Akram: ¿un Príncipe árabe puede enamorarse?

CAPÍTULO 56

AKRAM

Estaba recuperando el aliento mientras observaba el cuerpo inerte de Hakim y más allá el de Kamal, los músculos me dolían, pero ya casi habíamos ganado por completo.

Los cobardes huían y corrían como las ratas que eran.

-¡Akram! -Me llamó Khaleb -¿No es esa Adhara? -Señaló a lo alto de la torreta en la que la había dejado. -Parece que no esta sola.

Agudicé la vista y estuve a punto de caer de rodillas por segunda vez.

No…- Supliqué en mi interior.

Ese malnacido de alguna forma había logrado dar con ella, su obsesión no tenía límites.

Debía darme prisa.

De inmediato busqué un caballo en el cual poder acudir a su encuentro inmediato.

Resiste -Le supliqué de manera silenciosa mientras cabalgaba a su encuentro en medio de la batalla.

A lo lejos vi cómo comenzaba su enfrentamiento, mientras yo azotaba con más fuerza para que acelerase el animal.

Un poco más -Susurré.

En el camino aún corrían uno que otro mercenario intentando cruzarse en mi camino para derribarme, sin embargo, yo los atravesaba sin dudarlo.

Tras lo que pareció una eternidad llegué a las instalaciones del ejército, y lo primero de lo que fui consciente fue de lo silencioso que estaba todo.

En otras circunstancias eso sería bueno, pero no en esta.

Puesto que solo podía significar que uno de los dos había caído y que él ya se la había llevado.

Por favor que ella esté bien -Le supliqué a lo que fuese que estuviese allá arriba. -No puedo vivir sin ella.

Desmonté y corrí lo más rápido que me permitió la armadura y las estrechas escaleras hasta alcanzar la torreta.

La busqué desesperadamente apenas tuve una visión del espacio en que se suponía ella debía estar, y vi con terror su cuerpo inerte bajo el de la peor de las alimañas.

-¡Adhara! -Grité con todas mis fuerzas. -¡No! Por favor, amor.

La vista comenzó a nublárseme mientras apartaba el cuerpo sin vida de Malek.

Los ojos de Adhara estaban cerrados, asomé mi cimitarra a sus labios para ver si se empañaba con su respiración y comprobé que no tenía aliento.

Estuve a punto de desmayarme en ese instante pues las fuerzas me abandonaban.

En lugar de ello solo pensé en darle aliento, asomé mis labios a los suyos e intenté infundirle aire, alternando con compresiones sobre su pecho.

-Por favor amor, por favor, despierta.

Volví a darle respiración de boca a boca y a repetir las compresiones.

Estaba loco de desesperación.

Las lágrimas comenzaron a derramarse por mis mejillas y el miedo se apoderó de mi ser.

-Akram… -La voz de Khaleb resonó tras mío -Akram, se ha ido.

No, no, no, no, imposible, no puede ser.

Intenté silenciar su voz en mi cabeza y hacer caso omiso.

-Akram levántate, es inútil. -Repitió mientras trataba de tomarme por los hombros.

-¡No! -Grité mientras lo apartaba y volvía a mi rutina desesperada por revivirla. -Ella es fuerte, lo logrará.

No puedes irte, no puedes quitarme la vida que apenas me concediste, eres mi todo amor, por favor, por favor.

Seguí suplicando tantas veces como mi mente lo permitía, y cada vez me sentía más lejano, el dolor de su pérdida estaba adueñándose de mi mente y casi podía sentirlo a nivel físico.

Sentí los brazos de Khaleb tomarme por los hombros una vez más y voltearme para darme un fuerte abrazo.

Traté de deshacerme de él una vez más, pero no pude, ya no me quedaban fuerzas.

Ella se había ido.

Así de efímero fue mi felicidad…

No era justo, esto no podía ser verdad.

-¡No es justo! -Grité con la voz quebrada, desgarrándome la garganta, y haciendo eco de mis pensamientos.

Por favor, por favor, volví a suplicar con la mirada en el infinito. No ahora que la he encontrado.

Yo la amo, llévame a mí en su lugar, o llévame con ella…

De repente escuché algo tras mío, era casi inaudible y me giré de golpe, apartando una vez más a Khaleb.

La tomé en mis brazos y percibí el débil movimiento de su pecho ascendiendo mientras tomaba aire, sus ojos se abrieron lentamente y sin poder evitarlo la estreché en mis brazos cuidando de no lastimarla demasiado.

-Creí que te había perdido. -Sollocé entre sus cabellos.

-¿Aún me subestimas? -Susurró tan bajo que de no ser por lo cerca que tenía sus labios no la abría escuchado.

-Nunca más – Respondí mientras la alejaba para poder contemplar de nuevo el brillo del mar en sus ojos y le daba un casto beso en los labios.

Junté nuestras frentes y cerré los ojos, agradecido y aún suplicante porque fuese real y no una ilusión creada por mi mente eclipsada de dolor…

-No vuelvas a dejarme -Le pedí.

-Nunca me fui. -Respondió débil.

-Por un momento sentí que así fue… -Cerré mis ojos tratando de apartar esa nefasta sensación. -Pero ya estás aquí de nuevo… conmigo.

Ella estuvo a punto de responder, pero silencié sus palabras con otro casto beso.

-Shhh, no gastes tus fuerzas.

Khaleb se aclaró la garganta tras nuestro.

-Deberíamos llevarla a palacio, necesita cuidados. -Sugirió.

Asentí como única respuesta mientras la levantaba en brazos apegándola a mi, aún sin poder creer lo cerca que estuvo de ser arrebatada de mi lado.

Ni siquiera miré el cadáver de Malek, su inmunda sangre se había esparcido a su alrededor.

-Levanta mi cimitarra y la daga -Le pedí a Khaleb mientras descendía por la trampilla con Adhara.

Antes de salir, me encontré con el cuerpo sin vida del Jeque Yusuf.

Seguro me había seguido de algún modo e intentaría matarme mientras lloraba la muerte de Adhara, pero Khaleb lo habría reducido y terminado con su vida.



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En el texto hay: romance, romancejuvenil, arabe

Editado: 20.03.2023

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