Eran las tres de la tarde del sábado, estaba esperando a Cameron que me había avisado que ya salía para acá. Hoy debutaba como capitán del equipo en el segundo partido del campeonato.
Ayer habíamos hablado en el colegio y le había preguntado cómo se sentía, me dijo que estaba muy feliz pero un poco nervioso, iba a ser su primera vez como capitán, ya que los años anteriores había sido un chico llamado Tomas González pero se había graduado el año pasado.
Papá me había dejado ir con la condición de que ni bien terminara el partido lo llamara para que me fuera a buscar, ya que estaba al tanto de que esta semana no sólo teníamos la entrega del trabajo de química, sino que algunas pruebas más, el mes de mayo estaba a la vuelta de la esquina y el cierre del primer trimestre cada vez se acercaba más.
Minutos más tarde y ya en el auto de Cameron nos dirigimos hacia el colegio. Cuando llegamos fuimos a una zona del estacionamiento reservada para los jugadores, dejamos el vehículo ahí y salimos hacia la cancha.
Cuando llegamos a los vestidores nos frenamos, era momento de despedirnos, aunque fuese por un rato.
— Te deseo mucha suerte. — dije con una sonrisa.
— Gracias Rubia, a la salida nos vemos. — me tomó por mis brazos y me dio un beso en la mejilla, sentí que mi corazón se había acelerado, no, esto no podía pasar. Rápidamente me separé de él y le sonreí.
— Adiós. — dije y comencé a caminar hacia las gradas. Encontré un lugar cerca de la cancha y a la mitad de la misma, nada mal, me dije.
Minutos antes de arrancar el partido Simón apareció con sus dos amigos, pero se dirigieron hacia otro lado, donde estaba yo no había más lugar.
El partido había comenzado, había podido notar a Cameron un poco más nervioso de lo que estaba la otra vez. Según me había dicho el rival no era difícil, pero si se dejaban estar, eso les podía jugar en contra.
De pronto una increíble jugada se desató delante de mis ojos. Nacho se la pasó a Cameron, Cameron a Lucas y por último Lucas se la volvió a pasar a Cameron, quien había tomado una gran delantera, si algo me impresionaba de Cameron era la velocidad con la que podía correr. Segundos después la pelota se encontraba dentro del arco. Toda nuestra grada comenzó a festejar.
Rápidamente Cameron, luego de celebrar el gol con sus compañeros se dirigió hasta donde estaba yo y me lanzó un beso. A veces no entendía a este chico.
En el segundo tiempo, cuando se había producido un empate, Nacho fue quien metió el segundo gol, no les podía explicar la adrenalina con la que estaba viviendo aquel partido.
Por último y para finalizar este increíble partido, todos los jugadores, inclusive el arquero rival se habían acercado a nuestro arco, pero como todos sabemos... un despiste como ese puede hacer que cometas el peor error de tu vida.
La pelota voló hasta el otro lado, Cameron tomó la ventaja de su velocidad y comenzó a correr con la pelota hacia el arco del equipo contrario. Todo el mundo se había parado, estábamos a 1 minuto de finalizar el partido cuando de la nada la pelota estaba dentro del arco y la tribuna enloqueció por tercera vez, Cameron me volvió a buscar con su mirada y de pronto me guiñó un ojo y me sonrió. El árbitro finalizó el partido y todo el mundo corrió hacia la cancha.
Quisiera decirles que era todo ilusión mía, que esto no estaba pasando, pero al parecer era real, creo que había empezado a sentir cosas por mi compañero de química.
Al finalizar el partido había llamado a papá quien me había dicho que en 20 minutos estaba aquí y que no me fuera a ningún lado con nadie.
Decidí quedarme en el estacionamiento donde todo el mundo estaba esperando a los chicos.
En ese momento me crucé a Simón y a sus amigos y los saludé, se ofreció a llevarme pero le había dicho que se quedara tranquilo que mi papá ya me vendría a buscar.
De pronto todos comenzaron a emocionarse y cuando volteé mi rostro hacia los vestidores todos los chicos venían bañados y cambiados.
Saludé a Lucas y a Nacho, quienes fueron los primeros en salir, los felicité, ellos me abrazaron y me agradecieron por haber ido a verlos.
Por último alcancé a ver a Cameron quien se acercaba hacia nosotros hablando con el entrenador, por lo visto estaba muy contento por el rendimiento de todos.
Cuando iba aprovechar el momento para acercarme a felicitarlo, dos personas se acercaron primero a él y lo saludaron, una era Sara y la otra, Ámbar.
No solo lo saludo Ámbar, sino que de pronto se abalanzó sobre él y lo besó, si, en los labios. Al principio me quedé de piedra, no podía creer lo que mis ojos acababan de ver.
Cameron me vio, se percató de mi expresión y se quiso quitar de encima a Ámbar, pero ya era demasiado tarde, mi padre me había avisado que ya estaba afuera, y lo único que pude hacer fue salir de allí lo más rápido posible, un grito con mi nombre se escuchó desde ese lugar donde estaba, pero no me apetecía darme vuelta, en ese momento, no me apetecía ni mirarlo a los ojos.
Algunas lágrimas se escaparon de mis ojos, pero las eliminé para que mi papá no viera nada y no me preguntara sobre absolutamente nada.
Cuando llegué a casa, me adentré en mi cueva y me quedé allí estudiando hasta que no podía más. Solo quería enfocarme en que me fuera bien en el colegio. Mi celular había sonado varías veces, pero había decido apagarlo para ignorarlo. Necesitaba estar completamente sola.
Mañana ya era la presentación del trabajo de química, estos días había estado a full con evaluaciones y entregas de trabajos para las diferentes materias.
Eran las diez de la noche, hacía un rato que había terminado de cenar y tuve que volver a mi habitación para poder terminar el power point para mañana.
El lunes entregamos el trabajo de investigación y mañana debíamos defenderlo.
Estaba concentrada buscando imágenes para las diapositivas cuando mi padre me llamó desde abajo.
— Em, tienes vista. — dijo. ¿Quién vendría a esta hora a mi casa?, me pregunté. Bajé así como estaba, con mi pijama de verano y mis crocs, también tenía el pelo recogido en un rodete para que no me molestase. Me dirigí hacia la puerta de entrada y no podía creer a quién estaba viendo allí.
— Hola Em. — miró mi ropa y rio. — Bonito pijama. — dijo con una sonrisa.
— ¿Que haces aquí Cameron? Es miércoles, mañana tenemos colegio y si no sabías también tenemos una presentación.
— Si, claro que lo sé. Pero también me enteré por una fuente confiable que teníamos que armar un power point y por vos no me enteré nada.
— Ah si, me olvide de decirte. — mentí. Si, sabía perfectamente que le tenía que decir, pero después de lo que había pasado el fin de semana prefería verlo lo menos posible. — Pero quédate tranquilo ya lo estoy haciendo.
— Bueno, quiero ayudarte. — dijo.
— Cameron, volvé a casa, es tarde.
— No me voy a ir hasta que me dejes entrar y me dejes ayudarte a terminar la presentación. — sabía muy bien que no se iba a mover de allí, así que preferí hacerlo entrar antes de que perdiera más tiempo y no pudiera irme a dormir.
— Bien. — abrí la puerta de mi casa. — pasa.
— Gracias. — dijo y entró. — por cierto, traje helado. — me tendió una bolsa con un kilo de helado.
— Okey, no tenías porque. — le respondí.
Entramos en casa, papá se acercó al living cuando escucho otra voz.
— Papá, él es Cameron. Cameron él es mi papá.
— Mucho gusto señor Martínez.
— Ay por favor, dime Cristian.
— está bien.
— Bueno... pa vamos a estar en mi habitación terminando una cosa para mañana, dejaré la puerta abierta, tranquilo.
— No hay problema Emma, puedes cerrarla. Yo me iré a acostar.
— Okey. Nos vemos.
— Adiós Cristian.
— Adiós Cameron.
Subimos hasta mi habitación, dejé que Cameron pasara y cerré la puerta.
Comenzamos a trabajar, no voy a negarles que con la ayuda de Cameron me resultó mucho más fácil hacerlo, pero nunca lo admitiría.
Ya estábamos a punto de terminar y nos habíamos tomado un descanso para poder comer el helado.
— Oye, Em... con lo qué pasó el otro día yo... — comenzó a decir él.
— No tienes nada que explicarme Cameron, lo supuse desde que los conocí. — le dije lo más relajada posible, aunque yo me sintiera un poco atraída por él, la verdad era que no éramos nada, simplemente compañeros de clases.
— ¿Que fue lo que supusiste? — preguntó mirándome serio.
— Que estaban juntos, o en algo. — dije.
— Emma, nada que ver. Ámbar es mi amiga y nunca la vi así, ni la veré así. Además, ni siquiera es mi tipo. — respondió. — ¿Estás celosa?
— ¿Yo? ¿Celosa? Ay por favor. — dije y él rio.
— Si, lo estás. — me aseguró— tranquila, te aseguro que no me pasa nada con ella, en cambio con vos.
— Ya ya ya. Mejor volvamos a terminar el trabajo, que quiero irme a dormir, por favor.
— Como diga señorita. — rio y yo también.
Terminamos el power point a eso de las doce. Acompañé a Cameron hasta la puerta y nos despedimos. Volví a subir a mi habitación y me acosté.