ADHARA
-¡Suéltame! -Forcejé contra Malek una vez más tras llegar al campamento.
A lo que él, con un brusco movimiento de brazo, me lanzó contra el piso de arena.
-¡Preparen todo, partimos de inmediato! -Ordenó Hakim a sus hombres.
De inmediato todos comenzaron a recoger sus cosas, las provisiones para el viaje y a enfundar sus armas.
Identifiqué a algunos de los hombres que había visto en el momento de mi captura y observé cómo preparaban sus caballos. Seguro había una especie de rango entre ellos, porque era obvio que el número de las bestias difería del número de hombres.
Me pregunté quiénes podrían ser los que merecían ir a caballo y quienes ir a pie, tal vez fuese una cuestión de habilidades, o de antigüedad, tal vez de valentía y fidelidad. Los más débiles son siempre los primeros en morir.
También me impresionó la rapidez con que parecieron estar completamente listos para emprender la caminata de retorno, habían pasado apenas unos cuantos minutos, tal vez cinco a lo mucho.
Algunos pocos repararon en mi presencia, los demás pasaron de largo, debía significar muy poca cosa o la molestia que los había llevado hasta este lugar, par que ni siquiera me notasen.
Si no recibieron nada a cambio, ¿Por qué habían estado dispuestos a venir?
Alguien interrumpió el rumbo de mis pensamientos tras lanzarme una manta para que cubriese mi cabeza, me sería útil en caso de que nos viésemos interceptados por una tormenta de arena, muy comunes en estas épocas, o simplemente para protegerme del frío, ya que mi única vestimenta era demasiado liviana para la crudeza del desierto nocturno.
Tomé el pedazo de tela y la envolví alrededor de mi cabeza y mis hombros.
-Tú -Malek volvió a tomarme de los brazos -Vendrás conmigo.
De nada servía resistirme, mi destino había sido escrito de esta forma y tal vez así debí ser, estaba resignándome.
Que terrible es cuando la esencia del hombre, su voluntad, se desvanece, y ese instinto de supervivencia muere
Dejé que me condujera hacia la parte delantera del campamento y me atara las manos a la espalda, de manera que me era difícil moverme, o si quiera mantener el equilibrio al caminar en la arena; una vez terminó de apretar el nudo y se aseguró de que no podría liberarme por mí misma, me subió en su caballo para luego montarse él a mis espaldas.
-¿No crees que así deberíamos estar siempre? -Susurró en mi oído. -A lo que me aparté rápidamente lo más que el lomo del animal me permitió, no pudiendo evitar una mueca de asco.
-¡Kamal! -Llamó Hakim a su hermano mayor. -Adelántate con nuestro padre y Malek, -Hizo una pausa para asegurarse de que éste le prestaba atención -avisen al resto que el momento ha llegado, y sigan el plan.
¿Qué plan?
Un estremecimiento me recorrió, ¿a qué se referían con dar aviso al resto?, ¿no estaban aquí ya todos sus hombres?
Un mal presentimiento se agolpó en mi vientre, aparentemente el día podía empeorar.
-No tardes demasiado, no creo que sus defensas estén tan bajas como piensas, deben tener algo oculto. -Advirtió Kamal. -No confío en el tal Akram….parece ser de cuidado.
Escuchar su nombre ser pronunciado por su sucia boca no solo me producía ansiedad, sino que además me ponía alerta, quería escuchar lo más que fuese posible.
-A la mínima oportunidad deshazte de él. -Dijo el padre de los tres.
-No, déjamelo a mi. -Pidió Malek. -Tiene cuentas pendientes conmigo.
De haber podido lo hubiese asesinado en ese preciso instante con la mirada de odio que se había apoderado de mi rostro, pero que él no podía verme.
Hakim le dio una palmada al lomo de nuestro caballo, impulsándolo a insertarse en la oscuridad del desierto.
A medida que avanzábamos hacia la negra noche y nos alejábamos de la ciudad, era más consciente de lo que sucedería.
Los únicos que habíamos partido por el momento eran el Jeque, Kamal, Malek y yo. Hakim, el líder de los mercenarios se había quedado con sus hombres.
Traté de atar los cabos en mi mente.
Akram posiblemente vendría buscarme, y Malek lo deseaba, ansiaba tener la oportunidad de matarlo, me utilizaría como carnada para deshacerse definitivamente de él.
Hakim estaría cerca de la ciudad, avanzando lentamente con los hombres de a pie y los que iban a caballo, pero sería solo una distracción para separar a las tropas de Baréin de su General.
Teniendo a Akram alejado y solo, buscándome, era más que obvio que aprovecharían para atacar.
Sin darme cuenta había comenzado a llorar, solo fui consciente de ello cuando sentí el sabor salado de mis lágrimas en mis labios.
Contuve un sollozo apretando los puños, al punto de que mis uñas se clavaron en mis palmas produciéndome un gran dolor, así combatía la tristeza.
Sentí un leve pinchazo en mi costado y entonces lo recordé.
La daga que Akram me concedió como regalo.
La había escondido en mi faja por la mañana y hasta ahora lo recordaba.
Tenía una leve luz de esperanza y casi pude sonreír.
La sentí una vez más por encima de la tela y me aferré a ella como un ancla.
Malek estaría distraído con el camino, fantaseando en las cientos de formas en que podría acabar con Akram.
En algún momento tendríamos que descansar y aprovecharía ese momento de distancia para intentar emplear la daga y liberar mis manos, esperaría el momento oportuno antes de usarla contra Malek, puesto que solo tendría una oportunidad.
Esperaba que fuese suficiente para darnos a Akram y a mi la ventaja necesaria, o al menos para él, de mantenerse con vida.
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!Hola de nuevo!
Me gustaría dedicar este capítulo a Elena Fernandez, espero estés leyendo esto, muchas gracias por condecorar esta novela, en verdad no lo esperaba, significa mucho. :)