Alexis despertó solo para ver el rostro del íncubo tan cerca que no pudo evitar dar un grito y sentarse llevándose la mano en el pecho y señalando al demonio que se ríe en un rincón ante su reacción.
—¡Maldito demonio! ¡Casi me matas! —agarró su almohada para lanzársela hasta que se dio cuenta que no se encuentra en su casa.
Su mirada bajó a la camisa que lleva encima con los botones de su cuello abierto mostrando la parte superior de su pecho. Aterrada se puso de pie, pero se tambaleó y volvió a caer en la cama con la cabeza apoyada sin entender nada.
—¿Me emborraché y terminé acá? —le preguntó al íncubo que solo se alzó de hombros.
Lo volvió a señalar mientras aprieta los dientes conteniendo sus maldiciones ya que no tiene idea a quien podría atraer con sus gritos.
—Deja de señalarme, no te enseñaron que es de mala educación.
Habló la quisquillosa criatura con gesto ofendido. Alexis estaba a punto de decirle algo cuando la puerta se abrió de golpe quedándose paralizada. No solo lleva una camisa arriba, sino que abajo no lleva nada más, su ropa interior sí, pero desde el muslo sobre la rodilla su piel está totalmente expuesta.
—Veo que ya has despertado —la voz de Liu la hace sonrojar en el acto.
Se tapa con las mantas intentando cubrirse, pero tartamudea sin decir nada ¿Es que aquel ha descubierto su secreto? Liu entró con una bandeja suspirando. Trae comida, de seguro escuchó su escándalo y supo que había despertado. Los ojos del caudillo tercero se mantienen abajo antes de tomar asiento.
—No fue mi intención, había mucha sangre en tu ropa —le habló con seriedad—, desconozco tus razones para fingir que eres un hombre, pero mantendré tu secreto. Aunque era algo obvio, pensándolo bien tus rasgos femeninos no pasan desapercibidos, o eres un hombre apuesto con rostro de niño bonito, o una mujer muy linda, pero con una expresión atemorizante. Y el hecho que tengas poco pecho igual ayuda a que puedas mantener tu identidad oculta. Mis sentimientos hacia ti no cambian, son independientes a tu género.
Alexis titubeó intentando entender esto último, aunque aún le retumbaban en la cabeza la frase "poco pecho".
"Ah... debe referirse al respeto y amistad mutuo..."
Suspiró aliviada quedándose con esa última conclusión. Bajó la mirada apoyando ambas manos a los costados de la cama, con aquella camisa escotada alzando sus ojos luego con una expresión traviesa.
Liu debió desviar su mirada cuando aparecieron ideas en su cabeza poco respetuosas hacia el Caudillo segundo. No es que antes no las hubiera sentido, sino que verlo así, con su camisa, en la cama y mirándolo de esa forma, es tentar al pecado.
Tragó saliva desviando la mirada hasta que notó el semblante de la joven mujer.
—¿Qué pasa? —le preguntó con seriedad ante la expresión de Alexis.
—No te confíes ahora, que sea mujer no significa que me hayas ganado —le dijo desafiante.
Liu pestañeó rápido ante las palabras de Alexis antes de entender lo que acaba de decir. Se llevó una mano cubriéndose los ojos antes de echarse a reír, ante la molestia de Alexis que no entiende que le ha parecido tan gracioso. Se ríe porque a pesar de que de cierta manera le declaró sus sentimientos no pareció ni siquiera notarlo ¿Qué tan distraída puede ser?
—Come, tu ropa debe estar ya lista —exclamó Liu colocándose de pie y saliendo de la habitación.
Apenas salió la mirada de Alexis se ensombreció. Sus ojos miraron la comida que le trajo Liu. La sopa humea con un aroma delicioso, el pan luce fresco, lo mismo que el juego de frutas. Pero su mente está en otro lugar...
—Él... no me mató —dijo en voz alta mirando de reojo al demonio—. Incluso siento mi aura sagrada fluyendo de una forma más natural ¿Será que no buscaba matarme sino sanarme?
Se giró hacia el íncubo que permanecía en silencio.
—Aun así, en el futuro sigues muriendo a causa de él, la situación es peor de lo que imaginas —respondió con tal seriedad que la preocupó aún más.
Alexis titubeó.
—¿Cómo será mi muerte ahora?
—Sangre, torturas, gritos y dolor —solo le respondió.
Arrugó el ceño, confundida ¿Por qué si antes lo explicaba de forma más clara ahora lo resume a cuatro palabras? ¿Será tan horrendo que llega al nivel de afectar tanto al demonio que no es capaz de describirlo con más detalles?
Suspiró desanimada. Para luego fijar sus ojos en sus propias manos.
—Aún estamos a tiempo ¿No es así? —le preguntó enderezándose.
—Siempre hay tiempo mientras no mueras, no habrá una tercera oportunidad —le dijo con una leve sonrisa irónica.
—Tampoco estoy dispuesta en repetir toda mi vida por tercera vez —le respondió con sarcasmo.
Aunque no sabe si eso es así, si le dieran otra oportunidad para salvarlo podría evitar los errores cometidos. Aun siente encima suyo esa mirada fría y penetrante, ese ambiente denso.
"No te olvides, que no por nada eres Alexis Vikar, uno de las mejores de la academia y caudillo segundo ¡Voy por ti Adrián Makris!"
En otro lugar Adrián tosió con fuerzas ante la leve sonrisa de Felipe que buscaba la carpeta que le había solicitado.
—Cuando uno tose así dicen que es porque alguien piensa en ti cariñosamente —agregó el caudillo primero.
Ni siquiera puede pensar quien podría pensar en él y solo concluye que solo son teorías bobas. Felipe al encontrar lo solicitado le entrega los papeles en la mano a Adrián.
—El aura de Alexis se fragmento después de un accidente —le dijo.
Adrián solo miró de reojo los papeles antes de devolvérselos con seriedad.
—Es todo lo que necesitaba, gracias —señaló poniéndose de pie ante la curiosa expresión de Felipe.
"Así que fue atropellado" pensó avanzando mientras una maldad se dibujaba en sus ojos, una maldad desconcertante. Si se hubiese fijado en la fecha de ese atropello hubiera asociado la fecha con ese día y hubiera entendido lo que pasó. Pero enceguecido por el rencor no lo vio, y planea como hacerle padecer su mismo dolor al haber perdido a su padre, su "joven señor" se arrepentirá de haberle jugado sucio.
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Editado: 28.06.2024