El famoso primer día de clases. Sonaba emocionante para algunos, volver a ver a tus compañeros y amigos después de tres meses de vacaciones. También estaban quienes creían que era solo una simple rutina que debíamos hacer en nuestra adolescencia, o simplemente otros quienes querían que el año termine ya.
Por último estaba yo, que lo único que lograba hacer este día era recordarme cuan sola iba a estar durante todo el año y principalmente cuanto extrañaba a mis mejores amigos.
Mis mejores amigos. Habíamos hablado ayer por Skype desde las 10 de la noche y podría decir que son los culpables de eran sean las 7 AM y no quería levantarme.
Finalmente me levanté, tomé una ducha rápida y fui al placard a buscar la bolsa con el uniforme, diez minutos después y sin ninguna victoria, me dirigí a la cocina donde se encontraba mi papá sentado bebiendo café.
— Papá, ¿Dónde dejaste mi uniforme?— le pregunté, levantó la vista de su Ipad y me miró.
— Buenos días a ti también.
— Papá, en serio, necesito saberlo, voy a llegar tarde y es mi primer día.
— Esta en mi habitación, la saque antes de que te despertaras para plancharla, porque tu no lo habías hecho.
— Anoche estaba muy ocupada, me olvidé. — declaré.
— Si, charlando y riendo con Pili y Nick. — Se levantó a dejar la taza en el lavabo. — No me engañas pequeña.
— Deja de llamarme así.
— ¿Así como?— vi una sonrisa en su rostro, sabía que lo estaba haciendo para que me enfadara y así perder más tiempo del que ya había perdido.
— Basta, me estas distrayendo. Me voy a cambiar. Prepárame un café con leche.
— Si señorita. — puso su mano sobre su frente como señal militar y luego sonrió.
Volvi al piso de arriba, más específicamente la habitación de mi papá y agarré mi uniforme, me lo puse y me dirigí de nuevo a mi habitación para terminar de arreglarme.
La pollera era gris, las medias y el suéter eran azules y lo que más estaba en desacuerdo era tener que llevar una camisa blanca con corbata. En mi anterior escuela no llevábamos uniforme, podíamos ir como quisiéramos, obviamente eso tenia sus pros y contras, como tener que controlar de no repetir tu atuendo porque sino recibías miradas de todo tipo; aunque yo particularmente nunca formé parte de las que se preocupaban por el que dirían, sino que hacía la mía y al que no le gustara que no mirara.
Me puse los zapatos negros, me coloqué un poco de rímel, corrector y polvo, tomé mi celular y mi mochila y bajé a desayunar.
— Aquí tienes. — mi papá dejó el café con leche junto con dos tostadas — ¿quieres mermelada o algo?
— Queso crema nomás.
— La directora me dijo que vayas a dirección cuando te deje, te van a explicar las normas básicas del colegio.
— Okey. — dije simplemente y seguí desayunando.
Cuando terminé, nos dirigimos a la camioneta de mi papá, y emprendimos viaje hacia el colegio.
20 minutos después llegamos al colegio. No podía creer lo grande que era, TENIA HASTA UN PROPIO ESTACIONAMIENTO PARA ALUMNOS. ¡¿WHAT?!
Mi Papá se acercó hasta la entrada del mismo, lo saludé y me bajé.
Había jóvenes por todos lados y de todas las edades, todos con el mismo uniforme.
Decidí entrar y comenzar a ver si había algún lugar familiar que me sonara como a una Dirección. No, no había nada. Saqué mi celular y revisé por si tenía alguna novedad de alguien.
Solo un par de mensajes de los chicos deseándome suerte para este año, que me extrañaban mucho y que no iba a ser lo mismo sin mi.
— Hola!. — una persona me habló detrás mío y pegué un salto del susto.
— La p*ta madre. — me llevé la mano a mi boca y casi mi celular vuelve a caer, pero lo agarré bien fuerte.
— Lo siento. — me sonrió — ¿eres nueva verdad?.
— Si. — contesté simplemente.
— ¿Necesitas llegar a la dirección, o a algún aula?
— Dirección.
— Ven, no es muy difícil.
Lo seguí hasta que llegamos a una puerta donde arriba simplemente tenía un cartel que decía "Dirección".
— Bueno, aquí es, si necesitas otra vez mi ayuda me avisas. Nos vemos.
Entré y me dirigí a una chica rubia que estaba en un escritorio, rellenando papeles o vaya a saber que.
La joven levantó la vista de su actividad y me dedicó una simple sonrisa.
— Hola ¿qué tal?¿en qué te puedo ayudar? — me preguntó.
— Hola, soy Emma Martínez, soy nueva y mi papá me comentó que debía venir aquí cuando llegaba al colegio. La directora creo que me está esperando.
Rebuscó en su mesa, entre todos los papeles que tenía.
— Ah si, Emma. La directora no llegó todavía, me dijo que te de esto. Son tus horarios de este año. — me tendió un papel y lo tomé. — cuando llegue te mandaré a llamar. ¿Si?
— Perfecto.
De repente la puerta de la dirección se abrió y un chico rubio, bastante familiar, a decir verdad apareció.
Entró con la cabeza gacha y comenzó a decir..
— Cristi... — levantó la vista y encontró sus ojos con los míos. — Emma, ¡estás aquí!, espera.. ¿Vas a estudiar aquí?
— Si, esta es mi nueva escuela.
— Genial. — volvió a recordar lo que vino a hacer y dirigió su atención a la secretaría. — Cristina, estos horarios no me convienen, nos chocan con los entrenamientos de los jueves.
— Déjame ver... — tomó la hoja y la miró frunciendo el ceño. — Tienes razón Lucas, déjame que lo vuelva a revisar. — anotó un par de cosas en la hoja. — y diles a Cameron y a Nacho que me los traigan también.
— Esta bien. Gracias.
— Lucas, ¿podrías acompañar a Emma a su aula?, es la misma que la tuya. — agregó Cristina.
— ¡¿EN SERIO?!. — celebró. — Vamos Emma, Adiós Cris.
— Adiós.
— Adiós — me despedí con la mano y cerré la puerta lentamente. Me giré y tenía a Lucas mirándome atentamente.
— ¡No puedo creer que vayamos a estar juntos.!
— Si, la verdad es que yo tampoco. — admití.
De pasar de un pequeño accidente en el aeropuerto, a que sea mi compañero de clases había una distancia muy grande y muy pocas probabilidades, pero después de todo, sucedió.
Rápidamente nos dirigimos a clase, ya que Lucas me dijo que estaba por comenzar. Llegamos y por suerte la profesora o profesor aún no se encontraba en el aula.
Pude ver a muchos chicos y chicas mirándome. Nunca había estado acostumbrada a que me prestaran atención siéndoles sincera.
Vi como Lucas se había ido hasta el fondo a sentarse junto a Nacho, en la mesa de al lado se encontraba Sara junto a una chica morocha que todavía no había visto, me pregunté ¿quien sería?.
Distinguí dos asientos libres, uno al fondo, al lado de un chico que era bastante lindo a decir verdad y uno adelante junto al chico que me ayudó a encontrar la dirección.
Lo siento, pero las interacciones como saben no eran lo mío y menos con un chico lindo, por lo menos con el otro ya había cruzado un par de palabras. Así que decidí tomar lugar al lado de ese chico del cual todavía no sabía su nombre, además temgamos en cuenta que estaba en el segundo banco,prefería prestar atención y tener un buen concepto en clase.
— Hola! Que sorpresa que estemos en el mismo aula.
— Si. — sonreí simplemente.
— Todavía no nos presentamos. — rio y yo también. — Soy Simón. — extendió su mano.
— Emma. — la tomé y ambos la estrechamos.
— ¿y de donde eres? — me preguntó.
— Puerto Madryn.
— Que lindo, debe ser asombroso.
— Si, si que lo es. — dije con una sonrisa melancólica.
— Buen día Clase. — me sobresalté y me acomodé en mi asiento mirando hacia el frente. La profesora debía de tener unos 35 años masomenos, era morocha y muy bonita.
— Buen día. — murmuró la clase.
La profesora dejó sus cosas en su escritorio y se acomodó, revisó un papel y miró hacia el frente, de repente posó su vista en mi y se dirigió a donde estaba.
— Tu debes ser Emma, no? — me preguntó.
— Si. Así es. — sonreí.
— Bienvenida, yo soy Miriam, la profesora de Literatura. — me dijo con una amplia sonrisa.
— Gracias. — emití una sonrisa un poco nerviosa. — yo soy Emma Martinez.
— Genial, espero que te sientas muy cómoda.— se rió, que tonta que soy, ya sabia mi nombre, lo decía su papel.
— Gracias, profesora. — me sonrió por última vez y se dirigió a la clase.
******
El día pasó rapidísimo, igualmente como fue el primero nos dejaron a todos los cursos salir a las 12.
Además de literatura tuve una hora de Química, la profesora era bastante buena, aunque un poco exigente, ya nos comentó que pronto empezaríamos a trabajar durante todo el año en equipos de a dos, haciendo trabajos y experimentos. Lo peor de todo era que los equipos los iba a formar ella, espero que sea un poco razonable conmigo.
Química siempre fue una materia que no me gustó, en general las ciencias naturales. Puede que hasta todavía ni sepa donde están los órganos en nuestro cuerpo, lo siento, no les voy a mentir.
Después de clases me quedé todo el día en casa adelantando una tarea de Literatura que podíamos hacer mañana en clase, pero preferí hacerla tranquila en casa.
******
Más tarde llegó mi papá, obviamente me interrogó sobre cómo me fue y le conté que bastante bien.
Además, que la directora me llamó finalmente y me explicó básicamente las normas de convivencia de la escuela, mencionó también algunos que otros talleres qué había y me dió unos papeles que le faltaban firmar a mi papá.
******
Finalmente a eso de las 10, después de cenar pollo con papas, decidí ir a dormir porque ya me encontraba bastante cansada.
Revisé mi celular por última vez por si tenía algún mensaje del grupo pero nada, que extraño, me dije para mis adentros, lo conecté a cargar, lo dejé en la mesa de luz y automáticamente me quedé dormida, finalizando mi primer día de clases.