— Hija, ya llegamos. — la voz de mi padre me despertó de repente e irrumpió un sueño que estaba teniendo.
Bajamos del avión, recogimos nuestras valijas y nos dirigimos a la entrada del aeropuerto, allí se encontraba mi hermano con un cartel que decía "¡Bienvenidos!", junto a él estaban mis tíos, Carlos y Elisa, (la hermana de mi papá), y por último mi primo Alex que tenía la misma edad que mi hermano.
Automáticamente dejé todo donde estaba y corrí en brazos de mi hermano, no lo veía desde las fiestas y ya estábamos a unos días de que empezara el mes de marzo.
—Bienvenida hermanita. — me dijo abrazándome. — te extrañé demasiado.
—Yo también. — le respondí. Me dirigí hacia mis tíos y los saludé. Por último saludé a mi primo.
Comenzamos a salir del aeropuerto para poder ir a buscar el auto, en ese instante me acordé de mandarles un mensaje a Pili y Nick para avisarles que ya había llegado, cuando de repente y sin darme cuenta me llevé puesta a una persona, mi celular salió disparado y cayó en el suelo. Rápidamente me percaté de lo que acaba de suceder, me agaché y tomé mi celular, cuando lo levanté me encontré con un rayón en el vidrio templado. Agradecí que Nicolás me hubiese insistido tanto en que le pusiera ese protector, porque mi papá me lo había regalado para navidad y me moría si le hubiese pasado algo.
—Perdón, no estaba prestando atención. — una voz habló y me percaté de que la persona que me chocó estaba frente a mí, mirándome.
Era un chico de masomenos mi edad, tenía el cabello rubio y unos ojos color azul, a decir verdad era bastante parecido a mí, y podría admitirles que estaba bastante bueno. Gracias Buenos Aires por recibirme así desde el principio, pensé. El chico rebuscó algo en su bolsillo y sacó un billete de $200.
— Para que puedas reemplazarlo. — me dijo y me lo tendió.
— No, no puedo aceptarlo, fui yo la descuidada. — le dije. — Gracias igual.
— Bueno, está bien. Lo siento. — repitió.
— No tienes que pedirme perdón, fue un accidente y los accidentes suceden.— le dije con una sonrisa. Él me sonrió y me tendió la mano.
—Soy Lucas, por cierto.
—Emma. — le respondí y le tendí también mi mano para estrecharlas. De repente me di vuelta y vi que mi familia ya no estaba por lo que decidí que era momento de irme. — perdón, me tengo que ir, mi familia debe estar afuera preguntándose donde estoy. — le dije comenzando a alejarme de él.
—Espera. — me detuve.— ¿De dónde eres?
—Puerto Madryn.
—Qué lindo, he estado un par de veces allí. — me comentó.— ¿Viniste de vacaciones?— me preguntó.
— Pues no, de hecho, me acabo de mudar aquí. — Le corregí.
— Que genial, te encantará esta ciudad.
— Seguro que sí. — Le sonreí.
— Bueno, no te entretengo más. Espero que nos volvamos a cruzar.
— Ojalá que sí, adiós. — Me despedí con la mano mientras me alejaba.
Rápidamente volví con mi familia, quienes ya se estaban preguntando dónde estaba, les mentí diciendo que me habían agarrado ganas de ir al baño y que fui allí, por suerte me creyeron y zafé.
En el trayecto, mis tíos nos hicieron preguntas de qué tal todo en Puerto Madryn, y si estaba emocionada por empezar el nuevo colegio aquí, iría al mismo al que había ido mi primo.
Un rato más tarde por fin habíamos llegado a la que sería nuestra nueva casa. Bajamos todas las valijas y nos adentramos en ella. Tenía dos plantas, ni bien entrabas te recibía una hermosa sala de estar, mucho más amplia de la que teníamos en Puerto Madryn.
La casa ya estaba toda amueblada debido a que en este verano mis tíos se encargaron con mi papá a la distancia de decorarla, tenía una cocina muy amplia con una isla en el medio, en total había cuatro habitaciones, tres ocupadas por nosotros y una para invitados, y por último en el fondo del pasillo había una sala de juegos con un sofá en el medio, un amplio televisor con la Play Station 4, una computadora y también un estante lleno de libros, lo cual me emocionaba muchísimo.
Luego de ver las habitaciones principales de la casa, decidí ir a mi habitación a dejar mis valijas y mis cosas, mi papá me avisó que era la habitación continua a la sala de juegos. Cuando llegué me sorprendí con una hermosa habitación de color celeste pastel, mi color favorito, con una cama de dos plazas, llena de almohadones, la habitación estaba ambientada en los colores blanco, madera, celeste pastel, verde agua y plateado.
Lo que captó mi atención fue el hermoso ventanal que tenía frente a mis ojos, automáticamente dejé mis cosas en el suelo y me asomé para ver las vistas, en ese momento me di cuenta de que tenía balcón y lo primero que hice fue salir a admirar la hermosa vista del atardecer que tenía desde allí, daba al hermoso patio, donde había un jardín muy grande y una pileta donde podía pasar los últimos días que quedaban del verano, aunque no eran demasiados.
Volví a entrar a la habitación y comencé a desempacar la ropa que tenía en mi valija, la mayor parte ya estaba acomodada debido a que mi papá cada vez que venía traía cierta cantidad de ropa para que no tuviera que traer mucho el día en que nos mudábamos definitivamente.
Luego de terminar de desempacar, decidí acomodar todos los libros que tenía en las estanterías que me pusieron arriba de un precioso escritorio blanco.
Cuando terminé con todo decidí bajar a cenar, mi papá había ordenado unas pizzas, lo cual solucionaba todo lo relacionado con cocinar, que no me gusta mucho, pero cuando necesitaba hacerlo me sabía defender.
Al terminar de comer me fui a dormir, todo lo transcurrido ese día me había dejado agotada.
Subí hacia mi habitación, me cambié y noté que tenía unos mensajes en el grupo y una notificación de Instagram, decidí abrirla para chequear que era y me encontré con un…
@lucas_ledesma comenzó a seguirte.