Extra: seré lo que quieras..
¿Que podía hacer? Aghata tenía razón, él simplemente no era aquel niño de antes que le brindaba compañía y lo peor de todo es que ella lo sabía, le conocía todos sus pensamientos malévolos con sólo verlo. Ella eligió aquel estúpido enfermero, almenos así pensaba él por despecho. sentía que había perdido a su trofeo pero... ¿cuando lo fue?.
- Ella no es un trofeo, no se suponía que al encontrarnos los dos terminaríamos en caminos diferentes. Aún Podría tenerla a mi lado, sólo debo encontrar el estúpido papel de su abuelo. Ese papel me ayudará a Tenerla. Es su culpa, ella me dijo que sería mía en un futuro, me dijo que nos casariamos y tendríamos una familia. Por un momento el creyó estar volviéndose loco. ¿Cómo podría pensar en obligarla? No, no él no es un monstruo. Así que tomó la decisión de ir a la casa del enfermero que le había robado su oportunidad de cambiar y tenerla entre sus brazos.
- Al llegar a mi destino, lo único que vi fue a dos almas entregándose entre las lágrimas del cielo, simplemente ella se lanzó a los brazos de ese hombre. La había investigado y ella seguía siendo tan delicada y amorosa pero no tonta. Él solo la quería por obsesión, por capricho, ella no reemplazaria a su difunta mujer, el dejó una carta anónima contándole todo pero ahí estaba ella..... ¿No lo veían?
- Decidiste quedarte con él, yo no importo ¿verdad? Creo que estoy pagando por haber sido un mujeriego mientras no te tenía. No me importa ser solo un amigo o un amante mientras me dejes estar a tu lado, déjame estar a tu lado aunque no quieras ni verme. Yo te amo. Pensaba con cuidado, no era loco pero si estaba a su lado aún tendría la oportunidad de enamorarla hasta que ella habrá los ojos de verdad. Por eso el haría como si los apoyará y empezaria al día siguiente. Tocó la puerta y ahí estaba Iván parado resiviendolo.
- Hola, buenos días. ¿Qué buscas en mi hogar? Preguntó entre un tono amargo y victorioso.
- Esa sonrisita te queda muy bien pero dime ¿Agatha ya sabe que ella te recuerda a tu mujer?. O tal vez esperas casarte, embarazarla y jamás contarle tu secretito.
- Eso no te incumbe, Aghata sabe todo pero también sabe que la amo y que tú la amas pero me eligió a mí. Le respondió Iván con seriedad, en verdad se enamoró de Aghata y no era una obsesión. Pero este tipo parecía no entenderlo, sus celos salían a flote cuando lo veía.
- Iván.... ¿cariño donde estás? Pregunto Aghata. ¿dolor? ¿Un corazón roto? No había nada solo enojo, debía irse pero quería verla de cerca, abrazarla aunque no la tuviera para él. Ella se dejó ver y con cierta vergüenza le saludo con una sonrisa. Siempre amable. Se fue tan rápido como llegó, dejando a Iván con una sonrisa no solo de satisfacción por dejarle en claro que ahora ella era su mujer sino muy pronto la madre de los hijos que harían.
- No quiero problemas, acepto que ganaste y que eres el hombre de su vida pero sé que no debo pedirte permiso para tenerla como su amigo. Iván era calculador pero no cruel.
- No te equivoques, tú, solamente tú te encargaste de alejarla, ¿sabés que no le gusta que seas un mujeriego? Sus gustos tanto en colores como comida han cambiado. No voy a alejarte, no importa. Ella no te ama a ti pero te tiene en su corazón como lo más cercano a un hermano. Ya no la decepciones más. Iván le invitó a pasar para que los tres hablaran sobre temas neutrales pero cada vez ganando la confianza del otro. No tenía que temer a que Agatha le engañara, ella le demostró que lo amaba y él también. Y pronto los hijos que perdió los recuperaría con ella. Un regalo sin duda de Dios.