Hay días en los que simplemente no quiero ser fuerte.
Estoy fatigada de cargar con todo, de mantenerme en pie cuando siento que el mundo se derrumba a mi alrededor. A veces, solo quiero ser feliz, quiero ser querida de verdad, sin tener que luchar tanto para demostrar que lo merezco.
Solo quiero que alguien me abrace, que me diga que todo va a estar bien, aunque sea una mentira piadosa. A veces, un consuelo ficticio es suficiente para que paren estos pensamientos suicidas, esos que me susurran que no vale la pena seguir adelante.
No sé por qué siempre tengo que ser la fuerte, la que soporta el peso del mundo en los hombros mientras mi interior se desmorona.
No quiero ser esa persona todo el tiempo.
Quiero que, al menos una vez, alguien vea más allá de mi fachada, que entienda que también necesito apoyo. Que vean que, por dentro, estoy rota. No quiero ser la que siempre tiene que aguantar, la que tiene que decirse a sí misma que va a sobrevivir.
Quiero que me digan esas palabras.
Quiero que me consuelen.
A veces, solo quiero sentir que soy importante para alguien. Ser yo la primera opción, la primera persona que alguien piensa cuando necesita hablar, cuando necesita un abrazo, cuando necesita un refugio.
Quiero ser yo quien reciba el consuelo, quien sea cuidada, quien sea escuchada. Estoy cansada de ser la que sostiene a los demás cuando ni siquiera puedo sostenerme a mí misma.
Me pregunto cómo sería ser esa persona, ser esa prioridad para alguien, sentir que mi existencia importa lo suficiente como para que alguien me busque solo para asegurarse de que estoy bien.
¿Cómo sería recibir un abrazo sincero, uno que me envuelva y me haga sentir que, aunque el mundo se esté desmoronando, alguien está ahí para sostenerme?
No pido mucho, solo un poco de calidez en medio de este frío que siento todo el tiempo.
No sé cómo explicar lo que pasa en mi cabeza, cómo estos pensamientos suicidas a veces me arrastran a un lugar tan oscuro que parece imposible salir. Pero cuando imagino que alguien podría simplemente estar a mi lado, que me digan "todo va a estar bien", aunque no sea cierto, me aferro a esa idea.
Porque, en esos momentos, la verdad no importa tanto como el hecho de que alguien me haga sentir que no estoy sola, que mi dolor es real, y que hay esperanza, aunque sea mínima.
Quiero ser feliz...
Quiero sentir que pertenezco, que soy amada sin condiciones, que no necesito ser fuerte todo el tiempo para que me valoren. No quiero ser la persona que siempre debe poner una sonrisa mientras su mundo interior se cae a pedazos.
Quiero sentirme querida...
importante...
suficiente...
Al final del día, lo que más deseo es eso: un abrazo, una palabra de consuelo, alguien que me mire a los ojos y me diga que puedo descansar, que puedo soltar todo por un momento, que todo va a estar bien.
Quiero creerlo, aunque sea solo por un instante.
¿Acaso es demasiado pedir?
Perdón, por hacer una petición exorbitante...
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desahogo mental y emocional, miedos sin fin, quiero ser normal
Editado: 16.11.2024