“Somos como los libros. La mayoría de
La gente solo ve nuestra portada, la
minoría solo lee la introducción,
mucha gente cree en los críticos.
Pocos entenderán nuestro contenido”
—EMILE ZOLA.
Mi nombre es Samira, y esta es mi historia.
Hace muchos años atrás, hubo una jovencita originaria de Guadalajara, México. Cuyo nombre es Sofia Rosas Herrera, quien en su juventud era muy hermosa, cabello castaño largo, ojos del mismo color, labios gruesos rosas, y un cuerpo de envidia.
En el pueblo donde ella vivía, era muy conocida por su belleza, pues a casi a todos los hombres le gustaba.
Hasta que hubo un chico, el hijo del jefe de su padre, que se enamoro de ella. Siendo menor por 7 años, a el no le importó eso, pues bien dicen que para el amor no hay edad, pero… ¿qué tal si los padres de él, tarde o temprano le reclaman eso a ella?
Ella tenía 22, y el 15.
Cuando el chico la empezó a pretender, ella tenia novio, y eso se lo hizo saber de inmediato para que no tuviera problemas. Pero el no era de los chicos a los cuales se les digiera no, pues sus padres, le daban todo lo que deseaba, y claro ejemplo esta en que, si se rallaban sus zapatos y pedía unos nuevos, nuevos tenían que ser. Y ese fue el primer error de sus padres, cumplirle todos sus caprichos. Pues mas tarde esto se convertiría en un problema para todos.
Los días pasaron, y Sofia se convirtió en la chica que daría los estudios a los niños de su religión, sin contar que ahí mismo estaría José, el hijo del jefe de su padre.
Este al verla, no pudo sentir mas emoción, pues la chica que le gustaba le daría ahora estudios, una nueva manera de estar cerca de ella.
El no dejaba de insistir, y para recibir un poco de su atención, lo que hacia era que por las tardes pedía un coche con su padre, y este al dárselo, se iba en busca de aquella chica, al llegar, comenzaba con su música a volumen alto, cantando y dando vueltas de esquina a esquina, así obteniendo la atención de todos los que vivían en esa calle, entre ellos los hermanos y hermanas de ella.
Uno de ellos le decía seguido que José no le agrada, ¿razones? Nadie sabia.
Hasta que un día, de tanto ver que no lograba nada yendo a dar vueltas, decidió comenzar regalándole cosas, cartas, peluches, chocolates, etc.
Así consiguiendo la tención de Sofia, quien está encantada después le dijo que si aceptaba ser su novia.
José tan desesperado por salir de casa, y poder ser un “hombre” decidió casarse con Sofia, pero al ser menor de edad no podía hacerlo, al menos que sus padres firmaran una carta donde aceptaban su matrimonio. Pero cuando el les dijo que se quería casar, y que sus padres le dijeran que no, lo que es ser un adolescente…
—Si no me dejan casar, me la robare a ella y ahí nadie se podrá interponer. —demando un día.
Los padres, en la desesperación de no poder hacer nada y para que su hijo no cometiera una locura, aceptaron firmar dicha carta.
El día de su boda llego, la felicidad parecía alumbrar la casa de ambas familias, el, se sentía el hombre mas afortunado de esta tierra, pues había podido enamorar a aquella chica linda de la cual todos estaban enamorados y querían, y ella, como toda novia antes de llegar al altar, se encontraba nerviosa, pues estaba consciente que uniría su vida a la de su marido para toda la vida.
La boda so, los meses también, y quien diría que, a los 6 meses de matrimonio, una hermosa niña vendría a iluminar sus días.
Ojos cafeces, cabello del mismo tono, lunar en la mejilla derecha, piel suave.
Muy hermosa.
Y quienes ellos juraron siempre estar juntos para que pudieran formar una familia feliz, lastima que los juramentos cualquiera los rompe.
Siendo apenas una bebe, José la amaba, pues era su primera hija, o al menos así ellos pensaban.
El le daba de comer, la cambiaba, la dormía, simplemente era su adoración, pero cuando los gatos llegan decididos a ronronear un poco de atención, nosotros enseguida se la damos, y ese fue un error. Dejar que una gata llegara y robra la atención de él, y que, por esto, la separación llegara después, hizo a Samira crecer sin un figura paterna, ver como los papas de sus amigas iban por ellas a la escuela, ver como les llevaban regalos, ¿y ella? Ella solo rogaba por dentro que su papa fuera así.
Por años añoro una familia, rogo que el se quedara, culpo a personas que no tenían la culpó de nada, cometido errores de los que ahora se arrepiente, y después, todo eso se esfumo.
Pues ella tenía que aceptar que nada de eso sucedería.
Que el tiempo de sus padres ya había pasado, y que ahora solo se tenía que resignarse.