —me detuve por completo y lo miré—. ¿Cómo que terminaron? —suspiró.
—Ya no me sentía cómodo en aquella relación —tomó el plato de la mesita y se sentó al borde de la cama para comenzar a comerse la tarta.
—Ya era hora, ¿no lo crees? —retiré mi última bota para sentarme a su lado.
—Si no lo había hecho antes, era para no tener que lidiar con su locura.
—Y ... ¿este fue el mejor momento para hacerlo? Es decir, el hecho de que no hayas lidiado con su estupidez en el pasado, no quiere decir que mañana que vayas a clases, no encontrarás explosivos al abrir tu casillero —sonreímos.
—Creo que mañana faltaré a la universidad.
—Cobarde —expresé divertida al tomar mi cuchara con una porción de tarta.
—Creo que no debí salir con ella desde el principio.
—Yo también lo creí, pero ya que a ti te gustan ese tipo de chicas, ni para qué llevarte la contraria.
—¿Tú cómo sabes que ese es el tipo de chicas que me gustan? —elevó las cejas y lo miré con obviedad.
—Mhmm, no lo sé, ¿tal vez porque ese es el único tipo de chicas con las que te he visto salir desde que te convertiste en Hércules?
—Es diferente —se molestó un poco—. Pero tú qué vas a saber del tipo de chicas que me gustan si no ... —se interrumpió a sí mismo y de nuevo suspiró.
—¿Por qué te molestas, Pumba? Eres mi mejor amigo y te conozco muy bien.
—No Aitana, no me conoces lo suficiente —fruncí el ceño.
—¿De qué hablas?
—De nada, olvídalo. ¿Vemos películas esta noche? —tragué pesado.
—¿Películas? —me removí en mi asiento.
—Sí, hoy quiero ver películas con mi amiga, ¿se puede?




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