ADHARA
La tensión era palpable, tan densa.
-Consideré vuestra propuesta, -Respiré hondo preparándome para su reacción -y llegué a la conclusión de que mi respuesta no tiene importancia.
-¿A qué te refieres? -Trató de sonar neutral, aunque la decepción era notable en su tono.
-Me refiero a que no importa si acepto o rechazo vuestra propuesta, las leyes señalan que debe desposar a una princesa, no a una plebeya, mucho menos a una esclava.
-Sabes bien que no eres una esclava. -Me contradijo.
En varias ocasiones me había dejado clara su posición en contra de la esclavitud, y aunque en ningún momento me había sentido como una esclava, lastimosamente esa era mi realidad.
-Pagaste por mí, me compraste, eso me hace tu esclava, aunque no quieras llamarlo de ese modo, es lo que soy. -Repliqué volteándome en su dirección.
-Puede que tengas razón, pero si es el caso puedo liberarte y dejarás de serlo cuando todo pase.
-Pero quedará el antecedente, y el Rey no permitirá tal unión -Insistí.
-No soy un hombre que siga las reglas, todos lo saben, puedo casarme con quien yo lo desee y el Rey no podrá hacer nada al respecto. -Estaba tratando de persuadirme.
En lo más profundo de mi ser deseaba dejar que sus palabras me convenciesen, creer que éramos libres de escoger con quién compartir nuestras vidas, y que no había leyes que lo prohibiesen.
-¿Quién soy yo para ir en contra de lo establecido? -Objeté
-¿Y si solo se tratase de nosotros? -Su tono era más cálido ahora.
-No soy dueña de mí misma.
-Te equivocas, eres dueña de tus sentimientos. Quiero saber de ellos.
-¿A qué te refieres? -Mi pulso comenzaba a acelerarse de nuevo
-Tienes razón cuando dices que la ley está en contra nuestra, que el mismo Rey lo estará, pero aún así eres libre de sentir. -Me tomó por los hombros para estar frente a frente, tomando suavemente mi mentón de modo que nuestras miradas conectasen. -Lo que ocurre aquí dentro -Acarició mi frente y señaló mi corazón-Sigue dependiendo únicamente de ti. Quiero saber qué es lo que deseas tú Adhara, si nada más importase, y si solo dependiese de ti, cuál sería tu respuesta.
Una vez más se agolparon en mi mente cada uno de los momentos que habíamos compartido, el tenerlo tan cerca no hacía más que nublar mi cordura, y ese era un recordatorio de lo únicos que eran mis sentimientos con él. Tenía la certeza de que nadie más había provocado en mi lo que él lograba despertar.
Entonces lo supe, supe cuál era mi verdadera respuesta desde el principio, la había tenido siempre en frente mío y ahora estaba clara, no tenía duda de ella.
-Si solo dependiese de mí, -Comencé insegura. -Y nada más importase, entonces diría que sí, que acepto ser vuestra esposa y compartir nuestras vidas hasta que estas encuentren su fin e incluso más allá de ello. -Dije temblorosa bajo su atenta mirada. -Pero…
No tuve oportunidad de continuar pues sus labios acallaron cualquier objeción que de ellos pretendiese escapar.
Me tomó por la cintura mientras su otra mano acariciaba mi mejilla y empujó mi cuerpo sin detener las caricias de nuestros labios hasta que sentí chocar algo blando contra mis piernas.
Me recostó suavemente en su lecho, mientras aquel beso se volvía cada vez más intenso.
Sus labios reclamaban los míos desesperados, celebrando mi confesión, mientras los míos lo recibían dichosos y con ansias de más. Su lengua se abrió paso para acariciar la mía e iniciar un bello pero intenso baile juntos.
Sus dientes apresaban mis labios suavemente, jalándolo, dejando claro su deseo por mí. Mientras yo acariciaba su musculoso pecho con una mano y enredaba mis dedos en su cabello con la otra, esperando que comprendiese que nuestras ansias eran mutuas.
Su mano ascendió lentamente por mi cintura, acariciando mi costado y levantando levemente la camisa que llevaba puesta, sus labios lentamente descendieron por mi mandíbula hacia mi cuello, provocando un estremecimiento placentero en mi interior.
Lo deseaba, pero no estaba preparada para tener ese tipo de intimidad, todo era tan nuevo que ni siquiera había tenido tiempo para procesarlo.
-Akram, detente -Dije aún agitada mientras él se separaba suavemente.
-¿Qué ocurre? -Respondió con preocupación.
-No estoy lista aún. -Susurré esperando que comprendiese a lo que me refería.
-¿Lista para qué? -Dijo confuso.
-Para algo más que un beso. -Cerré mis ojos por la vergüenza que me provocaba decir aquellas palabras.
-No debes temer Adhara, no pienso forzarte a nada, esperaré el tiempo que sea necesario hasta que estés lista.
En cuanto abrí los ojos encontré los suyos en una mirada intensa, agradecida por su comprensión me atreví a darle un casto beso.
-Gracias Akram, por todo.
-Gracias a ti por aceptar ser mi esposa.
-Pero eso no… -Una vez más impidió que continuara colocando un dedo sobre mis labios.
-Déjalo en mis manos Adhara, encontraré la manera, lo prometo. -Su tono era decidido y aunque no fuese cierto prefería engañarme y creer que sería verdad.
-Me hiciste confesaros mis sentimientos, pero desconozco los vuestros.