La noticia se difundió en todo lugar, incluso los demonios súbditos de Betzu que deambulaban por las afueras de su reino se alegraron de que al fin nacerá un heredero para seguir con la monarquía de su majestad. Y claro, esta noticia también llegó a oídos de Eva.
La madre de Demian después de haber sido despojada de sus poderes mediante el brazalete de Goht que debe llevar encadenada en su cuello, y expulsada por su hijastro, Arturo, ha vivido deambulando en los barrios más sucios de la ciudad.
Comiendo de la basura, vendiéndose por unas miserables monedas, y rogando un perdón de su exesposo Hades, que nunca llegó. Desde joven estaba acostumbrada a vivir en el lujo, de tener buena comida en la mesa, de ser atendida y tratada como una reina. Fue educada desde pequeña por Dama Coral para un gran futuro, comprometida y casada con el monarca de los demonios insurrectos, el gran demonio plateado, Betzu.
Pero ansiaba más que ser la esposa de un poderoso demonio, su sueño era convertirse en la mujer de uno de los dioses existentes, y cuando logró atraer la atención de Hades, el dios del inframundo, creyó que al fin cumpliría sus sueños.
Sin embargo, sus celos y maldad, terminaron sepultando su vida, y no solo la suya, también condenando la de su hija y de su hijo. Claro que Demian fue el peor de los dos, porque la traicionó cuando decidió ponerse del lado de su hermano mayor.
Volvía a casa caminando, con sus zapatos rotos y mirando con desagrado, las tres monedas que le dio ese sucio borracho por su trabajo, y con una bolsa de pan rancio y seco que pudo comprar con unos pocos centavos, cuando escuchó susurros en el callejón.
—¿Lo has escuchado? Nuestro rey va a tener al fin un descendiente.
—Sí, me lo contaron, es una buena noticia, planeo pronto volver al reino de los insurrectos e ir a presentar mis respetos a la reina y desearle un buen nacimiento de sus bebés. Dicen que es muy hermosa, tanto que ni siquiera la reina anterior le llega a los talones —se echó a reír junto a su compañero.
—Incluso siendo un hombre es mucho más atractivo que su madre —respondió el otro.
Eva al escucharlo se quedó paralizada ¿Betzu tiene una nueva reina? ¿Además, es un hombre? ¿Quién será la madre de ese hombre para que aquellos demonios hablen tan despectivamente de esa mujer?
—Siquiera nombrarla como su madre es una ofensa para el joven cónyuge del rey —replicó uno sin notar la presencia de Eva que los escucha ahora escondida.
—¿Quién iba a imaginar que esa tal Eva, la reina anterior, podría tener un hijo tan distinto a ella?
Las cosas que la mujer sostiene en sus manos estuvieron a punto de caer al piso ¿Hablan de Demian? ¿Acaso Demian se casó con Betzu? Pero ¿Eso es posible? Ni siquiera imagina cómo podrían esos dos haberse encontrado. Tensó su rostro e incluso se mordió la uña, nunca pensó que su hijo iba a terminar en manos del demonio plateado.
Lo preferiría muerto que saber que se ha convertido en la pareja de quien en el pasado fue su exesposo, planeaba un gran futuro para Demian antes de que la traicionara, quería que él llegara más alto que cualquiera.
Cuando llegó a la miserable choza en la cual vivía dejó caer la bolsa de pan sobre la mesa. Su hija Marta, no pudo evitar detener su mirada en el brazalete que también lleva en su cuello. Por culpa de esto ambas no pueden usar sus poderes y son una burla para las criaturas infames que pululan en estos oscuros barrios.
—Mamá, ¿Qué pasa? —le preguntó acercándose preocupada.
—Tu hermano sigue vivo —señaló y ante estas palabras la mujer más joven solo bufó con desinterés—, y se ha casado con el rey de los demonios insurrectos.
—¿El rey de los insurrectos? —preguntó con curiosidad, conocía la historia del demonio de cabellos plateados que había desafiado a su padre, pero nada más, y sinceramente hasta ahora pensó que solo eran cuentos—. Pero eso que nos interesa a nosotras, si el idiota de Demian se ha volteado ya es su problema.... espera un momento, si él vive como un rey mientras nosotras nos morimos de hambre ¿No deberíamos pedirle ayuda? Claro, después que intentaste matarlo puede negarse….
—Marta —la interrumpió arrugando el ceño—, me daría lo mismo si se hubiera casado con un dios, o con algún monarca más poderoso. Pero es con Betzu, mi exmarido.... si ese demonio nunca fue de mi categoría ¿Por qué mi hijo debe estar a su lado? Demian sigue siendo un niño tonto que no entiende que fue criado para ser grande, para gobernar, no ser solo un simple consorte.
Demian contempló con curiosidad la extraña fruta que Betzu acababa de traerle, la observó con desagrado, no se ve muy apetitosa. El demonio plateado al ver su reacción se echó a reír.
—No seas así —le dijo dejando la bandeja con la fruta picada y pelada a su lado—, Lily y Kepac tuvieron que enfrentarse a un monstruo enorme de tres cuernos para traerte esta fruta. Es un regalo que ellos hicieron por ti. Y aunque se ve fea en aspecto, es muy sabrosa, y tiene muchas vitaminas para fortalecer la sangre. Incluso se dice que fortalece no solo la sangre de la madre sino también la de los bebés.
Escuchar que los dos guardianes fieles de Betzu hicieron esto por él lo hace sentirse conmovido, no puede entonces negar algo que ellos consiguieron con tanto esfuerzo.
Arrugó el ceño tomando un trozo de fruta de un color verdoso y pegajoso. Abrió la boca y se lo tragó antes de querer escupirlo. Pero el sabor suave y fresco que inundó su boca lo hizo abrir aún más los ojos. La textura parece derretirse en su boca como si fuese un trozo de helado, pero con un sabor inigualable.
—Se consiguen muy pocas y cuando hay un árbol los monstruos suelen apoderarse de sus frutos. Lo malo es que solo cada veinte años un árbol es capaz de darlo —agregó satisfecho al ver como Demian se comía el resto de la fruta con ganas—. ¿Es delicioso?
Susurró cariñosamente antes de ser interrumpidos.
—Majestad —un guardia se acercó con seriedad—, disculpe mi interrupción pero es urgente.