2. El misterio de Thomas

a en la mañana, me preparé para ir un día más a la universidad y lidiar con la realidad, algo con lo que me acostumbre a vivir por más de quince años; y ahora tengo veinte. Vivo mintiéndome todos los días mirándome al espejo creyendo que ya todo quedó atrás; cuando me examino en el cristal y veo que me parezco a él excepto por mis ojos , pero no, no es tan fácil olvidar un error y aceptarlo, lleva tiempo y creo que eso es lo único que tengo y jamás me hará falta.

En el camino me encontré con Marc, la mejor persona que he conocido y tratado desde que me mudé a Grindbonne, una ciudad al sureste de Inglaterra. Aprovechando el momento le conté lo que había soñado la noche anterior:

(...)

—Te juro que todo era tan real, hasta podía sentir el dolor .

—Tu sueño es increíble, el sitio que describes es fabuloso y la criatura que te persigue es mítica y oscura, fascinante . Me gustaría que ese lugar fuera real, hasta escribiría una historia de eso —bromeaba Marc.

—Pues hazlo, —le seguí la corriente— a lo mejor es un éxito.

—Sí, claro. Lo haré.

En ese momento llegamos a la universidad y nos encontramos con Deborah, Evelyn, Spencer, Morgan y Justin sentados en una zona verde bajo un árbol. Deborah fue la única en levantarse y venir a saludar. Ella era muy bella, amable, tierna, sencilla y amorosa; su cabello rizado pelirrojo, ojos color avellana, pecas en su nariz y mejillas, labios carnosos y una mirada carismática le daban un toque especial e único, reflejaban así en lo físico lo que había en su interior.

Evelyn poseía un rostro esbelto, cabello negro, piel clara, ojos verdes, cejas pobladas y labios carnosos; Spencer tenía un cabello rubio desorganizado, ojos color ámbar y piel morena; Morgan con cabello castaño oscuro, piel clara, ojos grises y los labios carnosos; y Justin llamaba la atención con su cabello castaño claro erizado, barba abundante, ojos azul oscuro y piel de tono claro.

—Vengan muchachos, acompáñenos —nos invitó Deborah.

—Está bien —contesté.

Me quité mi mochila y la dejé tirada en el césped, luego me senté y comenzamos a charlar:

—¿Cuándo me vas a pagar la apuesta que me debes, Meilbourne?

—Tranquilo Jus, sabes que siempre pago lo que prometo —le respondí—, mi apellido es Meilbourne.

—Hey, olvídense de eso —dijo Morgan—, más bien deberían estar preguntándose en qué lugar se encuentra Thomas, no lo hemos vuelto a ver desde que nos separamos en la entrada.

—¿Y eso? -preguntó Marc.

—No sé, solo nos indicó de que tenía un asunto pendiente y que no iba a demorar, pero esta es la hora y no ha llegado.

—Pues si no se apresura, reprobará el examen —respondió Justin.

Pronto sonó la campana e ingresamos a clases, y era extraño que esa fue la primera vez que Thomas no llegó a tiempo a la universidad. El cielo se había nublado, las corrientes de viento empezaron a entrar en ráfagas por las ventanas y el frío comenzó a hacerse presente, acompañada seguidamente de una fuerte lluvia. El examen comenzó.

—Cierren las ventanas -ordenó el profesor.

Al mismo instante, se escuchó que alguien abrió estrepitosamente la puerta y entró, su cabello negro goteaba y su ropa estaba empapada, esa mirada desesperada, jadeaba de la ansiedad y sus suspiros se congelaban. Uno de sus ojos estaba amoratado, algo de su camisa rasgada, su nariz y labios sangraban.

—Vaya, señor Thomas, —lo miró irónicamente el profesor— parece que se estuvo divirtiendo un poco, ¿quiere decirme a qué hora fue al teatro y quién lo maquilló? Parece que lo hizo muy bien, ¿que papel protagonizó?

—Lo siento, Mr. Williams, solo hubo un pequeño inconveniente y me retrasé un poco, es todo.

—Bien, eso significa que estudió para nuestro examen, así que tendrá quince minutos menos que los demás para responderlo.

—¿Pero cómo? Eso no parece...

—Yo no creé la reglas muchacho, mejor apresurarte. El tiempo corre, tic toc, tic toc —le dijo mientras chocaba su dedo con su reloj de mano.

Suspirando inconforme, se dirigió hacia su puesto que estaba delante de mí y se sentó, abrió su cuadernillo y empezó a responder el examen. Yo intenté preguntarle en voz baja sobre dónde había estado y qué sucedió:

—Oye Thomas, Thomas, Thomas.

—¡¿Qué?! —susurró él.

—¿Fueron ellos otra vez?

—¿Quiénes?

—¿Luke y Howard te hicieron esto?

—No, ya déjame responder el examen.

—Pero de verdad.

—Eh, disculpen —interrumpió en voz alta el profesor— ¿quieren contarle acaso algo a la clase? En especial usted Jack, lo he visto más simpático desde que ingresó Thomas. Quiero verlo al final de la clase, y no se preocupe por la prueba, ya que reprobó.

Me sentí frustrado, pero entendía su decisión, ¿qué más creería que estoy haciendo a la mitad de un examen? Por otro lado, pienso que ese par de idiotas le hicieron eso solo para divertirsen y pasar un poco el rato con él. Aunque lo noté muy ansioso y angustiado al momento de responderme, no tengo razón para dudarlo.

Camino a la cafetería mientras hablaba con Marc, me choqué con la espalda de alguien, quien se dio la vuelta y al verme directamente, me dijo:

—Ah, ¿qué tenemos aquí? A un asqueroso insecto que quiere sentir mi zapato, —sus palabras me provocaban asco y repudio, como su persona— muérete plaga.

—La única plaga que hay es tu vocabulario, que sí necesitaría ser fumigado.

Puso una risa sarcástica y agachó la cabeza un breve instante, luego la volvió a subir, después colocó su mano sobre mi hombro y seguidamente asesto un fuerte puñetazo sobre mi cara que me derribó, y al tocarme los labios vi que la punta de mis dedos estaban pintados de un rojo vivo. Desgraciado.

—Que te quede claro quien eres.

—Así que tú golpeaste a Thomas.

—No, estuve con una de las hermosas chicas del equipo de porrismo esta mañana, me dirigió la palabra y conversamos un rato. Pero a ese bicho raro de tu amigo no lo toqué, sin embargo quien quiera que sea, me alegra que se haya divertido como yo.