Estaba yendo hacia la oficina para reunirme con la jefa y el resto de mis compañeros.
Tenía un mal presentimiento.
Ignorando esa mala espina que me daba aquello traté de pensar en otra cosa.
***
Cuando entré no me sorprendió encontrarlo todo casi igual que antes. No sé qué es lo que esperaba la verdad.
Fui a coger una bebida y no tardé en escuchar el ruido que anunciaba la llegada de alguien.
- Muy bien, ¿ha llegado ya todo el mundo? - dijo armando escándalo.
A ver, más que una oficina era una habitación dentro del mismo restaurante que solíamos usar para las reuniones, como en esa ocasión.
- Sí - dijo un compañero.
- Pues bien, empecemos con esto.
***
Aún no me podía acabar de creer lo que había pasado. No, era imposible que acabara de suceder aquello. Sabía que pasaría algo malo.
¿De verdad me estaba pasando esto?
A ver, era cuestión de tiempo que ocurriera pero no me esperaba que fuera de esta manera.
Ese día fue cuando perdí el trabajo que me permitía costearme más o menos mis cosas sin tener que depender de nadie. Ya iba a ser imposible poder comprarme ese piso. ¿Qué se suponía que iba a hace ahora? No podía seguir fingiendo estar bien, proteger a mi madre de mi padre borracho y continuar mis estudios todo al mismo tiempo. Iba a derrumbarme en cualquier momento.
Llegué a casa reteniendo las ganas de llorar y me encerré en mi habitación.
No podía más, me dolía, me quemaba, ardía.
Me tumbé en la cama, me puse los auriculares y traté de calmarme. No podía hacer lo que mi mente me llevaba tanto tiempo pidiendo. No, otra vez no.
Las lágrimas en mis ojos aumentaban y junto a ello mis ganas de desaparecer.
No podía más, por más que trataba de alejar aquellos pensamientos parecían intensificarse.
La tentación era muy grande.
¿Qué más se puede hacer cuando las fuerzas se agotan?
Al final no pude más, cogí la pequeña cuchilla que tenía escondida y decidí hacerlo.
Cogí un papel junto a algo para escribir e hice una carta de despedida con el nombre de la persona y explicándole lo que quería decirles desde hacía tiempo.
A todos aquellos que confiasteis en mí, muchas gracias por hacerlo pero ya no puedo más, me es imposible.
Gracias abuela, ya no te echaré de menos, por fin podremos vernos.
Gracias abuelo, espero verte junto a la abuela
Lo siento mamá, ya no podía aguantar más. Cuidate mucho.
Adiós papá, que sepas que de pequeña siempre te admiré, eras como un héroe para mi.
Stacy, que sepas que aunque no te lo demostré lo suficiente te quise, a mi manera pero te quería.
Con lágrimas en los ojos la empuñé y decidí acabar con todo. Estaba en paz, me había despedido de todos.
Empecé con un corte largo en la muñeca pero después de unos más paré de repente.
No sé por qué pero no podía hacerlo.
Volví a guardar la cuchilla y me tumbé a llorar.
¿Por qué soy tan débil? Me pregunté. Pero no hallé respuesta alguna.