Akram: ¿un Príncipe árabe puede enamorarse?

CAPÍTULO 21

ADHARA

Por más que intentaba acostumbrarme al peso de las cimitarras, éstas me parecían pesadas, la más “liviana” era una un poco más pequeña con la hoja más curveada, que parecía del tipo que se usa para cortar los cultivos, pero que seguramente con la técnica adecuada era letal. Como todas las otras armas de su colección tenía detalles impresionantes en su mango y una línea dorada con relieve hacía la ilusión de partir la hoja por la mitad, sin llegar a partirla realmente.

Nunca antes escuché acerca de una mujer que supiese luchar, menos aún que llegase a formar parte del ejército.

El contraste de los vestidos con las armas era risible, no parecían encajar bajo ninguna circunstancia, desde luego no podría usar semejantes vestimentas para aprender a pelear, suficiente tendría con el peso de las espadas para tener que soportar también el de extravagantes ropajes.

Hace unas semanas las formas de pasar mi tiempo eran junto a mis doncellas o hermanas, cantando y bailando para animar a nuestro padre, mi velo siempre cubría mi rostro al igual que las joyas mis manos.

Este debió ser el tiempo más largo que había pasado con el rostro al descubierto, aún me producía una sensación extraña el estar en presencia de Akram y que pudiese ver no solo mi rostro sino también mi cabello.

Pasaron muchas horas desde que Akram se fue, el sol casi se ha puesto por completo y aunque trato de sostener las cimitarras en alto más de treinta segundos, el peso termina venciéndome.

Un sonido en la puerta me pone alerta, alguien parece tener problemas tratando de entrar, tomo la cimitarra de antes, la que tiene la hoja más curveada y es liviana, mientras me posiciono al costado de la entrada, no sé qué podría hacer realmente, pero no tengo tiempo para ocultarme en ningún otro sitio. Supongo que al estar cerca de la puerta podría salir corriendo antes de que pudiese verme por completo y solo en caso de que intente tomarme trataría de hacerle algún daño.

Finalmente, la puerta cede y se abre, y en el preciso momento en que estoy por abalanzarme hacia la figura masculina que hace su ingreso, ésta se voltea velozmente y frena mi brazo, empujando mi cuerpo e inmovilizándome contra la pared.

-¿Qué pretendes hacer?

Reconozco su voz, mientras siento cómo su aliento calienta mi mejilla, sólo entonces me atrevo a abrir los ojos, pero la cercanía en la que nos encontramos ahora comienza a producir un cosquilleo en todo mi cuerpo.

Normalmente trataría de alejarme de inmediato, sin embargo, algo dentro mío ansía y exige acortar las distancias entre ambos.

-P…pensé que sería alguien q…que quería ingresar por la fuerza. -Inspiré hondo tratando de recobrar la compostura, y con una mirada que esperaba fuese desafiante añadí. -Otra de tus tantas amantes tal vez.

Su expresión, hasta ese momento confusa pareció relajarse, incluso me atrevería a decir que se tornó burlona, aunque era difícil saber puesto que este hombre nunca develaba lo que sentía, siempre estaba neutral.

-¿Y esperabas deshacerte de ellas tu misma? Había escuchado de lo peligrosos que llegan a ser los celos de una mujer, pero nunca les había dado tanto crédito… hasta ahora.

Definitivamente se estaba burlando de mi.

-¿Y si hubiese sido un hombre?

No permitiría que se riese a mi costa, pensar que estaba celosa era ridículo.

-¿Ibas a enfrentarte tú sola a un hombre que tal vez venía a matarme? -Un atisbo de sonrisa se asomaba por sus labios.

-S..si. -Ahora que lo analizaba era realmente ridículo, incluso metiéndome bajo la cama hubiese tenido más probabilidades de sobrevivir.

-¿Con una khopesh?, -Esta vez no había duda, estaba sonriendo por primera vez. -¿Al menos sabes que la sostienes de manera errónea?

Subí mi mirada hacia mi mano, la cual se encontraba inmovilizada por su agarre, no me había percatado hasta ese momento, pero era obvio que la punta debía apuntar hacia adentro si quería alcanzar a por lo menos provocar algún corte, en cambio yo la tenía con la punta hacia afuera, del lado sin filo, lo mismo hubiese sido tener un alambre conmigo, inclusive me hubiese sido más útil.

-Por supuesto, ya lo había notado. -Sonaba arrogante, yo misma lo notaba, pero era orgullosa y no admitiría mi equivocación.

-Puesto que el peligro ya pasó -El brazo que apresaba mi mano se hizo con la Khopesh, arrebatándomela lentamente. -Espero no te importe que cuide esto por ti, mejor dicho, de ti.

Pudo alejarse en ese momento, sin embargo, no lo hizo. Nuestros cuerpos se mantenían cercanos y comenzaba a ponerme nerviosa, temía que él notase lo que provocaba en mí.

-O temes que pueda hacerte daño. -Lo provoqué.

-¿Hacerme daño dices? -Finalmente se alejó por completo, observó la Khopesh y la pasó de una mano a otra jugando con ella. -Bien, muéstrame qué puedes hacer con ella. -Finalizó extendiéndola hacia mi para que la volviese a tomar.

En realidad era una invitación a ponerme en ridículo, ambos lo sabíamos, pero yo le demostraría que podía ser letal si me lo proponía.

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En el texto hay: romance, romancejuvenil, arabe

Editado: 20.03.2023

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