CAPÍTULO 10

A la mañana siguiente me sentía como si me hubiera pasado un camión por encima. 

Cada vez que intentaba dormir mi cabeza empezaba a producir muchos pensamientos desde el más tonto hasta el más significativo. Era algo muy molesto porque realmente estaba agotada.

Fui en silencio hasta la universidad. Cuando divisé donde estaba Stacy me di cuenta de que ese día estaba especialmente feliz.

- Vaya, alguien está feliz hoy - dije cuando estuve más cerca.

- Pues sí, es que hoy voy a ver a mi abuela - dijo sonriente.

Entramos sin volver a dirigirnos la palabra.

Cuando tomamos sitio y vió que estaba un poco seria se me quedó mirando un rato.

- ¿Ocurre algo? - pregunté con una ceja enarcada.

- No sé, dímelo tú.

- A mi no me pasa nada, ¿por qué lo dices? 

- Vamos, a mi no me engañas. Estás muy seria. ¿Por qué es?

- Te digo yo que no me pasa nada, estoy bien - le aseguré.

Entonces, tiró con suavidad de mí brazo.

- ¡Auch! - me quejé.

- ¡Ni siquiera te he estirado tan fuerte! - exclamó.

Ups…

- Ya bueno…

- ¿Te has hecho daño ahí? - dijo estirando el brazo para intentar levantar la manga de mi sudadera.

Lo que faltaba. A ver, que no iba a encontrar nada. Antes de salir de casa me había puesto corrector en las heridas de modo que quedaban ocultas. Pero igualmente, no hacía falta.

- No, no me he hecho nada - mentí.

- Pues déjame ver - volvió a intentar levantarme la manga.

Justo cuando iba a responderle apareció la profesora para dar comienzo a la clase.

Estaba intentando entender lo que estaban explicando cuando de repente noté que me movían el brazo y antes de que pudiera reaccionar vi a Stacy con una expresión de sorpresa. 

Dirigí la mirada hacia donde apuntaba la suya y vi que estaba mirando justo donde tenía las heridas. 

No podía ser, con el roce de la ropa se me había movido un poco el corrector de modo que se veía un poco de rojo.

Le hice un gesto con las manos para indicarle que hablábamos luego en el recreo.

Me pasé el tiempo que faltaba antes de salir pensando que le podía decir.