Al amor de mis mil vidas jamás contadas

Capítulo 2: Singular destino

"Obligame amor, obligame a irme, pero no sucederá... ¡Apartame! di que ya no me amas, dímelo" -Dice con sus ojos llorosos y el corazón amarrado.
-"¿Cómo pudiste hacerme eso? ¿Que me faltó darte? ¿Más amor?¿Más cariño?¿Más lealtad?".
-"No finjas Sofía, tú ya me tenías el reemplazo para cuando esto por fin sucediera; más bien, ven a mí, no te vayas, ambos volvemos, siempre volvemos" - Dice Sebastián mientras aprieta la mano de Sofia. 
-" ¿Fingir? Son días de nostalgia los que paso junto a ti... Desde que la conociste, el coqueteo... Descubriste su alma, la quisiste más a ella desde el principio. Del otro lado del olvido, ahí te esperaré. Pero por favor... Ya déjame ir".
No puede, sencillamente no puede... Y aunque está sucediendo por fin, después de tantos errores planeados, al fin está sucediendo, el verdadero amor de su vida se aleja mientras él se queda ahí, sin saber si agradecer a la vida o implorar una oportunidad más, pero ¿para qué? ¿Para qué buscar una oportunidad más si el final siempre es el mismo? "Volverá a mi o yo a ella, es parte del plan" - Se dice a sí mismo. 
Es puro ritmo lo que causa esa mujer, fascinación, imaginación y una vida de ensueño, es así hasta que vuelve y falla. Falla ella, falla él o fallan ambos; resulta ser un círculo vicioso, un par de días e incluso semanas y meses contados que suelen rimar más con el nunca tener fin. 
Es la misma hora en que vuelven y se buscan, es el mismo lugar en el que su mirada se encuentra, no van más allá pero tampoco más acá. Son dos, tres, cinco y hasta diez días sin verse ni sentirse; son dos almas conduciendo un auto sin direccionales ni frenos.
"Por favor Sebastián, déjame ir, dejémonos ir..." - Le dice mirándolo a los ojos. - " Ven Sofía, repítemelo una vez más, aún más cerca, aún más juntos"-.
No podían, sencillamente no podían, estaban destinados pero a la misma vez era un destino que no era proporcionado a sus verdaderos caminos. Era un destino pasajero, solamente que ellos se apegaron a lo pasajero convirtiéndolo en un gran idilio, una bohemia de amor. Eran ellos los que decidían por voluntad el ir y no volver, el volver y abandonar, el abandonar pero aún así, permanecer.
"Sofía, no me engañes más, déjame ir... Quédate con él, no eres mi amor..." - Le dice mientras la abraza. - "No, quédate, si soy tu gran amor... No puedes dejarme" - Le dice mientras lo besa. 
Podrán escuchar un montón de voces, podrán escuchar sollozos, podrán  escuchar mejores ideas, mejores propuestas, más sinceras y más leales que se encuentren a su alrededor... Pero se niegan, se niegan rotundamente a querer irse y es que cuando están juntos, la vida marcha perfectamente las primeras horas del día, pero se vuelve una ruina cuando deciden ir un poco más allá. Podrán conocer más gente, podrán volar muy alto, podrán distanciarse uno, dos, tres y hasta cinco años pero siempre la vida vuelve a unirlos... Y si la vida no lo hace, ellos vuelan hasta donde se encuentre el otro. Una vida pasa frente a sus ojos y la desperdician a través de la distancia, a través del rencor y el temor. Y aunque sientan temor, siguen volando, siguen queriendose el uno al otro como si no existiera un ser más. 
Una vida pasa frente a sus ojos, cada uno obtiene distintos sueños, incluso comentan la felicidad que traen puesta como vestimenta,comentando sus triunfos, sus caídas y sus próximas aventuras se dan cuenta que la vida pasó frente a sus ojos y nunca tuvieron lo que más quisieron... El amor del otro. El primer amor que siempre se interpuso entre ellos, las primeras experiencias, el primer y gran querer atravesó el ser de cada uno de ellos... Pero así como así, la vida pasó. -" No me dejes ir Sofía, tu primer amor soy yo y mi gran amor eres tú... Permanece en mí, déjame permanecer en ti. Doce años llevamos haciendo lo mismo; doce años donde te casaste e hiciste tu vida, pero recuérdame, recuerda que tu vida también soy yo. Permíteme recordar que mi vida eres tú. Amor...tan solo permíteme " - Escribe Sebastian en una carta para Sofía que quizá jamás le entregue. -"Ten, ábrela cuando me vaya y sea nuestra hora, abrela cuando estés sola." - Le dice después de cuatro meses.
No puede, no puede por temor, Sofía una vez más ve alejar a su gran amor, al amor de su vida... ¿Cómo es posible? Doce años de espera, horas incontables en las que en su pensamiento solamente se encontraba él, en las que en sus sueños siempre estaba él, como autor propio del sueño o incluso como espectador. -" Te permito amarme, te permito volver, te permito quedarte, te permito el perdón, te permito tu amor... Permito tu vida junto a la mía, permito buscarte en mi otra vida, pero antes, te permito vivir lo que nos queda. Si regresas, no te vayas, si regresas, ofréceme tu lealtad que yo te ofreceré mi gran amor." - Escribe Sofía después de tres semanas decidiendo por fin y dejando atrás la duda, el temor y el rencor.
Dos almas sinceras que dejan a un lado su temor, deciden por fin encontrarse,  deciden por fin vivir. Se invitan a caminar y recordar mientras van de la mano por lo que queda del mundo. Se invitan a seguir queriéndose mientras van abrazados. Se invitan a no dejar de querer mientras sus labios se encuentran. Se invitan a amar, mientras la vida por fin pasa decidida y orgullosa al ver a los dos jóvenes enamorados por fin obligándose a nunca querer irse.




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