Desperté viendo mangueras en mis brazos, sin poder mover mis manos ni pies que se encuentran aprisionados con una correa de metal, tampoco gritar que mi boca se encuentra sellada con cinta, solo podía estirar mis dedos. Miré a mí alrededor, las mangueras se conectaban a una máquina que circulaba un líquido verde directo a mis venas y a las venas de ella, de la azabache que también se encuentra en las mismas condiciones que yo, solo que no ha despertado aún.
Creo que aquí nos encontramos nosotras no más, no puedo saber qué han hecho con ellos o donde están. Empecé a llorar, la ciencia ya nos tiene como experimento.
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historia corta, experimento con humanos, experimentos geneticos
Editado: 20.09.2018